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La demagogia como estilo de gobierno

Publicado: 2011-06-13



Estamos frente a muchos signos que delatan una nueva forma de hacer política, aunque no tiene nada de nueva en la historia, pues hasta los griegos ya se referían a ella. De hecho, los griegos no solo hablaban de democracia, sino de sus vicios. Platón se oponía a la democracia por considerar que imponía demasiados riesgos, en especial caer en la demagogia. Desde Platón, muchos han sido los grandes pensadores que han señalado los defectos en que tienden a caer las democracias mal concebidas y mal instrumentalizadas. Borges tenía una colección de frases célebres en contra de las democracias. Decía que la democracia era un error de la estadística, y defendió su preferencia por las dictaduras asegurando que le resultaba más fácil creer en una persona que en una muchedumbre.

Una democracia mal concebida y mal instrumentalizada, por ejemplo con un pésimo sistema electoral, cae fácilmente en la degeneración. Lo que tenemos como resultado ya no es una democracia sino lo que Polibio denominaba una oclocracia. La definición de la oclocracia por parte de Polibio parece una descripción exacta del Perú actual: una tiranía de las masas incultas mediante la imposición de su número y el uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas desafortunadas. En suma, una oclocracia es todo lo opuesto a la democracia, es el simple poder de las muchedumbres, ya sea mediante elecciones burdas donde no cuenta más que lo cuantitativo, o bien mediante el uso de la fuerza callejera.

A lo largo de la historia moderna muchos pensadores han meditado en estos problemas de gobierno. La consecuencia de tales meditaciones es que existen sistemas electorales bien pensados, que evitan caer en los vicios típicos de las democracias burdas o seudo democracias. Hay una diferencia crucial entre la "democracia" entendida como gobierno del pueblo y la "oclocracia" como gobierno de las muchedumbres. Hoy mismo no han cesado los estudios y debates en torno a los sistemas de gobierno democrático y de las formas de enfrentar sus vicios. Debates que en el Perú no existen ni se conocen ni se discuten, ni siquiera en las universidades donde aun siguen cacareando marxismo.

Uno de los principales vicios de la democracia es caer en la demagogia. Algunos consideran que dentro de este concepto debe incluirse a los medios que influyen con sus titulares, sustituyendo el debate por el escándalo y la mentira. Pero la idea más clara de demagogia es el discurso político recargado de ofrecimientos y adulaciones al pueblo, la manipulación ideológica mediante el empleo de recursos retóricos que hacen referencia a supuestos peligros y enemigos, como la oligarquía y el imperialismo, conceptos que pertenecen al siglo XIX.

La demagogia se distingue en el lenguaje político por el empleo recargado de palabritas floridas como "dignidad", "justicia", "cambio", "derechos", "inclusión", "redistribución equitativa", etc. Escucho a la alcaldesa de Lima declarando ante los medios mientras inicia el sembrado de unos árboles que nadie sabe si sobrevivirán. "El verde no es un privilegio de unos pocos sino un derecho de todos". ¿Qué quiere decir con esto la señora alcaldesa? Nadie sabe. En realidad no ha dicho absolutamente nada coherente pero ha promovido un sentimiento de reivindicación que no tiene ningún sentido en un acto tan elemental como el inicio de un plan de sembrado de árboles. Podría haber dicho que el verde existe allí donde se siembra y se cuida. Pero prefirió la demagogia.

Por otro lado tenemos un gobierno recién electo que nos ha llenado la cabeza con un discurso recargado de cosas que sólo existen en la imaginación, tales como la famosa "redistribución equitativa de la riqueza". Una campaña repleta de ofrecimientos alucinantes al pueblo: regalo de dinero, servicios gratuitos, disminución de precios y aumento de sueldos. Así cualquiera gana. Pero ¿es eso democracia? Hay toda una larga discusión teórica al respecto, y pueden hallarla en libros y artículos publicados en el último medio siglo. Sería bueno para todos que iniciemos una discusión versada sobre el tema para no vivir engañados con las cifras electorales. La realidad va más allá de las cifras.

No necesitamos un mecanismo que tan solo proporcione un gobierno cada cinco años. Lo que necesitamos es un sistema que nos permita construir un país duradero, fundado en las mismas ideas de fondo. Ideas que miran el futuro y no un oportunismo momentáneo y pasajero.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social