El peso de tener el apellido Vargas Llosa en Perú
Por Paola Ugaz
Entre homenajes, viajes y convites. Así se imagina uno la vida de los tres hijos del escritor Mario Vargas Llosa: Alvaro, Gonzalo y Morgana. Especialmente después de que la Academia Sueca le concediera el Nobel de Literatura al célebre peruano, en Estocolmo, el año pasado.
Durante aquella semana, de hecho, esa fue la realidad. El clan Vargas Llosa y sus amigos participaron de las fiestas, conversas y festejos que reciben los "laureados" de parte del Reino de Suecia, país que ha vuelto una fiesta nacional la entrega del Nobel.
Al llegar a Perú, Mario Vargas Llosa y su familia recibieron el homenaje unánime de todos los sectores -el gobierno incluido- por haber obtenido el mayor logro en el mundo de las artes y por sentir el premio como algo que nos pertenecía, aunque fuera sólo un trocito.
Esta euforia de alegría llevó a que el autor de "La ciudad y los perros" fuese homenajeado en el Colegio Leoncio Prado, donde antes había sido vilipendiado por contar las cuitas adolescentes del "poeta", "el esclavo y "el jaguar", en la Lima de los años sesenta.
En Arequipa, los homenajes llegaron a niveles surrealistas, habida cuenta que es en la bella "ciudad blanca" donde nació Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, un 28 de marzo de 1936.
Bastan una serie de ejemplos: se le incluyó dentro de la natividad que se organiza en Arequipa con una grabación de su discurso en la Academia; se ubicó a la persona que nació tres horas después que él y que nació con la misma matrona; y fue perseguido por toda la ciudad como si se tratara del mítico grupo "The Beatles" en su mejor época.
Mario Vargas Llosa recibió, asimismo, el mimo de los veraneantes de las clases privilegiadas peruanas en el Balneario de Asia -a 100 kilómetros al sur de Lima-, cuando estrenó la obra "Las mil y una noches" junto a la actriz Vanessa Saba.
La reconciliación con su país, por una vez, parecía posible. Hasta ese momento, los Vargas Llosa habían permanecido en el ostracismo, tras criticar, en el año 1992, el autogolpe de Alberto Fujimori y la retahíla de actos de corrupción y violación a los derechos humanos que ocurrieron hasta que éste abandonó el país y renunció, por fax, a la presidencia del país, en noviembre del año 2000.
Sin embargo, esa tendencia cambió, de improviso, cuando el escritor peruano anunció en Buenos Aires el apoyo al presidente electo, Ollanta Humala, entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en abril pasado.
Tener el apellido Vargas Llosa y vivir en la Lima del año 2011 se volvió, de nuevo, una afrenta pública, una provocación entre los votantes de Keiko Sofía Fujimori, que se encontraban mayoritariamente entre los sectores medios y de clase alta de la capital peruana.
En un primer momento, la hija menor del escritor, Morgana Vargas Llosa, enfrentó sola el acoso. A través de correos electrónicos, en el Facebook, en las calles y los restaurantes, Morgana debió soportar la intransigencia de quienes no apoyaban la decisión de su padre de apoyar al presidente electo de Perú.
Posteriormente, llegó el hijo mayor de la familia, Álvaro, quien junto a su esposa Susana Abad se convirtió en uno de los mejores activos de la campaña de apoyo a Ollanta Humala en la esquiva clase media. Esta circunstancia produjo, a su vez, que pasaran a convertirse en personas non gratas en los sectores afines al fujimorismo.
Gonzalo –que al igual que Álvaro vive fuera del país- buscó un espacio para trasladarse también a Lima, con el ánimo de acompañar a la familia en esa tensa situación, ya que el Nobel de Literatura tuvo que cancelar su viaje a Lima debido a un cansancio crónico y a una recargada agenda de promoción de su libro “El sueño del celta.”
Días antes de la segunda vuelta, que se realizó el 5 de junio, llegó a la casa de los Vargas Llosa un grupo de no simpatizantes del Nobel, acompañados de tres ataúdes, máscaras de ratas, y letreros donde lo acusaban de "irresponsable" por apoyar a Humala sobre Keiko Fujimori.
La fúnebre muchedumbre gritaba lemas contra el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela y los instaba a recapacitar sobre su apoyo, al tiempo que lo acusaban de enviar a Perú al tacho.
Otro incidente, menos dramático, igualmente significativo, ocurrió una semana antes de las elecciones. Alvaro Vargas Llosa, su esposa Susana, el cineasta Luis Llosa, y la cantante Roxana Valdiviezo salieron a comer a un restaurante peruano-japonés en San Isidro. Toda la comida transcurrió con tranquilidad, salvo su final.
Un ingeniero industrial se acercó a Álvaro Vargas Llosa y le dijo que criticaba su apoyo a Ollanta Humala, porque no era una decisión meditada sino todo lo contrario, frases más frases menos. Éste, le respondió, en tono profético: "Vas a ser el primero en ir a saludarlo cuando salga elegido presidente, él va a ganar esta elección, acuérdate bien de esta conversación".
De inmediato, Álvaro Vargas Llosa abandonó el restaurante, rodeado por los mozos y la seguridad del restaurante, quienes le pedían autógrafos y lo felicitaban por su decisión política.
Desde otras mesas, en cambio, empezaron a abuchearlos. Tanto Roxana Valdiviezo como Susana Abad voltearon a responder a los espontáneos, quienes al verse reprendidos se quedaron callados nuevamente.
En la puerta, Susana Abad se encontró frente a frente con el padre del dueño del restaurante, quien con varias copas encima, expresó su molestia electoral con un bufido. La esposa de Álvaro Vargas Llosa le respondió que "si estaba prohibida la entrada a los que votamos por Humala que ponga un letrero".
Incidentes como éste, le sucedieron a Alvaro Vargas Llosa y a su esposa Susana, pero también a Morgana y a su familia; y al excelente equipo de profesionales que trabajan en Lima con Mario Vargas Llosa.
En las redes sociales, el acoso no ha sido distinto al que han experimentado en su vida cotidiana. Tras la victoria de Ollanta Humala, se ha creado una página en Facebook donde se pide quemar los libros del Nobel y se lanzan mensajes contra él, así como en Twitter se recuerda la frase de Vargas Llosa al recibir el premio sueco y que le dice su esposa Patricia: "Mario, tú sólo sirves para escribir".
Pero así como hubo de cal, hubo de arena: días antes a la elección se realizó una lectura de libros de Vargas Llosa frente a la casa de éste, donde numerosas personas le expresaron su apoyo por apostar contra lo que llamaron "el fantasma de la dictadura".
Tras la elección de Ollanta Humala los ánimos exaltados aún no acaban de calmarse. Los Vargas Llosa han aprendido una lección social que no olvidarán, mientras que las crónicas de los periodistas extranjeros han rozado lo insólito al tratar de explicar lo sucedido a los familiares de un premio Nobel en tiempos electorales.
Crónicas de una parte de la sociedad limeña, un lienzo más bien, que aún no termina de pintarse.