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Otro bonito enredo (13): Por qué no subsidiar los precios de los alimentos

Publicado: 2011-05-10

La vez pasada estábamos comentando acerca de lo poco razonable que fue ese otro presidente que alguna vez tuvimos que también se llamaba Alan García cuando se le ocurrió controlar precios.  Como presidente salir a decir que a partir de hoy el pan estará máximo a tal precio o que el pollo estará a tal otro será harto efectivo para que el pueblo te aplauda, pero como medida económica es fatal.  Generas que haya déficit en la provisión del bien en cuestión, se genera informalidad, etc.  Pésima idea a nivel teórico y práctico.

Entonces, como la mayoría de nosotros ya quedamos curados de un político que viene a ofrecernos esto, algunos se salen con un rollo mejorado.  Por ejemplo, la amiga Keiko se ha salido con la brillante idea de subsidiar algunos alimentos.  Y esto puede resultar peligroso por varias razones.  Veamos por qué.

Cuando dice que va a subsidiar precios se refiere a que si el mercado decide que un pan estará a diez centavos, el Estado intervendrá para que cueste menos.  Esto por lo menos no se hace obligando al productor a ofrecer el pan a menor precio, lo que comentábamos que era una locura, sino que pone dinero de su parte para fingir que el precio es menor.  En realidad lo que está pasando es que el Estado está pagando parte del valor del producto.

A simple vista puede sonar genial, pero no lo es tanto.  Después de todo, ese dinero tiene que salir de algún lado.  En este caso, por supuesto, sale de los impuestos que pagamos todos.  Todos los que pagamos impuestos, eso es.  Así que es una jugada medio truculenta, porque nosotros mismos estamos pagando lo que hace falta para que el precio se reduzca.  Todos los que pagamos impuestos, insisto.  Para eso mejor hubieran dejado los precios como estaban inicialmente.

¿Muy complicado? Lo que dicen los amigos asesores de la amiga Keiko es que esta medida se justifica porque están tratando de promover mayor nutrición en los segmentos más pobres de la población ante un contexto en el que los precios de los alimentos están subiendo.  Nuevamente, aquí tenemos que la solución sería atacar el problema o por último focalizar la ayuda a solamente los que lo necesitan.  Quizás ver la razón por la cual los precios están subiendo y hacer algo al respecto.  O en su defecto, salirse con algún programa social o nutricional que vaya a la gente a la que se quiere beneficiar y se le haga llegar alimento barato.  O que se le entregue, por último.  Pero salirse a subsidiar precios de alimentos para todos es una pésima idea.

Primero, porque no sabemos si bajarán.  O mejor dicho, porque los precios de los alimentos están volátiles.  Entonces, corremos el riesgo de volver a repetir un error que ya hemos cometido en el pasado: Que se genere una cuenta de gasto permanente en el Estado, de tal manera que todos los meses dejemos que usar dinero para programas sociales u otros destinos, por estar financiando un subsidio a los alimentos, de lo cual se benefician todos (ricos y pobres).

Segundo, como lo describe esta nota del Banco Mundial, eso a su vez empuja a miles de familias a la pobreza.  Entonces, lo que se esperaría es que se proponga alguna clase de medida que ayude específicamente a las familias en pobreza a acceder a los alimentos que necesita.  Eso sería lo responsable.  No obstante, eso es mucha chamba y muy poco inmediato.  La amiga Keiko necesita llamar la atención pronto con una propuesta que se entienda como próxima.  Así que se sale con esto del subsidio.

¿Qué hacer, entonces? Porque al final del día, el aumento de los precios de los alimentos son un problema real que hay que afrontar.  Como dije aquí y en el post anterior, lo que hay que hacer es atacar el problema.


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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