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Sinesio López: "La hoja de ruta ha sido políticamente prostituida"

Publicado: 2012-01-15

El sociólogo y columnista del diario La República, Sinesio López, escribió un artículo en el que analiza las distintas interpretaciones de la Hoja de ruta en relación a los dos gabinetes ministeriales que ha tenido el gobierno de Ollanta Humala, y afirma que ha sido "políticamente prostituida" por grupos políticos que la entienden como la continuidad del modelo económico por el que optó el gobierno anterior.

López asegura que la hija de ruta ha perdido "su horizonte utópico y su filo reformista" debido a que Humala, por diversas presiones políticas y económicas, decide cogobernar con poderes neoliberales y que ello se ve claramente en los objetivos que priorizaron el gabinete del ex Premier, Salomón Lerner, y los que ahora prioriza el gabinete del actual Premier, Óscar Valdés.

'Las Hojas de ruta' por Sinesio López:

La hoja de ruta  ha sido políticamente prostituida. Todos la manosean y la definen como quieren. El fujimorismo, la Alianza por el Gran Cambio y el Apra  tienen una visión conservadora de ella y la entienden, en lo esencial, como la continuidad del modelo económico y de las políticas públicas del 90 en adelante. Valdés y Castilla le han arrebatado el horizonte utópico y reformista y la han convertido en una hoja de parra que oculta sus desnudeces fujimoristas. Cada cual la apoya y exige su cumplimiento de acuerdo a la manera como la entiende y la define. Como  anotó agudamente Carlín en su momento, a la hoja de ruta se le han caído algunas letras que fueron sustituidas por otras otorgándole un sentido radicalmente distinto al primigenio.

Ella surgió como una adecuación del programa de la gran transformación a la coyuntura de la segunda vuelta y como expresión de la nueva coalición social y política con los sectores liberal-democráticos. Gracias a esa nueva coalición se pudo ganar a Keiko Fujimori y a todos los poderes que la respaldaron pasando de 32% a casi 52%. Se consideró con razón que los tiempos políticos no son homogéneos sino que cambian de acuerdo a las modificaciones en las relaciones de poder entre las fuerzas sociales y políticas. En la coyuntura de la segunda vuelta, que era moderada y hasta conservadora, la exitosa  hoja de ruta tuvo un sentido de cambio y de reforma. Hoy, en cambio, ella tiene un sentido conservador debido al avance del fujimorismo y de las fuerzas conservadoras que se ha producido en el gobierno.

Ello significa que el sentido político de los acontecimientos y de los programas no depende sólo del significado que le imprimen los actores sino también del carácter del contexto (reformista o conservador) en el que ellos operan. En otras palabras, el contexto resignifica el sentido político que los actores otorgan a sus acciones y a los programas. ¿En qué momento la hoja de ruta comienza a perder su horizonte utópico y su filo reformista? Mi hipótesis es que esa mutación comienza cuando el presidente Ollanta, presionado por los poderosos grupos económicos y por la derecha política y mediática e inducido por “los brasileros”, decide cogobernar con los representantes (Velarde y Castilla) del orden neoliberal. En ese momento se introduce también lo que hoy se llama falta de cohesión porque fuerzas extrañas a Gana Perú comienzan a cogobernar.

El discurso de Valdés culmina la tarea de reconversión de la hoja de ruta. Con su avance temporal se ha producido una cosa curiosa: los que introdujeron la disonancia en el gabinete Lerner han terminado acusando a los autores de la primigenia hoja de ruta (la izquierda y el centro liberal-democrático) de producir una falta de cohesión en el gobierno. Este hecho demuestra  que son los triunfadores los que ponen nombre a las cosas y que los derrotados no tienen derecho a la memoria. Es interesante comparar los discursos de los dos primeros ministros del gobierno de Ollanta (Lerner y Valdés) para comprender mejor los sentidos diferentes que tiene la hoja de ruta. El de Lerner presentó cuatro horizontes (crecimiento con inclusión en democracia; igualdad de derechos, oportunidades y metas sociales alineadas con los objetivos del milenio; concertación económica y social en el ámbito nacional, regional y local y reencuentro histórico con el Perú rural) que señalaban el norte de los grandes cambios que debía impulsar el gobierno y diez políticas que buscaban concretarlos.

El discurso del señor Valdés, en cambio, recoge  una vieja propuesta tecnocrática y burocrática que proviene de la capilla del MEF y deja de lado las reformas de la hoja de ruta original, a la que quita  la garra y el punche necesarios que requiere todo impulso transformador.  Para citar sólo algunas de las muchas ausencias de cambio, la lucha contra la corrupción, que hacía la diferencia, se ha esfumado y la necesaria reforma del Estado ha sido achatada y reducida a una modesta propuesta de modernización de la gestión pública. De ese modo, el Estado seguirá capturado por los grandes grupos económicos, se mantendrán las islas de modernidad que le permiten al MEF operar como si fuera el gobierno, las políticas públicas (educación, salud, seguridad y justicia) no llegarán a todos los peruanos y peruanas por igual y la descentralización no tendrá el impulso necesario para superar la desigualdad entre las regiones, el atraso y la desarticulación del territorio.


Escrito por

Claudia Chávez

@ClaudiaPollo Estudio Periodismo


Publicado en

Redacción mulera

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