En el patio, la evidencia
Dos macetas con bromelias bajo un toldo gastado por el sol y la lluvia, con patas en punta para ser clavadas en la arena. El piso del patio es de cemento. Las bromelias florecen violetas en capullos rosados. Un pavo real dentro de una planta. Siempre deseé estas flores por su adaptabilidad y colorido. Por su belleza. En invierno, trozos de carbón deben ser colocados alrededor de ellas para que se mantengan calientes. La piña es una bromelia. Todas las mañanas las visito. Reviso sus hojas. Compruebo que crecen. Pronto deberé trasplantarlas a macetas más espaciosas. Las riego en el centro una vez por semana. Lo hago desde cierta altura, con el agua alegre como lluvia de verano. Me entregaron las bromelias porque tanto había hablado de ellas que alguien las deseó para mí. Por las noches, adormilada, pese al cansancio, me asomo por la ventana de mi habitación, me retiro, las espío. Las observo con el alma transparente. Quien regala flores vivas y no naturaleza muerta, comprende con claridad que será amado.