El Uruguay es un país pequeño, tranquilo y educado, debe ser por eso que su presidente es capaz de pararse ante un auditorio como el de la reunión de Río+20 afirmando que la "crisis actual no es ecológica sino política" jalándonos las orejas a todos porque de un tiempo a esta parte "¡el hombre no gobierna las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado lo gobiernan al hombre !".

Alguna vez, tendremos un presidente que no nos hable de salvavidas financieros ni de estructuras macroeconómicas, sino alguien que sea lo suficientemente sensato y humilde para recordarnos que "no venimos al planeta para desarrollarnos en términos generales, venimos a la vida intentando ser felices..." un soñador pero no un iluso que acepte que "no se trata de volver al hombre de las cavernas, es que no podemos  indefinidamente continuar gobernados por el mercado", alguien que tenga como referencias a Epicuro y Séneca, alguien un poco pesimista (porque un pesimista es siempre un optimista sensato) que antes de darnos soluciones sea lo suficientemente sabio para decirnos en voz alta "¿es este el destino de la vida humana? el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad, tiene que ser a favor de la felicidad humana, a favor del amor, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental porque precisamente ese es el tesoro más importante que tenemos (...), cuando luchamos por el medio ambiente el primer elemento del medio ambiente se llama la felicidad humana".

Pero claro, no vivo en el Uruguay. Nunca más cierto aquello de que cada pueblo tiene el gobernante que merece.

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