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Ollanta Humala, un Presidente de 140 caracteres

Publicado: 2011-08-16

Cuando el presidente de la República, Ollanta Humala, anunció hace unos días en Pisco que su mandato sería un gobierno de "menos palabras y más acción" no exageraba. Estas pocas palabras, a tenor de lo mostrado hasta ahora, bien pueden reducirse a una cantidad concreta: 140 caracteres.

Para cualquier usuario de Twitter esta cantidad resulta familiar, se trata del límite máximo de caracteres que esta red social permite por mensaje difundido. Sin embargo, para el resto de la población, esta puede ser la nueva forma en el máximo mandatario del país se comunique, a partir de ahora, con la nación.

En efecto, la última comunicación difundida por el presidente Humala se realizó a través de su cuenta en la conocida red social:

Como suele ser habitual, el nuevo estilo presidencial -diametralmente opuesto al establecido por el anterior presidente, Alan García-, tiene sus detractores y defensores.

Entre estos últimos destaca, sin sorpresas, el padre del presidente Humala, Isaac, quien declaró recientemente en una entrevista en Radio Programas: "Tiene su estilo de gobierno pues. ¿Por qué no respetan? ¿Quieren que sea un parlanchín que hasta por gusto hable como Alan García?"

El analista político Enrique Bernales, consultado por el diario El Comercio, subrayó, en este sentido, que “cada presidente tiene su estilo de gobierno, no es una pauta que tengan que hablar todos los días”.

En lo que se refiere a aquellos que no ven con tan buenos ojos el estilo parco del lider nacionalista, se encuentra el periodista Augusto Álvarez Rodrich. Pese a alabar ciertos aspectos del mismo, Álvarez Rodrich, en su columna del diario La República, también criticó lo siguiente:

Pero eso no puede ser el biombo para que eluda respuestas que pertenecen al campo legítimo de la transparencia indispensable a la que está obligado un presidente democrático.

En este sentido, es incorrecto que, ante preguntas sobre qué hará su gobierno en el terreno constitucional, o si apoyará una amnistía para su hermano Antauro, el Presidente responda que “tengo una agenda que cumplir con el pueblo peruano; yo estoy concentrado en esa agenda y lo que no pertenece a ella, no merece que le demos importancia”.

En estos temas es mejor –para el país y para el Presidente– tener respuestas contundentes en vez de ambigüedades que dejan la puerta abierta para todo. Y no me vengan con sobonerías palaciegas como las que estoy escuchando en estos días de que la prensa solo busca vender periódicos con estas preguntas, pues conocer de manera clara y directa, qué cambios quiere hacer el Presidente en la Constitución, o si en algún momento avalará la salida de la cárcel de su hermano antes de que este cumpla su condena, es, sin duda, información relevante y de interés para la nación.

La reconocida periodista Rosa María Palacios, por su parte, también se unió a las críticas hacia la actitud comunicativa del presidente. En un artículo publicado en Diario 16, Palacios resaltó que:

El problema está en que en nuestro país un gobierno representado por un Presidente que no tiene nada que decir, que no saber qué decir y, peor aún, que no se entiende ni a sí mismo, estará, tarde o temprano, en graves problemas.

En primer lugar, porque “trabajar o comunicar” es una falsa disyuntiva. Primero, porque un Presidente toma decisiones y las comunica. Ese es su trabajo. Es el de otros, ejecutarlas.

En segundo lugar, porque el poder no admite vacío. Este no es un problema de abstinencia de titulares para la prensa. Ingenio y maña para lograr la atención del lector, sobra en el país. Si no hay notas del Presidente, se llenarán con otra cosa.

En tercer lugar, porque el silencio en política es siempre oscuro. Fujimori fue parco y se le apreció por ello durante su gobierno. Pero cuando cayó, su silencio frente a la corrupción y el crimen lo hizo cómplice. El silencio revela falta de transparencia, ocultamiento y, finalmente, soberbia.

En cuarto lugar, porque el silencio rápidamente puede identificarse con incompetencia, falta de manejo político, ausencia de ideas e improvisación. Que lo diga Susana Villarán.

Finalmente, nos guste o no, nuestro régimen político es, en su práctica, presidencialista. Necesita de una voz fuerte que nos hable, para bien o para mal, sin esconderse luego. (...) Ya va siendo hora de que el mismo Ollanta Humala entienda cuál es la naturaleza del cargo para el que ha sido elegido.


Escrito por

Ángel García Català

Redactor de lamula.pe


Publicado en

Redacción mulera

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