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Nota aclaratoria a un caviar socialconfuso

Publicado: 2012-04-24

Después de leer la extensa columna de Pablo Quintanilla en Diario 16, uno acaba no solo extenuado y aburrido sino sorprendido de que este sea el pensamiento de alguien que se vanagloria de tener muchos títulos y un nivel intelectual de exportación. Su escrito es un verdadero panegírico a los caviares, un intento de rescate moral de esa clase política que ha empezado a sentirse incómoda por su señalamiento social. Un señalamiento que no es gratuito sino debido a las altas dosis de hipocresía, ambivalencia moral y estupidez política que muestran públicamente. Y el artículo de marras es un excelente ejemplo. Menciona tantas veces la palabra "injusticia" que más parece una película hindú.

En su intento por descalificar el término "caviar", así como su empleo y -sobre todo- a quienes lo emplean, comete yerros garrafales. Y creo que esto le pasa por creerse demasiado. Nos abanica sus títulos como prueba de suficiencia para escribir las paparruchadas que expone, y sin embargo cae desde el principio en falacias históricas. El término "caviar" no empezó a usarse en la época de Miterrand, como afirma nuestro ilustre caviar. Se acuñó durante el imperio de Napoleón, cuando los revolucionarios se apoderan de Versalles y una chusma de reformistas empeñados en mantener las fastuosidades reales, comían -según narra la historia- el caviar con las manos. Así que ya desde esos días empezaron a llamarle "caviares" a los revolucionarios que gustan de los placeres reales, y en particular por su especial predilección por el caviar.

El término "caviar" es de uso político muy extendido en varios países desde hace más de un siglo, aunque se haya intensificado con la aparición de los marxistas académicos y "revolucionarios de escritorio" en la última mitad del siglo pasado. Así que no vale la pena ocuparnos de las interpretaciones casuísticas de nuestro personaje. Al parecer su elevado coeficiente intelectual no le ha permitido indagar más acuciosamente en la historia del término, o ha supuesto que sus títulos bastaban para creer en su palabra.

El texto no solo padece de errores históricos sino que muestra frases que deliran en la ridiculez, por ejemplo cuando afirma que quienes usamos el término "envidian una preparación intelectual que ciertamente no tienen y quisieran tener (...) En el Perú solo lo he escuchado en boca de pequeños burgueses fundamentalistas poco cultivados y con apenas algunas lecturas en su haber. Lo he leído en personas que, o no han pasado por ninguna universidad de prestigio, o lo han hecho a trompicones, salvándose de ser expulsados de ellas gracias al azar o a la mala suerte. Esto último puede ser demostrado empíricamente.".

Llama a curiosidad esa última frase cuyas negritas son nuestras. Al final el paciente lector que decide leer en su totalidad el farragoso artículo, descubrirá que todo el armado argumental está destinado exclusivamente a fustigar a Aldo Mariátegui, enemigo personal del dueño de casa. Es decir, que mientras Quintanilla lanza indirectas a "los directores de diario que alquilan la linea editorial", este señor se limita a alquilar su columna para enviarle dardos a Aldo Mariátegui y caerle en gracia a su amigo Juan Carlos Tafur, como un mono haciendo piruetas. Ese es todo el objetivo del artículo, pues más allá de tan noble propósito reposa en una melosa mediocridad.

Sin duda hay que ser un imbécil mayor para escribir esto en un diario, respecto del término "caviar": "Nunca he escuchado el término en boca de un intelectual fino, independientemente de su posición política, solo lo he leído en la prensa amarilla o lo he escuchado en alguna reunión social en boca de personas cuya educación se reduce al mínimo para poder sobrevivir en el mercado".

Está hablando de un término que -tanto en su forma sustantiva como adjetiva- es de empleo generalizado. Se puede leer en varios libros. Se lo he leído a Antonio Zapata, como historiador de la política peruana, por ejemplo. También a Mario Vargas Llosa, a Martha Hildebrandt y hace poquísimo se lo escuché al cardenal Juán Luis Cipriani, personajes de quienes no se puede decir lo que este caviar sostiene con tanta ligereza. Y dice que es PhD. Y nada menos que Decano de la PUCP. Bueno, ya sabemos de dónde salen los caviares.

En suma, hay más estupideces de lujo en el artículo que no valen la pena refutar. Padece de un nivel de análisis tan pobre que ni siquiera alcanza el nivel de la refutabilidad. Dice, por ejemplo, que si sobreponemos el mapa minero sobre el mapa de la pobreza veremos que coinciden. ¿Y esto qué prueba? ¿Que la minería es causante de esa pobreza? Al parece el brillante caviar piensa que sí. ja ja ja La verdad es que la minería nos ha dado más de la mitad de nuestros ingresos como país, y ha sido precisamente el Estado el que ha fallado. Sí, ese Estado que con tanto candor pondera nuestro caviar. Incluyendo el Estado dominado por los progres del velasquismo y que duró más de veinte años llevándonos a la miseria.

El resto es una cansada cháchara en defensa del Estado y de condena al mercado. El típico pensamento progre socialconfuso del perfecto idiota latinoamericano, de alguien que en medio de una profunda cucufatería política sufre por vivir en un mundo que considera desigual e injusto. Es decir, se trata de un problema mental, pues parte de un pobre entendimiento de la realidad. Es verdad que los caviares son estudiosos y suelen acumular títulos de prestigiosas universidades, pero eso no les quita lo bruto y lo cucufato. No confundamos grados académicos con brillantez intelectual. Son cosas muy diferentes. Si no miremos al "auquénido de Harvard" y garante de la democracia.

Lo que hace nuestro ilustre caviar al lucir el brillo de sus títulos y aparentar altura intelectual, que ciertamente no se aprecia, al mismo tiempo que denigrar a quienes no poseen dicha altura y educación prestigiosa, se llama "discriminación social". Un defecto vivamente condenado por la beatería caviar, pero que también practican -como es evidente- en medio de su ambigüedad moral.

Al margen de sus grados y su IQ, nuestro ilustre caviar -como todo buen idiota estudioso del catecismo progre- reitera -¡como no!- su condena a una supuesta "estructura social injusta" que solo existe en la mente de los caviares. Todo lo que dice sobre el Estado y el mercado carecen de sentido. No es que uno sea malo y el otro bueno ni viceversa. Así no es. Ambos pueden ser igual de malos porque ambos están hechos y constituídos por seres humanos y no por ángeles. El problema es que todo caviar idolatra al Estado como su dios.

Todo caviar solo ve males en el mercado y clama por la presencia del Estado, incapaz de ver los defectos y problemas que tiene el Estado. En su fe ciega cree que el Estado es un dios salvador y protector. Sin embargo, mientras que el mercado es impersonal y crea riqueza, el Estado no lo hace, es monopólico y abusivo, y puede estar dominado por una logia o camarilla de incompetentes, corruptos o por iluminados que -con muy buenas intenciones, preocupados siempre por sus problemas ideológicos y celestiales como justicia, dignidad e igualdad- acaban destrozando naciones, como ya lo hemos visto tantas veces en la historia. De modo pues que el Estado nunca es garantía de nada. Más vale dejar de creer en la santidad y poder en esa deidad progre llamada "Estado". Lástima que los progres vivan en el cielo.

En fin, no hace falta ampliar precisiones en este lugar en torno al papel que juega el mercado y el Estado. Todo el objeto de esta nota es advertirle a nuestro ilustrísimo caviar que la próxima vez que pretenda defender su logia, se tome la molestia de abrir algunos libros. Por lo menos debería abstenerse de hacer generalizaciones tan absurdas y afirmaciones tan ridículas. De lo contrario, debería titular su artículo "Carta abierta al odioso Aldo Mariátegui" y así nos ahorramos todos la lectura penosa de tanta beatería progre.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social