Martín Rodríguez Gaona premiado
Martín Rodríguez Gaona
Con un jurado presidido por Luis Alberto Cuenca, el poeta y traductor peruano Martín Rodríguez Gaona ha ganado el premio de poesía “Cáceres Patrimonio de la Humanidad” que otorga, además de 6000 euros y una edición institucional, una edición comercial del poemario en la editorial DVD. La ceremonia de premiación será en abril. La obra premiada se titula Madrid, línea circular, une los géneros de poesía y prosa y, según dice el jurado, destaca en ella su originalidad y personalidad.
Dice la nota:
El escritor peruano Martín Rodríguez-Gaona (Lima, 1969), que también posee la nacionalidad española, ha resultado ganador el XXIV Premio de Poesía ‘Cáceres Patrimonio de la Humanidad’ con la obra ‘Madrid, línea circular’, cuyo título ha sido dado a conocer este martes por el jurado del concurso.
Martín Rodríguez-Gaona ha publicado numerosos libros de poesía, ha vivido en Perú, Estados Unidos y España y ha sido becario de la Residencia de Estudiantes de Madrid de 1999 a 2001, desempeñando el cargo de coordinador del área literaria de esta institución hasta 2005.
También ha obtenido la beca internacional de poesía ‘Antonio Machado’ de Soria en 2010 y su obra como traductor de poesía estadounidense incluye versiones como ‘La sabiduría de las brujas’ de John Giorno, y ‘Pirografía: Poemas 1957-1985’, una selección de los primeros diez libros de John Ashbery.
Como editor ha publicado libros para el Fondo de Cultura Económica de México y la Residencia de Estudiantes de Madrid. Además poemas, traducciones y ensayos suyos han aparecido en Babelia, ABCD, Letra Internacional, Quimera, Matador, Revista Eñe, RevistAtlántica, Lateral, Cuadernos de la Huerta de San Vicente, El Boletín de la Institución Libre de Enseñanza y El Diario de Poesía de Buenos Aires.
El jurado del XXIV Premio de Poesía ‘Cáceres Patrimonio de la Humanidad’ ha fallado el galardón por unanimidad y ha destacado de la obra su “originalidad y personalidad”, así como su inmersión también en prosa que lo hace intergenérico, aunque no deja de ser un libro de poesía.
El premio, que se entregará al autor en el mes de abril, está dotado con 6.000 euros y la publicación tanto en la editorial institucional ‘Cáceres Patrimonio de la Humanidad’ como en la editorial comercial DVD que se encarga de darle difusión y distribución.
A esta edición del premio se han presentado casi 100 originales de autores con precedencias muy diversas de España y de otros países de habla hispana. Están presentes prácticamente todas las comunidades autónomas y otros países por lo que “la pluralidad de orígenes ha dado también a pluralidad de tendencias, miradas y estéticas poéticas”, destaca el jurado.
Del total de trabajos han sido seleccionadas como finalistas, además de la ganadora, las obras ‘Casa útero’; ‘El náufrago metódico que contase las horas para morir’; ‘Territorio de invierno’; ‘Ginebra azul’; ‘Trece de nieve’; ‘Claridades’; ‘Golos Truda’; ‘La sonrisa de Audrey Hepburn’ y ‘Este confuso invierno’.
El jurado de la presente edición está compuesto por Luis Alberto de Cuenca, que lo preside, así como Diego Doncel Manzano, Irene Sánchez Carrón, Teófilo González Porras y Jesús Fernando Bravo Díaz.
No es esta la única buena noticia llegada desde España para Martín Rodriguez Gaona. Su reciente poemario, Codex de los poderes y los encantos, ha recibido una estupenda reseña de Enrique Villagrasa González en la revista Turia, que ha llegado a su número 100 (y que, como se recordará, hace unos números le dedicó un estupendo especial a Mario Vargas Llosa).
Dice la reseña:
Con los ojos de la pasión
Ut pictura poesis, de Horacio me viene a la memoria tras leer Codex de los poderes y los encantos, III Beca Internacional Antonio Machado, del poeta peruano Martín Rodríguez-Gaona (Lima, 1969) ya que ante esta poesía, cual tronco de árbol al que se aferra el autor y debe atarse el lector, vemos que los poemas que ha pergeñado, dibujado, retratado, deben ser suficientes para imaginar cuadros pintados sin temor, pero teniendo claro que buscamos y buscaremos siempre darle oportunidad a aquello que nos desafía, lenguaje o discurso plástico, y en este caso porque en cada poema él es quien escribe sus reglas y sus límites: el poema se adueña del poeta como el boceto del pintor. Hay que leer al autor con los ojos de la pasión, con rabia en la boca y con ilusión en el corazón, para desentrañar esos poderes y encantos que anidan en el interior de los ocho largos poemas en verso y el texto casi apocalíptico y la explicación a esta historia que nos remonta al inca Garcilaso de la Vega y a Felipe Guamán Poma de Ayala, también cronista de Indias (quien nace para la historia en Dinamarca en 1908). A la poesía debemos exigirle veracidad y a la narrativa que sea verosímil.: “Fábulas, / rondas de espejos quebrando espejismos,” (p.19)
Desconozco los anteriores libros del autor , Efectos personales (Ediciones de Los Lunes, 1993); Pista de baile (El Santo Oficio, 1997); y “Parque infantil” (Pre-Textos, 2005), pero este cuarto me parece dotado de una meditatividad interesante acompañado de juegos de intertextualidad posmoderna muy curisosos, pues de alguna manera su yo poético asume la personalidad del inca Garcilaso y reescribe sus crónicas, al mismo tiempo que hace lo propio con Guamán Poma, o sea por una parte la colonización y por la otra la versión postcolonial distanciada y crítica: dos caras de la misma moneda. De hecho también utiliza algunos textos en latín (desde el “Dic nobis, Maria ,/ quid vidiste in via?” al “Finis desolatrix veritae” haciéndole un guiño al Conde de Lemos) y en inglés (desde el guiño a Eliot “Thoughts of a dry brain in a dry season” hasta “There will be no more / the old men with beautiful manners” y sus ecos), dos reconocidas lenguas colonizadoras.
El autor de Codex…, poeta que escribe este poemario tan significativo, nos demuestra una vez más que la poesía es expresión de evocaciones, representaciones, imágenes, emotividades y valoraciones a través del lenguaje: “Puede Dios perder el mundo / pero a mí / no me fallará.” (p.39). El poeta en este caso trabaja con la abstracción, con los rasgos esenciales de su mundo objetual, mediante la función categorial o conceptual de las palabras elegidas y manipuladas, que no son pocas. En este caso el sujeto lírico es una interpretación representada a la vez que representaciónn interpretada del poeta, o sea de sí mismo: “Quiero el Poder / para prescindir hasta de esto / y así quizá / a la muerte dominar.” (p.51)
Martín Rodríguez -Gaona emplaza su experiencia histórica, la de su yo poético, en el mismo lugar en que los antiguos cronistas intentaban explicar aquellos tiempos y tierras con lenguaje y escritura propios de su cuna sin ir más lejos. La reflexión un tanto dolorosa, agria tal vez, está clara: ni el Perú ni la España de entonces son los que nos han tocado en suertes. Tal vez sea una poesía reflexiva y de corte autobiográfico, marcada por la condición humana: “pues fue la situación humana y no la literaria / la que motivó mi llamada y posterior visita.” (p.19). Y todo esto aderezado por la crónica intelectual y cultural del pasado reciente de nuestra Europa, donde tienen cabida desde el reconocido cementerio Highgate, donde descansan desde Dickens a Marx, pasando por Christina Rossetti, la gran poeta hermana de Dante Gabriel Rossetti. Todos citados en los versos que nos ocupan.
En todo caso, Codex de los poderes y los encantos brinda la oportunidad de leer a este diríase excepcional poeta: “Posiblemente éste sea el origen, pero / hoy eres forastero, / hijo de ningún lugar.” (p.34), en cuya escritura se abrazan lo legendario y lo histórico, el experimentalismo lingüístico y la entonación coral, la relectura de la tradición y la proclama revolucionaria, que por tantos motivos constituye la poesía más actual de habla española: “Vine a Madrid porque me dijeron que aquí sería feliz. De esto hace ya mucho, no sabría decir cuándo, quizá más de una década.” (p.55)
Aunque, o tal vez no sea del todo necesario un análisis como tal del libro, porque el delantal que lo acompaña de Manuel Rico es ya una más que excelente introducción. Y los bordados que cita de Garcilaso de la Vega y del poeta estadounidense, muy influido por Eliot, Hart Crane, que bien podrían ser sus heterónimos en el poemario que nos ocupa. Como ya digo múltiples ópticas para leer a este poeta peruano que sabe que andamos en “(…) Tiempos / de mentira, / muerte y desesperación” y que “Aquellos que busquen la gloria / descubrirán sus nombres / entre horrores y estiércol.” (p.37)
Es que los textos poéticos de Rodríguez-Gaona pueden hacer muchas cosas, desde interpelarnos: “mis ojos antiguos me jugaron malas pasadas, con excesiva familiaridad transformé una fábrica de placer en una mezquita.” (p.87), a dejarnos perplejos: “La realidad adelgazó con el lenguaje.” (p.57), o asombrarnos: “”Desaparecido el hombre, la voz / se convirtió en luz.” (p.47), y sobre todo hacernos pensar: “Lo que más queremos hoy es un trabajo.” (p.46). No cabe ninguna duda de que el primer lector es el propio poeta; que el primer instante de la escritura poética es el quehacer demiurgo mismo; y el segundo momento es la recreación del poema por esa escritura plasmada, pergeñada, dibujada. O sea, el autor interpretado por su obra, bien sea plástica o lingüística: “Sobre la mesa de noche, una lámpara / insomne y libros a medio leer / (‘Nada es lo suficientemente bueno, / ni siquiera yo mismo’). (p.36)
Tal vez este poemario tenga su tronco salvador en la contradicción que nos envuelve y por esto creo y haciendo mías las palabras de Rico: “Estamos ante un magnífico libro de múltiples significados. En él se confirma la solvencia de un poeta que mezcla con sabiduría cultura, vida, memoria y emoción. Y una mirada crítica y escéptica hacia el mundo y sus servidumbres. Sumergirse en su lectura es un placer y una aventura: la del encuentro con la reflexión y el descubrimiento de mundos imprevistos. Lo que no es poco en los tiempos que corren”.-