El 17 de mayo de 1980 un grupo de hombres encapuchados irrumpió en Chuschi, una pequeña y olvidada localidad ayacuchana. El grupo quemó las ánforas de sufragio electoral que decidiría al próximo Presidente de la República. Con esta simbólica acción, Sendero Luminoso dio inicio a la más cruenta y terrible guerra contra el Estado llevada a cabo en nuestra historia y que acabó con la vida de más de 65 mil peruanos.

Después de 31 años de aquel suceso cabe preguntarse cuál es el presente de la organización que sembró el terror y el pánico en la conciencia de los peruanos. A diferencia de lo que se podría sospechar, Sendero no ha desaparecido. Tal y como señala uno de los tantos principios dogmáticos de su pensamiento, la materia que los constituye no nace ni se destruye, sólo se transforma.

Tras las huellas del Sendero Luminoso de Mariátegui

Según expone Carlos Iván Degregori, antropólogo experto en el fenómeno de Sendero Luminoso desde sus inicios, el duro golpe que supuso la captura de su máximo líder, Abimael Guzmán, trajo consigo una disyuntiva en el seno de la organización: ¿Era posible continuar la guerra popular sin el liderazgo de quien era, simultáneamente, la cabeza y el alma de su revolución?  El debate buscaba analizar si era posible mantener vivo “el pensamiento Gonzalo sin el Presidente Gonzalo”. La respuesta, tras un complejo proceso de discusión, fue negativa.

Aquellos que mostraron su disconformidad ante este consenso -impuesto en gran medida por el propio Guzmán- fueron aislados de las filas de Sendero Luminoso, y terminaron enrolándose en las filas del Camarada “Feliciano”, considerado como el líder de la rama rebelde del partido y establecido en el VRAE. Por otra parte, aquellos que acataron la directiva de Guzmán fueron encarcelados y acusados de terrorismo, mientras que el resto se refugió en la clandestinidad.

Décadas después, sin embargo, diversos acontecimientos han demostrado que los militantes del partido no se disgregaron o terminaron únicamente refugiándose en la espesura de la selva. El contacto de Abimael Guzmán con sus abogados, tras la reapertura del juicio al que fue sometido, ayudó a transmitir a sus fieles la decisión de éste tomada años atrás desde la cárcel de la Base Naval: desechar definitivamente la estrategia militar reemplazándola por la incursión en la arena política.

La ideología, el martirio de la cárcel, la exaltación de sus héroes caídos, así como su condición de parias sociales, reforzó en los antiguos senderistas su identidad colectiva. Esta circunstancia fue clave para que lograran, años más tarde y gracias al apoyo del presidente Gonzalo, poder salir a la luz y formar el Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales, MOVADEF.

En palabras de los abogados del reo y dirigentes del movimiento, Manuel Fajardo y Alfredo Crespo, la intención fundamental del grupo es presionar políticamente para la concesión de la amnistía y libertad para su líder, la cuarta espada del comunismo. También para sus compañeros sentenciados por terrorismo, a los que consideran presos políticos.

La motivación es muy sencilla: “El doctor Abimael Guzmán debe seguir sirviendo dentro de su capacidad marxista, leninista, maoísta para poder seguir orientando a nuestro pueblo”, agrega Osvaldo Esquivel Caicho, secretario de prensa y propaganda del MOVADEF, confirmando las intenciones políticas del movimiento.

Un partido que se consolida

Es un hecho incontestable que el MOVADEF está creciendo. Tras su primer congreso nacional, realizado en noviembre del 2010, el movimiento se ha reafirmado en su rígida ideología, reclutando nuevos cuadros y consolidando bastiones en las universidades públicas del país. Ese mismo año, el movimiento intentó infructuosamente postular en alianza con otros movimientos a las elecciones municipales y regionales. Sólo pudo inscribirse en la región de Puno, en alianza con la candidata Vasty Lescano, logrando un porcentaje ínfimo de las preferencias electorales.

Este mismo año, sin embargo, el MOVADEF participó en las elecciones nacionales, incluyendo algunos de sus cuadros en las listas al congreso y parlamento andino del partido Justicia, Tecnología y Ecología (JUSTE), liderado por Humberto Pinazo. En cualquier caso, los candidatos no lograron acceder a ningún cargo político.

¿El Movadef como fachada?

Analistas del fenómeno como Carlos Tapia describen al MOVADEF como una fachada de las intenciones políticas de Abimael Guzmán. “Esta bien que ellos ya no tiren coches bombas y que quieran participar en las elecciones, pero su actitud no es una actitud leal con la democracia. (…) Y cuando ellos dicen participar en elecciones, es para desenmascarar el sistema, no para capturar el poder”. 

“Ellos tienen una tesis ideológica a la que no han renunciado: el poder se conquista mediante la violencia”, agrega Carlos Tapia. Sin embargo, los líderes del movimiento rechazan tajantemente las presunciones de que esta incursión en la política se trate de una maquiavélica estrategia de su líder para relanzar la lucha armada. A través del análisis de la realidad nacional bajo las directrices del marxismo, leninismo, maoísmo-pensamiento Gonzalo, Esquivel Caicho asevera que “en estos momentos la lucha de clases no demanda el problema de la lucha armada, demanda más bien la participación política”.

Como parte de su estrategia, los líderes del MOVADEF tratan de deslindarse, aún muy tímidamente, del pasado de terror y crueldad del cual fueron partícipes. “Creo que debemos hacer un balance objetivo de lo que ocurrió en nuestro país, pero creo que los llamados a hacer ese balance es el partido comunista del Perú, y yo no puedo hablar por parte de ese partido. Yo he estado involucrado en estos hechos pero no soy el partido, no puedo tomar esta atribución”, señaló Juan Carlos Ríos, ex postulante al parlamento andino tras haber cumplido una condena de 10 años por terrorismo.

Pero pesar de estos reveses electorales y las críticas que caen de diversas frentes, sus líderes se muestran optimistas con respecto al futuro y expresan que en estos momentos se encuentran constituyendo comités provinciales en todo el territorio, apuntando a la posibilidad de postular en las próximas elecciones regionales y nacionales de manera independiente. Para las próximas elecciones, no debería sorprender que el MOVADEf se perfile como el próximo partido “pitufo”, tal y como lo fueron en esta ocasión los partidos liderados por Juliana Reymer, Rafael Belaúnde o José Ñique.