La reconocida periodista Rosa María Palacios hace un análisis político de todo lo que ha pasado en 2011 centrándose en tres ejes principales.

La discusión por los derechos humanos de los policías y de los terroristas es uno de los temas que destaca, y menciona que cuando una persona entra en esa discusión solamente sospecha que "a) mi interlocutor no tiene ningún respeto por los derechos de nadie,  salvo por los suyos; b) que no tiene la más remota idea de qué es un derecho, para qué sirve o dónde se defiende; c) que no tendría ningún problema en que el Estado, eventualmente, me quite los míos".

Sobre el tema de la revocatoria, la también abogada opina que lo único que se logrará será victimizar a Villarán y con esto fortalecerla en el poder. Menciona además que detrás de esta acción política están periodistas vendidos y políticos que buscan llegar al poder en una futura candidatura.

A continuación te compartimos la columna completa publicada en La República:

1) Cada vez que escucho decir a alguien ¿dónde están los DDHH de los policías y militares? o ¿por qué solo los terroristas tienen DDHH?, se activa en mí un mecanismo de defensa instantáneo, un reflejo condicionado, después de escuchar por años casi siempre a las mismas personas soltar las mismas preguntas. Al instante sospecho que: a) mi interlocutor no tiene ningún respeto por los derechos de nadie,  salvo por los suyos; b) que no tiene la más remota idea de qué es un derecho, para qué sirve o dónde se defiende;  c) que no tendría ningún problema en que el Estado, eventualmente, me quite los míos; y, d) que les encanta venderse políticamente como ‘defensores’ de víctimas inocentes que ahora, ¡oh causalidad!, votan. El debate sobre los Comandos Chavín de Huántar y la cantidad de lugares comunes y frases de la más profunda ignorancia vertidas por los autoproclamados ‘tutores morales’ de las FFAA pueden dar algunas luces de por qué militares y policías tienen tanto miedo y confusión sobre sus derechos. Harían bien los defendidos en ‘dar de baja' a los que hacen política a su costa. No los necesitan, pues es público y notorio que son inocentes y nadie, ni aquí ni allá, los quiere meter presos.

2) Revocar a un alcalde requiere el 50% más uno de los votos válidos de la circunscripción. Esto, en Lima, es más de 2 millones y medio de votos. Un objetivo casi imposible de cumplir para  sus promotores. ¿Qué buscan entonces los que dicen que quieren sacar del puesto a Villarán? Primero, lo obvio, una venta política de sus propias futuras candidaturas, algunas muy desgastadas por esta gestión, como la de Castañeda, u otras inexistentes, como la de Marco Tulio Gutiérrez. Segundo, la comparsa, como lo dice AAR, también tiene sus propios objetivos. Por ejemplo, poner orden en el transporte o tener funcionarios que no se corrompen deja a los perjudicados muy molestos, y donde corrió plata para comprar voluntades correrá plata para comprar kits electorales. También hay periodistas que creen que tienen alguna influencia en poner o sacar autoridades y se venden así, con grandes ínfulas. Como su teoría suele fracasar, necesitan ofertar algún éxito para ganar alguna credibilidad que perdieron hace mucho. Esto es, finalmente, todo el cuento de la revocatoria; que tal como se está manejando, va a victimizar de tal forma a Villarán que le van a hacer el favor de su vida. Ni la arena torpemente donada y perdida en La Herradura le va a hacer daño.

3) Oponerse a la inversión privada en provincias, por razones ambientales, es el equivalente a entrar al concurso ‘Trampolín a la Fama’. Anduviri, Saavedra, Pizango. Nombres de representantes de ‘frentes’ que son más famosos que las autoridades elegidas. Activistas políticos que nadie eligió pero que mantienen sus liderazgos por la fuerza. Reproducidos en millones de páginas de papel. Entrevistados y fotografiados. Radicales, en el límite del delito, ‘negociando’ de tú a tú con el Ejecutivo. Han encontrado su propia mina de oro. Pueden hacer política sin partidos, sin elecciones, sin electores y, por supuesto, sin ninguna responsabilidad. La fórmula es buenísima. El problema es que el daño para el país es enorme.  ¿Podrá este gobierno enfrentar ese modus vivendi?

¡Feliz 2012 para todos los lectores!