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Foto: laindustria.com

Uno y Quizás Dos Enroques

Publicado: 2011-07-30

Martha Chávez, garante de la democracia

 

Sinesio López acuñó la metáfora del enroque para explicar lo inexplicable: que el APRA se corrió a la derecha y las FFAA se fueron a la izquierda. El intercambio de posiciones ocurrió de forma casi simultánea, entre 1956 y 1962. Así que la oposición se mantuvo.  Más de cincuenta años antes de la elección entre el cáncer y el sida, el APRA se aplicó una quimioterapia para  pasar a las filas de la legalidad democrática.

Foto: Life (1968)

 

Hoy, a dos días del affaire Martha Chávez, provoca sugerir otro tipo de enroque. Uno más político que económico. Porque el fujimorismo se ha erigido ya no solo como el defensor del modelo económico, sino también del sistema político, de los principios y rituales democráticos e incluso de la constitución vigente. Encarnado en Martha Chávez y la segunda bancada más grande del país, el fujimorismo se ha convertido en el verdadero garante de la democracia, denunciando la existencia de un presidente de facto y la inminencia de un golpe de estado. No hace falta ser marxista para entender que la historia en el Perú se repite siempre como farsa.

Pero la pregunta, entonces, se cae de madura. ¿Quién intercambió posiciones con el fujimorismo? ¿Qué agrupación ha sido expulsada de la clase política, convirtiéndose en outsider “de facto”? El propio fujimorismo ensaya una hipótesis. Algunos de sus más notorios líderes hablan de una era de persecuciones, aludiendo incluso al líder encerrado. No ha faltado un analista que –ante el parecido entre los resultados de las elecciones del 2006 y 2011- ha anunciado la existencia de un sólido norte naranja.

Esta teoría quizás sea injusta, sino ofensiva. Pero los cuatro apristas que flotan en el congreso no parecen tener el peso suficiente para descartarla del todo. Y si son ciertos los rumores de que Alan García regresará con un nuevo partido político, quizás estemos asistiendo a los funerales tan largamente anunciados del partido de la estrella. O quizás, como lo dice un extrañamente optimista Matos Mar, todos los partidos ya murieron y solo se arrastran por ahí, sin darse cuenta.

Carlos Cabanillas


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