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La universidad del presente

Publicado: 2011-09-14

Sucede siempre que mientras la realidad cambia y se transforma, nuestros conceptos se quedan anquilosados en el pasado. Poco a poco llega un momento en que tales conceptos no concuerdan con la realidad y pensamos que es la realidad la que está mal. Entonces empieza un proceso de enfrentamiento y crítica hacia la realidad. Esto ocurre con todas las generaciones. A medida que se hacen viejos les parece que el mundo está peor cada día. Puede ser que efectivamente el mundo esté peor cada día, algunos lo llaman entropía, pero ese es el mundo después de todo.

Ahora nos pasa lo mismo con nuestro concepto de "Universidad". Esta ha cambiado. Es un hecho. Ya no es la misma que hace unas décadas. El concepto de Universidad que teníamos los que estudiamos en el siglo pasado, es mejor tirarlo al tacho. Hay que renovarse y generar un concepto más actualizado y realista, especialmente adecuado para el cúmulo de universidades inventadas en este siglo, pues ellas están allí. No las podemos ignorar.

La Universidad sigue en nuestras mentes fuertemente vinculada al saber y, a veces todavía, a la investigación y las publicaciones académicas. La educación universitaria aún se vincula a la formación de un hombre mejor, de un ser superior que se basa en la razón y el conocimiento científico. Pero todo eso es ahora pura teoría; ya no es verdad. La Universidad actual no es más que un recinto destinado a generar trabajadores que posean ciertas capacidades concretas para desempeñarse en un puesto laboral. Eso es todo. Incluso las universidades de viejo cuño se están adaptando al moderno formato de Universidad y han entrado en la competencia por generar nuevas "carreras universitarias" como el turismo y la cocina.

Si vemos bien, no es la primera vez que la Universidad cambia. Ha venido transformándose en cada época de nuestra historia. Hasta donde tengo memoria, en los 70 y 80 la Universidad era concebida de una manera muy curiosa, pues se proclamaba como el lugar donde los jóvenes adquieren "conciencia de clase", donde estudian la realidad nacional y se comprometen con la lucha política. Ese concepto de Universidad surgió tempranamente en los años 30, pero se consolidó en la posguerra, cuando las potencias socialistas, URSS y China, iniciaron su guerra fría contra EEUU mediante el adoctrinamiento mundial contra el capitalismo. Fue cuando las universidades del Perú y Latinoamérica se volvieron academias de la subversión política. Muchos ingenuos estudiantes de entonces se volvieron borregos de las potencias socialistas y pugnaban por representar a Moscú o Pekín. Incluso a miserables paisistos como Albania. Fue el furor de la alienación mental y hasta se peleaban por ser la encarnación más pura del marxismo.

En esos tiempos San Marcos era también cualquier cosa menos Universidad, de acuerdo a los cánones previos. Albergaba docenas de agrupaciones políticas rivales pero todos de izquierda, y se disputaban los muros para pintarrajearlos con sus lemas, copaban los patios para predicar sus doctrinas, hablaban de las masas y del pueblo, de la alianza obrero-campesino-estudiantil, de la lucha armada y de mil cosas que solo existían en su delirante imaginación. Al final uno de esos grupos realmente inició su lucha armada convertida en terrorismo salvaje, siguiendo la alucinada doctrina del marxismo-lenninismo-maoismo-Pensamiento-Gonzalo. Estaban tan dementes que iniciaron su "lucha popular" colgando perros en los postes con carteles en que amenazaban a Deng Xiao Ping. Nunca el Perú tuvo tantos dementes como cuando las universidades asumieron el rol de adoctrinamiento político de izquierda socialista.

Recuerdo haberme metido a varias reuniones de aquellos días en San Marcos. A los tan anunciados talleres de "estrategias de movilización social y tácticas de sabotaje". Verdaderos laboratorios de donde salían con el cerebro lobotomizado por la ideología de izquierda. Yo los escuchaba y me preguntaba si estos tipos estaban locos. Y realmente lo estaban. Fue entonces cuando desistí de estudiar Derecho y me pasé a la Facultad de Psicología, pero en otra Universidad, donde pudiera estudiar sin que los dementes de la izquierda estudiantil interrumpieran las clases para gritar sus estúpidas arengas con el puño en alto. Afortunadamente aquel concepto de Universidad fue superado, aunque a un costo muy caro para el país. Todavía quedan muchos lobotomizados de aquella época, y algunos están ahora en el poder.

Pero hoy la realidad de la Universidad es otra. Ahora estamos ante la creación frenética de universidades como obsequio político a los pueblos. Se anuncia la próxima creación de una universidad en Chincha. Hace solo tres años se creó una en Cañete, a menos de 50 Km. ¿Hay tanta población estudiantil? La pregunta más importante es si hay tantas empresas que puedan acoger a los futuros profesionales. Yo no lo veo. El nivel agroexportador de estas regiones tendría que crecer muchísimo. Todavía están en la Edad Media, lugar al que la dictadura de Velasco envió al agro nacional luego de su Reforma Agraria. Todavía vemos a los campesinos de Cañete agrupados al rededor del otrora resplandeciente Castillo Unanue, ahora a punto de venirse abajo rodeado de casuchas, en lo que más parece un asentamiento humano en vez de una gran unidad productora y agro exportadora, como tendría que ser hoy de no ser por el velascato.

¿Dónde trabajarán los egresados de estas universidades de Cañete y Chincha? ¿Y dónde los de Tayacaja y Huanta? Estoy de acuerdo en que las universidades se transformen para responder a su época, pero es evidente que la Universidad se ha convertido en una promesa de campaña, en uno de esos productos de obsequio con que los políticos demagogos de hoy llegan a los pueblos. En estos días se ofrece una Universidad como antes se ofrecía una plaza de toros. Está bien que no sigamos mirando al pasado para imponer un concepto quizá desactualizado de Universidad, pero tampoco hay que dejar de mirar hacia el futuro. Estas universidades que hoy se crean con tanta facilidad y que no son más que maquinarias de trabajadores asalariados para el sistema productivo, pueden llevarnos a la siguiente crisis social, tan grande como la que nos produjo la anterior versión de Universidad de los 70-80, la generadora de los "luchadores sociales" que acabaron como terroristas.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social