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"No pregunten de qué murió", por José Vales, corresponsal El Universal

Publicado: 2011-04-11

Artículo escrito en exclusiva para lamula.pe

“No pregunten de qué murió”

Lima- El premio Nóbel de Literatura, Mario Vargas Llosa, había elegido una metáfora patológica para describir el escenario electoral que terminaron de construir ayer los peruanos en las urnas. Definió al nacionalista Ollanta Humala y a Keiko Fujimiro como el “cáncer y el sida”. Si eso fuera de ese tamaño y  si lo que dice el autor de “Conversaciones en la Catedral”, fuera cierto habrá que encontrar los culpables de los que contaminaron al Perú con la radiactividad de la indeferencia o con el virus de la desmemoria y esa tendencia a jugar a la ruleta rusa con su bonanza económica.

Humala, cargado de las incógnitas de siempre y con su confusión ideológica a cuestas y su espejo puesto en Venezuela; Fujimori y toda la carga histórica y prontuarial que porta su apellido, serán los que diriman para ver quién administrará el potencial económico en crecimiento de un país que poco y nada conoce de distribución económica. Ahí radica la culpa de la clase dirigente (el expresidentes Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski, el aprismo y siguen las firmas) que tiembla ahora por lo que pueda pasar el 5 de junio.

“Pero nada dicen que aquí, para ellos los pobres contaban poco o nada, que nadie se ocupó de la agricultura ni de las zonas postergadas en el interior”; explicaba ayer el congresista electo, Javier Diez Canseco, uno de los amigos de Lula y el hombre que legitima desde la centroizquierda a Humala.

Un 36 por ciento de pobres y un 17 por ciento de peruanos que sobreviven en la indigencia, no concuerdan con lo que reflejan las agencias multilaterales de crédito y los mercados. La esterilidad de los últimos gobiernos para desparramar la riqueza quedó al desnudo ayer cuando una vasta porción del electorado decidió decir “basta” y ahora se prefigura un futuro lleno de interrogantes y de apuestas por ver cuál de los dos reos ilustres que tiene el Perú intentará esconderse en los pliegos de la impunidad: Si Antauro Humala (condenado por el ataque a la comisaría de Andahuaylas en 2005), o el expresidentes Alberto Fujimori.

Un párrafo aparte merece Alan García, que vuelve a repetir la imagen de 1990, con un partido oficialista destruido y jugando a uno de los dos finalistas con escasos quilates políticos como lo hizo entonces con Vargas Llosa y con el papá de Keiko. Todavía tiene algo más para dar en la segunda vuelta, respaldando a uno u otro candidato, aferrándose a su máxima de que “un presidente no puede elegir a su sucesor, pero si puede hacer todo lo posible para uno no gane…” Lo hizo con Alejandro Toledo (2001-2006), al que ayudó a desinflarse en la recta final. El resto lo hizo el propio Toledo con sus errores de cálculo y sus carencias estratégicas.

Por eso la síntesis hasta aquí de lo que viene en Perú se puede explicar con algunos dichos populares: “Nadie se muere en la víspera”, este final se vino incubando durante años de desigualdad y falta de fortalecimiento de los partidos políticos: Pero aún así, cuando las responsabilidades son compartidas, bien cabe resaltar otro dicho que calza para la ocasión: “No pregunten de qué murió”. FIN

José Vales, corresponsal de Sudamérica del periódico El Universal de México


Escrito por

Ángel García Català

Redactor de lamula.pe


Publicado en

Redacción mulera

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