La energía empresarial y la ciudad: retos para Susana Villarán
Ha llegado la hora de cambiar de manera definitiva la relación de la pequeña empresa con el Estado y la del Estado con los pequeños empresarios. Pienso que quienes deben comenzar con esta tarea son los municipios. La pequeña empresa está acostumbrada a luchar y a sacar adelante a puro punche sus iniciativas. Para ello no le importa trasgredir nada; para el empresario, todo se justifica en nombre del trabajo y sus ingresos. Por su parte, el Estado no está acostumbrado a tener iniciativas acordes con el dinamismo empresarial.
Parece que la nueva administración del municipio de Lima tiene la intención de tomar iniciativa y ojalá que los municipios distritales la sigan. Se retoma el exitoso derrotero liderado por Alberto Andrade que, junto con las obras –e incluso antes que ellas-, gestionó a los ciudadanos y, sobre todo, a aquellos que en su calidad de empresarios tomaron las calles de la ciudad. Lima demanda con urgencia orden y respeto a las normas y a los espacios públicos.
El municipio ha comenzado su primera batalla, la del transporte, y la tiene que ganar de manera definitiva. Combis y las custers tienen que reconvertirse y dar paso a un sistema más eficiente. Los buses, por más que piteen, tienen que acatar el reordenamiento. El siguiente paso debe ser el de los taxis. Ese negocio requiere una revolución y las normas deben permitir pasar a una situación superior a esta desordenada herencia del siglo pasado.
Ambulantes. No hay lugar para el desorden ambulatorio de estos meses. El descuido que se ha vivido en este campo debe de ser revertido, no solo a nivel del cercado sino en todos los distritos. Con el crecimiento económico de las últimas dos décadas, la verdad que nadie, ni por un minuto, podría aducir derechos a invadir espacios comerciales consolidados.
Esa energía empresarial maravillosa requiere nuevos espacios comerciales. Los municipios distritales, sobre todo los que concentran la mayor cantidad de nuevas invasiones y sus distritos vecinos, deben invertir en generar mercados municipales o concesiones privadas donde la energía empresarial de estos nuevos comerciantes debe ser canalizada.
Los distritos viejos tienen una tarea similar, deben habilitar más zonas comerciales. Han crecido aceleradamente hacia arriba aumentando radicalmente su población, pero no han generado nuevos espacios para que se instalen pequeños negocios. En muchos distritos, literalmente, no hay dónde alquilar nada que cumpla con la zonificación comercial. Los empresarios estamos esperando que las administraciones municipales replanteen sus planteamientos de zonificación comercial.
Otro punto es el de los mercados. Sería bueno que la alcaldesa Susana Villarán lidere una iniciativa para que mercados y mercadillos de abastos tengan un nuevo estándar de servicio. Aunque duela, hay que decirlo, los mercados de abastos limeños son un desastre con la complicidad de las 42 municipalidades distritales de Lima, y los mercados administrados por el concejo metropolitano también. Es hora de fijar los estándares del siglo 21 en este campo y cumplirlos. Los comerciantes de los mercados deben invertir en mejorar todo el concepto de sus negocios.
Por último, faltan espacios para desarrollar industria. Necesitamos con urgencia unos tres nuevos parques industriales. La ciudad requiere canalizar el empuje empresarial.
(Publicado en Diario16 el sábado 5 de noviembre)