Hace una década exacta, Valentín Paniagua Corazao fue nombrado Presidente del Perú.

Sí, ya sé que nosotros no elegimos a Paniagua.

Nosotros hemos votado por Alan, luego por Fujimori, después otra vez por Fujimori, luego por Toledo, después otra vez por Alan, ahora sabe Dios por quién...

Pero nunca hubiéramos elegido a Paniagua.

En vista que nos gustan los candidatos “fuertes”, “firmes”, “líderes” (o sea, mandones con buen floro y tendencia paternalista), Paniagua jamás hubiera llegado al 4%. En parte por nuestra costumbre de no pensar antes de votar, en parte porque él siempre prefería el perfil bajo. Recuerdo que cuando le pusieron la banda presidencial, incluso parecía que pedía disculpas por ser el centro de atención.

Sin embargo, Paniagua también mostró un carácter fuerte en momentos escabrosos.

Por ejemplo, el día siguiente al golpe del 5 de Abril, entró a su clase de Derecho lanzando un grito a sus alumnos: “¡Ya no tengo nada que enseñarles sobre Derecho Constitucional!"

(Aprendan Nano y muchos otros.)

Tampoco dudó en enfurecer y llamar en vivo al programa del Nicolás Lúcar de Crousillat cuando este señor difundía un reportaje digitado -fiel a su estilo- donde un testigo afirmaba que también Paniagua había recibido dinero de Montesinos para su campaña.

El testigo resultó ser ex chofer de los dueños de Canal 4.

Si no recuerdas bien aquel momento (o si quieres volver a vivirlo) mira este vídeo y nota cómo se ve la indignación cuando se sustenta en la decencia, cuando no es falsa, fingida, politizada, con fines oscuros detrás.

Es cierto que un buen gobierno tiene que construir hospitales y carreteras. Es cierto que tiene que mejorar la economía. Es cierto todo eso... pero eso no es todo. Un gobierno puede -debe- ser más. Se puede lograr todo eso,y aún así promover la limpieza en la política.

Para ponerlo crudamente: Valentín Paniagua sólo obtuvo 14,335 votos para entrar al Congreso y terminó dejando la Presidencia de la República con 84% de aprobación.

Como diría House M.D., las personas mentimos, los números no.