Ollanta Humala vuelve a sorprendernos con otra de sus frases cantinflescas. Ya no se trata solo de la relamida "inclusión social" sino que ahora es "democratizar la democracia". Construir esta clase de frases enredadas es un recurso muy típico de los charlatanes, así como el empleo de paralogismos y neologismos con los que confunden y atarantan a desprevenidos oyentes.

Sin embargo, la frasecita no es nueva ni le pertenece a Ollanta Humala sino que es muy usada en el ambiente del neosocialismo del siglo XXI, es decir en ese "socialismo chicha" que ha emergido en el circo político de Latinoamérica. Recientemente se la ha escuchado mucho en Bolivia, donde, con el burdo cuento de "democratizar la democracia" se convocó a unas ridículas elecciones judiciales para que "el pueblo" elija "democráticamente" a los jueces.

Esta clase de aberraciones solo puede ocurrir en países verdaderamente subdesarrollados. Las elecciones judiciales en Bolivia fueron una aberración total, donde la gente no tenia ni idea de por qué ni para qué ni por quién se votaba. La cédula de votación media un metro de largo y tenía las fotos a color de 77 candidatos a los que nadie conocía. Claro que el ente electoral "cumplió" con poner a disposición del "pueblo" el CV de todos los candidatos, creyendo que con eso ya está todo arreglado. Las voces sensatas que intentaron mostrar la estupidez de estas elecciones, fueron desoídas y acusadas por tratar de boicotear la "verdadera democracia".

Una manera muy típica de "democratizar la democracia" empleada por tiranuelos de toda especie, desde Hugo Chávez hasta Augusto Pinochet, e incluso Alberto Fujimori, es convalidar sus tropelías mediante consultas populares, en los que se convoca a la gente a decidir incluso por cuestiones tan técnicas como la aprobación de una Constitución. Esto ha ocurrido en Venezuela, Ecuador y Bolivia, donde los tres chiflados gobernantes neosocialistas montaron su circo electoral para convalidar una Constitución hecha a su medida.

Otra forma de "democratizar la democracia" es convertir las consultas electorales en "derechos del pueblo" y hacerlas obligatorias, forzando a la gente a ser parte de la farsa electoral. No importa la calidad del voto, solo su número. Es decir, a nadie le interesa si el votante sabe por qué está votando. Esta clase de votaciones masivas y obligatorias no solo carecen de sentido sino que dan resultados contraproducentes porque terminan entronizando a los demagogos. Otra estrategia electorera es llevar las ánforas hasta los lugares más apartados, incluyendo caseríos remotos y tribus amazónicas, en donde la gente usualmente no sabe lo que pasa en el mundo, pero se les obliga a "cumplir con su derecho", previa "educación electoral".

Lo cierto es que los países subdesarrollados, al igual que las tribus salvajes, han convertido al acto electoral en un "ritual mágico" que convierte cualquier estulticia en democracia. Los tiranuelos de hoy, los "revolucionarios" del neosocialismo chicha del siglo XXI, ese club de demagogos que navega sobre un mar de ignorancia rampante, y que han hecho de las consignas floridas su sustento ideológico, han encontrado en el montaje de actos electorales masivos su mejor estrategia de manipulación. Se han dado cuenta de que obligar a votar a las masas incultas es la manera más fácil de retener el poder y, además, pasar por demócratas.

En fin, ignoramos cuál sea la idea que tiene Ollanta Humala sobre "democratizar la democracia". Hasta es muy probable que no tenga ninguna idea, pues a los charlatanes solo les encanta adornarse con estas frasecitas misteriosas. Lo malo es que cuando esta gente empieza a hablar en estos términos, lo que viene después generalmente es la prostitución de la democracia. Aunque ya tenemos un sistema electoral bastante aberrante, cuyos resultados tenemos a la vista. No me imagino adónde más podríamos llegar. ¿A elecciones judiciales?

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