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Pedro Llanos: "Es evidente que lo que la derecha quiere es una izquierda sin proyecto, sin visión de país"

Publicado: 2012-02-04

En el artículo publicado en el blog The fucking times, Pedro Llanos describe, desde su punto de vista, lo que la derecha busca en la izquierda: un grupo que no tenga proyecto, "sin visión de país. Una izquierda light, edulcorada, sin filo", a raíz de las criticas que dicho sector ha hecho al cambio de dirección del gobierno de Ollanta Humala

Por otro lado, sostuvo que si bien Humala fue el más votado, lo fue porque tenía un discurso de cambio del modelo económico, que con el "viraje Valdés" es probable que un sector de la población quede descontento por esa manera "piloto automático" de gobernar.

Aquí, el artículo 'La derecha indigesta busca una izquierda light' completo:

Las reacciones de la izquierda al evidente viraje del gobierno de Humala han dado pie a que la derecha (que es la misma de toda la vida) la acuse de no haber cambiado. Es más: han tenido la gentileza de dar sugerencias para que se vuelva una izquierda “moderna”, “moderada” o hasta “liberal” (sic). Le dedican artículos, columnas y discusiones televisivas en la que señalan que deben dejar de querer ideologizar todo, abrazar a la inversión privada como una herramienta de crecimiento económico y limitarse a implementar programas sociales. Nada de industrialización, derechos laborales, impuestos progresivos y esas cosas del pasado. Ollanta’s Style: piloto automático y alguito más de gasto social.

Pero yo pregunto: ¿la derecha ha cambiado algo? ¿O alguien le pide que cambie?

Los liberales, así digan que no son ni brutos ni achorados, defienden las mismas reglas de juego que dejó la DBA con Fujimori: hay que mantener los salarios y los impuestos en el piso para atraer inversión. Si la gente no tiene trabajo digno y se mantiene en la informalidad, fue pes. Que paguen pato nomás. Eso si: hay que meterles hasta por los poros la idea de que con unos cuantos préstamos pueden llegar a ser un Brescia, un Romero o un Benavides. Qué importa si la mortalidad empresarial de las MYPEs es altísima. Es un dato sin importancia.

¡Y pobre de aquel que busque cambiar un poco la situación! Si uno quiere desarrollar el mercado interno e industrializar para fomentar el empleo, le dicen velasquista; si alguien sugiere subir los salarios para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, aumentar la demanda y estimular el consumo, lo tachan de comunista; si se propone repensar el rol de la minería para que no afecte tanto a los agricultores y comunidades campesinas, se lo ridiculiza como un desfasado adorador de la Pachamama.

Y claro: de hipérbole en hipérbole, la derecha indigesta desestima todo aquello que busque armonizar la inversión privada con la intervención estatal y las necesidades sociales. Todo aquello que busque imbuir cierto grado de organización y planificación del rumbo económico del país le suena a catástrofe, a crisis, a Marx y a todas esas cosas con las que suelen tener pesadillas los empresarios.

Y es que en estos lares, nuestros derechistas se han quedado antes del 2008. O del 2001, cuando el Argentinazo demostró las miserias de su credo. Siguen absortos contemplando las glorias pasadas del laissez faire: ese liberalismobarato y economicista que busca privatizar las ganancias y socializar las pérdidas a como dé lugar. Ese que elogia y ama la planificación económica a nivel empresarial pero la desprecia cuando intenta ser articulada desde el Estado y la Sociedad Civil. Ese que solo tiene por bandera el crecimiento de las cifras macroeconómicas y no considera importante el desarrollo de las comunidades campesinas, de las zonas urbano-marginales, etc.

En ese marco, es evidente que lo que la derecha quiere es una izquierda sin proyecto, sin visión de país. Una izquierda light, edulcorada, sin filo, que se quede discutiendo en la estratósfera posmoderna o que defienda políticas que no cambien en lo fundamental las líneas maestras de su paraíso liberal tropical.

Es cierto que la izquierda realmente existente (o sea, la que tiene hartas calorías) tiene un montón de limitaciones, prácticas y discursos anquilosados que no corresponden a, como dicen los cristianos: “los signos de los tiempos”. Y también es cierto que muchas veces no es clara en definir un solo proyecto para el país. Sin embargo es, como bien ha recordado hace poco Carlos Reyna, una importante fuerza democrática y quizá la única que busca siempre colocar en agenda temas de relevancia social.

No obstante, si algo revela toda esta discusión, es que nuestra indigesta derecha teme algo.

Si bien Ollanta ganó la segunda vuelta gracias a un discurso de centro que atrajo a la clase media, fue el más votado en la primera vuelta gracias a un discurso que decía luchar por cambiar de modelo económico. Es decir: si el “viraje Valdés” continúa, puede que haya entonces alrededor de un 31.8% del país descontento con que la democracia parezca tener la misma utilidad que una colección de DVDs de los programas de Laura Bosso. Y es con ese tercio de la población con que la izquierda podría empezar a reencontrarse con las mayorías.


Escrito por

Claudia Chávez

@ClaudiaPollo Estudio Periodismo


Publicado en

Redacción mulera

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