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¿Qué es la izquierda peruana?

Publicado: 2012-04-29

La inusitada intervención mediática del "filósofo" Pablo Quintanilla, pretendiendo darnos luces sobre el término caviar, ha traído cola. En realidad ya sabemos que todo fue un montaje armado por Juan Carlos Tafur para fustigar a Aldo Mariátegui, utilizando como tonto útil a este filósofo de papel. De todos modos la discusión ha dejado una estela sobre lo que es ser un caviar, pleito que según he podido apreciar ha llegado hasta las instancias de Wikipedia, donde el pobre término ha sufrido el maltrato ofuscado de los caviaritos de la PUCP.

Hoy el dinosaurio marxista Raúl Wiener también trata sobre el tema para determinar si él mismo pertenece a esta categoría. Creo que en aras de aclarar el panorama, deberíamos echar una mirada a la izquierda peruana para ubicar a sus especímenes con exactitud, de modo que cesen esas discusiones. Por desgracia no hay muchos libros sobre la izquierda peruana, y los que hay han sido escritos por izquierdistas. Esto sin duda es un agujero negro en la sociología peruana, dominada también por la izquierda.

Ocurre que los izquierdistas provenientes de la Facultad de Letras de San Marcos durante décadas, han copado las publicaciones con mayor facilidad porque se desarrollan mayormente en ambientes académicos y en ONGs que publican mucho, como el IEP o DESCO. En cambio los profesionales de derecha tienden a desarrollarse en ambientes productivos y ocasionalmente prestan su pluma a los medios. De manera que es falsa esa impresión de que solo la izquierda tiene intelectuales. En todo caso la izquierda tiene muchos intelectuales repetidos.

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Sabemos que las facultades de Letras y Derecho de la UNMSM fueron las escuelitas del terror izquierdista durante los años 70. Algo similar ocurría en otras universidades nacionales, como La Cantuta y la San Cristóbal de Huamanga. Fue la consolidación académica de esa época de dominación socialista debido al impulso internacional de rusos y chinos después de la posguerra. A ello se sumó el efecto de la revolución cubana a principios de los 60. Entonces parecía que el socalismo era el pensamiento correcto y el destino final de la humanidad. Los románticos y los ilusos se enamoraron de la propuesta de justicia social y reivindicación popular que prometían los comunistas. Pero el camino a la tierra prometida pasaba por una revolución sangrienta y terminaba en una dictadura absolutista. Un absurdo total.

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Con esa ideología de izquierda en boga se formaron los jóvenes de los 60, 70 y 80 en nuestras universidades. Ellos fueron los primeros "pioneritos". En esos días casi solo habían universidades nacionales. Recién aparecían tímidamente las privadas en Lima, pero muchas también se infectaron de izquierdismo, con raras excepciones como la U. de Lima y la del Pacífico. Toda esa izquierda se sintió desorientada cuando el general Juán Velasco Alvarado les ahorró el baño de sangre y tomó el poder mediante un golpe de Estado. Pero entre la variopinta izquierda nacional hubo, como siempre, sectores que condenaba al gobierno militar por revisionista, reformista y otras pajas mentales.

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La izquierda siempre fue un sector dividido y divisionista. Todos los grupos se dividían en múltiples facciones. Durante los 70 en la UNMSM convivían alrededor de medio centenar de agrupaciones políticas de izquierda. Un chiste de aquellos días preguntaba "¿cómo murió el último trotskista? Se partió en dos".

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Entre todos los grupos se acusaban y criticaban, provocando frecuentes enfrentamientos en los patios, los que muchas veces acababan a balazos. Se peleaban por dominar el comedor o la residencia para controlar a los provincianos, o por apoderarse de las paredes y las vitrinas para predicar, y por apoyar protestas sindicales de toda clase adonde se infiltraban para gritar sus propias consignas y reventar petardos. Es falso que sus protestas callejeras hayan forzado al gobierno militar a convocar elecciones. Morales Bermúdez entró desde el principio con un cronograma electoral de restauración de la democracia. Más tarde, en medio de ese caos de la izquierda apareció Sendero Luminoso.

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Si bien la izquierda no supo cómo asumir el gobierno de Velasco, tampoco supo cómo asumir el accionar de Sendero Luminoso. Velasco hacía las reformas socialistas pero sin una "dictadura del proletariado" plenamente instalada. Es decir, no había un Partido Comunista en el poder. Velasco pretendió sustituir esta carencia con el SINAMOS y la prédica de una "democracia social de participación plena" cuyo objeto era eliminar la tradicional democracia representativa. Allí comenzó la destrucción de los partidos políticos y no con Fujimori, como dicen. Por el contrario, Fujimori fue la primera expresión de la crisis de los partidos tradicionales.

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La presencia de Sendero Luminoso fue realmente tardía. Mientras los lunáticos de la izquierda se pasaron tres décadas debatiendo el inicio de la lucha armada, ya el mundo había cambiado. El socialismo estaba en crisis y se evidenciaba el fracaso del modelo en Cuba. Desde el principio la izquierda socialista dio pena, especialmente con la vergüenza que significó la construcción apresurada del muro de Berlín, así como la constante y masiva huída de cubanos hacia los EEUU, quienes hicieron famoso el término "balseros hacía la libertad".

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Así el senderismo había empezado un accionar completamente fuera de lugar en el contexto mundial. En general la izquierda peruana fue incapaz de analizar la nueva realidad del mundo, procesar las evidencias y modificar su doctrina. Siempre estuvieron desfasados de la realidad por insistir en su adoctrinamiento a base de textos ideológicos y no de la realidad. Siguieron cacareando sus consignas. Así fue como los encontró el derrumbe mundial del socialismo luego de la caída del muro de Berlín.

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En el siglo XXI, luego de la caída del fujimorismo, la izquierda peruana resurgió lentamente pero convertida en una variedad de nuevas formas. Básicamente los partidos se habían extinguido para dar paso a las ONGS, y al accionar académico y mediático de la nueva clase política de izquierda, los llamados "caviares. Estos caviares se distinguían por ser académicos cultivados, con un pensamiento no marxista pero a favor de las nuevas preocupaciones de la izquierda: los derechos humanos y el medio ambiente. Ambos utilizados políticamente para perseguir a los militares y oponerse a los proyectos de desarrollo, siguiendo una moderna prédica continental liderada por organismos internacionales que habían sido infectados por los rusos en los años 70 y 80.

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En medio de la pugna por el dominio mundial, tanto ideológico y militar, como político-económico, entre los EEUU y la URSS, esta logró infiltrar burócratas de izquierda en los principales organismos internacionales como la OMS y la OIT, iniciando la producción de un nuevo conjunto de propuestas políticas. Luego de la caída del comunismo mundial, estos organismos quedaron infiltrados y nunca dejaron de lado tales políticas, las que se convirtieron luego en los nuevos paradigmas de la izquierda del siglo XXI. Lo que hicieron los caviares fue poner al país bajo el dominio de tales organismos internacionales.

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La nueva izquierda peruana estaba más dispuesta a la participación electoral. Si bien durante los 80 hubo una ilusoria aparición de fortaleza electoral en la izquierda, esta fue debida al magnetismo de ciertos personajes concretos, como Hugo Blanco en la Constituyente del 78 y Alfonso Barrantes a mediados de los 80. El electorado peruano ha ido siempre en apoyo de líderazgos personales muy concretos, como el de Ollanta Humala el año pasado. Nunca ha existido una identificación electoral con las ideologías ni con los programas de gobierno. Es falso cuando se dice que la gente votó por un plan de gobierno. Los peruanos votan por personas.

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El nuevo escenario de la izquieda en el Perú del siglo XXI nos permite identificar claramente al menos tres sectores, a los que siempre me refiero como rojos, progres y caviares. Hay que señalarlos con claridad.

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Los rojos son los comunistas marxistas declarados, convictos y confesos, que no han cambiado en lo absoluto y permanecen con las mismas consignas y programas de mediados del siglo pasado. Son brutos y achorados. Son comunistas de folletín, escritores panfletarios, amantes de las banderas rojas, dispuestos a la acción directa y violenta de tipo subversivo, y aparecen siempre detrás de todo conflicto regional. Es gente poco cultivada que exhibe su intransigencia y extremismo como su mayor valor político. Se agrupan en partidos radicales como Patria Roja y MOVADEF, con sus diversas variantes electorales locales y sus secuelas sindicales, especialmente el SUTEP.

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Los "progres" son los que se autodenominan "progresistas". Se trata de comunistas reciclados como asesores y burócratas, son marxistas sobrevivientes de la debacle mundial, ex radicales del ayer, muchos de ellos con historia de violencia y carcelería purgada, reformados a la vida civil con maquillaje de oficinistas envejecidos. Cargan una larga historia de vida partidaria a lo largo de los diversos grupos políticos que la izquierda radical de los 70 llegó a formar, y hoy todavía viven soñando con el partido único de la izquierda peruana. Podemos extender el término a algunos jóvenes marxistas, pero estos son muy escasos. Ya nadie lee a Marx. O simplemente ya nadie lee.

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La política progre se hace orientada a objetivos sociales concretos, con altas dosis de idealismo teórico, siendo el más importante de todos la "redistribución equitativa de la riqueza" o la famosa "equidad" que solo existe en su imaginación afiebrada y su retórica recargada. Los progres han abandonado el camino de la lucha armada resignándose a la participación electoral. Sin embargo no dudan en apoyar toda clase de manifestaciones populares que se enfrentan al poder del gobierno legítimo. Mantienen todavía esa debilidad mental por el caos social y la anarquía, a la cual señalan mediante ese mamarracho conceptual llamado "democracia participativa".

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Los caviares son sin duda los más mentados por la derecha porque se trata de hipócritas que acusan a su misma clase social y critican el estilo de vida que ellos mismos practican. Son señalados básicamente por su doble moral, su fariseismo, su afectación histriónica por algunas causas como la discriminación social, acción en la que no dudan en caer cuando quieren sobresalir por sobre los demás,o por  su estupidez dogmática que los lleva a provocar crisis sociales por defender meras entelequias retóricas, adornos quiméricos que suponen logros sociales.

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Los caviares son gentita educada, chicos bien que pese a su distinguida cuna han terminado con el cerebro retorcido hacia la izquierda. Son de sectores sociales altos, educados en las instituciones más prestigiosas y caras, desde el colegio hasta la universidad, con estudios en el extranjero, y que nos exhiben sus grados y títulos como si fueran modernos títulos nobiliaros que los posiciona por encima de los demás. Se desenvuelven en el ambiente académico, las instituciones burocráticas internacionales y las ONGs, además de ser obligados columnistas de los principales medios. Erigidos sobre su pedestal se muestran como la conciencia ética y moral del país. Les dan apoyo ideológico a los rojos legitimando su accionar subversivo con argumentos que apelan a la defensa ecológica, la "licencia social" y otros extravagantes conceptos que gustan copiar de la sociología foránea, como la "inclusión social", el "empoderamiento" de las comunidades, etc. Han inventado una cantidad inagotable de supuestos "derechos" que ya no caben en una lista. Hoy todo es un "derecho".

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Un caviar ha escogido ser de izquierda tan solo porque siente que eso le otorga cierto caché a su perfil. Son gente culta, fina, bien educada, que no se ensucia las manos en las acciones directas salvo elegantes marchas pacíficas donde muestran su compromiso social mediante acciones tan simbólicas como estúpidas, tales como un lavado de bandera, una chalina de la esperanza, un museo de la memoria, una caminata por la paz o una bicicleteada en contra de la discriminación. Conquistan a los jóvenes con mensajes llenos de cursilería y esnobismo.

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Más allá de los rojos, progres y caviares hay una izquierda que solo es declarativa, pues en verdad no tienen ninguna preparación ideológica ni política. Es simplemente un grupo de gente que aspira a ingresar a la política levantando las banderas de una izquierda populachera y demagógica, fundada en toda clase de ofrecimientos a la sociedad.  Los supuestos "derechos" que en la práctica solo son beneficios ganados a costa del Estado, muchas veces sin mérito alguno. Esta es la izquierda a la que pertenece Ollanta Humala, quien no se cansa de ir por todo el Perú regalando de todo como un Papa Noel de la política. Ese es todo su "izquierdismo".

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La izquierda peruana en general representa a una ideología errática y confusa, y deriva siempre hacia una praxis política fracasada. Todavía tenemos entre la izquierda a terroristas activos, agitadores sociales, académicos confusos, dinosaurios que sueñan con el ayer, románticos y soñadores, etc. La mayoría de ellos son sobrevivientes de una clase política derrotada por la propia realidad, pero que persisten en sus ideas sin mostrar ningún aprendizaje. Todavía son estatistas, socialistas, demagogos, siguen con sus condenas a la prensa libre, a los famosos "grupos de poder" y a todos los fantasmas a los que se han pasado la vida combatiendo a tientas.  Siguen señalando la crisis del capitalismo, el fracaso del sistema neoliberal, y todas esas en que sueñan desde hace medio siglo. No han cambiado nada, desgraciadamente.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social