Fujimori y el Habitante de la Alcantarilla
¿Cuál ha sido la labor de Keiko Fujimori para ser presidenta del país? ¿Por qué Keiko pretende gobernarnos? ¿Podría tener el caudal político que tiene, si su padre no hubiera sido presidente por una de esas casualidades que supo crear el APRA?
Alberto Fujimori fue presidente sin un plan de gobierno y por una casualidad política. Desde luego esas cosas suelen pasar en el Perú y en este momento, Keiko reditúa las consecuencias de esa casualidad política; vuelvo a preguntarme:
¿Qué llevó a Keiko a posicionarse como la posible presidenta del país?
Al término de la primera vuelta los participantes reunidos frente al hotel Bolívar hacían vivas por el segundo lugar y al unísono, gritaban: "Chino,...Chino, ChinoChinoChino"
Elocuente...
Keiko está en el lugar en que está por la "afortunada" casualidad de ser “hija de su padre”, quien por "afortunada" casualidad fue presidente del Perú. Se colige que Keiko ha capturado un 24% por ciento de votos esencialmente por apellidar Fujimori, como Alberto, como el Chino, ese a quien un 24% de peruanos lo recuerdan sino con agrado con fanatismo.
El cálculo es exquisito y desde luego para esta segunda vuelta ella no sólo es Fujimori es KEIKO Fujimori, no Alberto, no el Chino. Keiko razona y dice que hará todo lo bueno que hizo papá y no hará nada de lo malo que hizo papá. Por eso a Keiko le quedan cortas las 6 propuestas de compromiso de PPK. No, por favor, “mozo!, un par más” que sean 8: "no sólo no haré todo lo malo, haré todo lo bueno y más" nos dice entre líneas.
Así entonces, quienes no la apoyaron en primera vuelta y votarán por ella en la segunda, confían; afirman que ella es Keiko, no Alberto, y que, quizá, como dice, no sólo no hará todo lo malo que él hizo sino todo lo bueno y más. Juega a su favor ser como su padre, la perfecta outsider; no se sabe de dónde viene, ni a dónde va, cabeza de un partido político sin ideología, partido que no es la voz e imagen de un sector social con intereses determinados sino la voz e imagen de Alberto, genio y figura que tanto bien nos hizo y al que tan mal correspondimos “porque los peruanos no tenemos memoria” como diría Cuculiza. Pero no sólo de Alberto, desde luego, sino además de su siamés, de aquél servidor eficiente e indispensable que fue Montesinos, el cogobernador, el poder oculto detrás del poder ostensible. Keiko Fujimori es entonces la cabeza de un partido político que, haciendo honor a la verdad, debe llamarse Fuerza 2011 o Partido Fujimontesinista del Perú. En síntesis, la representante del periodo 1990 – 2000 (llamado Fujimotesinismo, que tanto bien le hizo al Perú y tan mal correspondimos “porque los peruanos no tenemos memoria”), salta la primera valla ungida con el 24% de votos, y una vez ahí, hábilmente toma distancia de aquello que representa aunque es gracias –exclusivamente- a eso que representa que está en segunda vuelta.
Seamos crédulos y pensemos que Keiko no es un salto al pasado (vacío), que ella continuará con el modelo económico haciendo pequeños ajustes (solo los “necesarios”), redistribuyendo la riqueza y desapareciendo la pobreza como corresponde; es sensata y se escucha prudente, yo confío como aquellos que votarán por ella… Confío en que no basurizará nuestra sociedad a través de los medios de comunicación; confío en que no volveremos a ver lamidas de axila, ingesta de gusanos o besamiento de pezuñas a cambio de algunos soles en el programa de Laura Bozzo; confío en que no volverán a alquilarse canales de televisión para montar psicosociales que siembren inseguridad y miedo en la gente; confío en que no volverán a aparecer el Palo, La Yuca, La Chuchi, el Tío, el Chato, etc. embruteciendo a la gente y derribando a los opositores, afrentándolos en el honor y etiquetándolos de pitucos, abusivos, proterroristas, amariconados, enfermos mentales, o incapaces y corruptos con titulares como: “Lo chapó la contraloría. Tras paneles descubren a ‘chancho’ Andrade. Lo delata la panza y el billete” (El Tío 9.7.99); confío en que no se cerrarán los programas críticos de señal abierta como en el 97 y 98, justo antes del inicio de la campaña electoral; confío en que no se volverán a hacer esterilizaciones masivas sin consentimiento de la gente, ni se formarán grupos paramilitares para la lucha contrasubversiva; confío en que no se disolverá el Congreso porque no está de acuerdo con los métodos de pacificación propuestos para el país; confío en que no tendrá de perro guardián a las FFAA, ni se creará una Asamblea Constituyente, ni se viciará el referéndum y las elecciones; confío en que no se instalará en el centro del escenario político “la Yuca” como símbolo elocuente de la sodomización gozosa, de la “metida de yuca” del poder al pueblo, de la institucionalización del engaño, de la mentira, de la pendejada; confío en que no burdelizará el Poder Judicial ni todo el aparato estatal, confío… Creo que el país no será convertido en un chiquero tal como hizo su padre, creo que como dice “si pudieron acabar con el terrorismo claro! que podrán acabar con la delincuencia” (un mal endémico que ha existido desde siempre en toda sociedad humana), pero eso sí, sin abusos y en pleno respeto de los derechos humanos. Confío porque ella no es Alberto, ni tiene a un Montesinos; confío porque ella es Keiko. Le creo a pesar de todo lo que su padre -siamés de Montesinos- hizo; finalmente, ella SOLO tenía 15 en el 90 y 18 cuando torturaron a su madre.
Pero debe saber que no es una cuestión pragmática, no se trata de si le creemos o no, de si es un riesgo o no.
Ella puede tener el mejor equipo, el mejor plan de gobierno, los más grandes títulos, ser buena y acaso santa, podría haber pedido perdón en nombre de su padre, podría venir un pitoniso y jurarme que en 5 años el Perú sería un país desarrollado con ella de presidenta y aún así no le daría mi voto, porque este es un tema de convicciones.
En una época en la que se ha mercantilizado todo, lo único que no se puede vender es la conciencia, o es que realmente lo único que falta son financistas como diría Darín en 9 reinas? (http://www.youtube.com/watch?v=eC0IXFKULuI) Me niego a aceptarlo. Un futuro prometedor con ella no compra mi voto ni mi convicción. Jamás podría darle un espaldarazo a lo que representa, jamás podría decir con mi voto, “está bien Keiko, yo te apoyo con tal de que ese otro no salga”, porque eso significa avalar lo que representa, y lo que representa no es más que 400 días de inasistencias al Congreso y ser la cabeza del grupo político que guió al país a la época más putrefacta de su historia. No votaré por ella porque no todo puede guiarse por un pensamiento pragmático y mercantil de costo y beneficio, no votaré por ella porque aunque debemos aprender a perdonar y tolerar y escuchar deseos de enmienda (cosa que no ha hecho), hay cosas que no deben olvidarse u obviarse. Porque lo del Fujimontesinismo no fue un error, un mal cálculo político, lo del Fujimontesinismo fue la improvisación, la dictadura, la perversión, la sinuosidad, el irrespeto, la rapacidad, el cinismo, la sonrisa cachosa de Fujimori y su yuca, fue la pendejada sacramental, sistemática, permanente, institucionalizada; porque basta subir a una combi o ir a un cono para percatarse de los rezagos de la pauperización social y cultural que se cometió, porque hasta ahora aún salen “manuales del pendejo” que enarbolan el modus operandi de su padre y el asesor, del imperio del FujimonteCINISMO; porque, aunque no significó la debacle económica como con García, significó algo mucho peor: la fractura moral del país.
Creo que la especulación y el cálculo están bien para el economista y el político pero no para la sociedad civil ni para sus instituciones, porque un país sin convicciones es un país sin ideales, es decir, una sociedad sin dignidad. No es cuestión de resentimiento ni estigmatización, no es cuestión de segundas oportunidades, es que no podemos llevar hasta ese punto el proxenetismo de nuestro voto, la prostitución de nuestras propias conciencias, todo tiene un límite. Llamen a García corrupto, ladrón, mentiroso, inepto, arrogante, finalmente lo ha vuelto a demostrar, y lo demostraría nuevamente; pero lo que representa Keiko y disculpen que sea reiterativo en esto, es el Fujimontecinismo, es decir: la degradación del peruano a habitante de la alcantarilla.