¡Voces para Lilith en su segunda edición!
Las escritoras Melissa Ghezzi y Claudia Salazar, se encuentran en pleno periplo por algunos países de la Región a propósito del lanzamiento de la segunda edición del libro Voces para Lilith, Literatura contemporánea de temática lésbica en Sudamérica, antología que reúne a cuarenta y ocho escritoras que reinventan simbólicamente las diferentes representaciones de las identidades lésbicas. A más de un año de su lanzamiento, el citado libro ha producido el interés de un vasto número de lectores en diversos países de Latinoamérica lo cual fue motivo para que las antologadoras Gezzi y Salazar editen la segunda edición. Hoy viernes, por ejemplo, se presenta "Voces para Lilith..." en Argentina, en el Centro Cultural de España de Buenos Aires y entre las escritoras participantes figuran Laura Arnés, Mariana Docampo, Vanesa Guerra, Paula Jiménez, Alicia Plante y Claudia Salazar. Precisamente sobre el lanzamiento de la segunda edición nos dan sus apreciaciones las escritoras Vanesa Guerra (Argentina), Marianela Cabrera (Venezuela) y Rosario Aquím (Bolivia).
Vanesa Guerra:
“Cuando viajamos a Lima para la primera presentación de la antología, amigas, amigos y familiares encargaron tantos libros que la vuelta se complicaría con un sobrepeso de equipaje; finalmente cuando en el bar ¿Patagonia? de Miraflores nos encontramos con los ejemplares, los descubrimos hermosos y fulgentes mas advertimos que eran mucho más pesados de lo que habíamos calculado. Para síntesis, sólo trajimos 7 a la Argentina, y hoy por hoy circulan, de aquí para allá. En Lima, recuerdo, el botones de un hotel antiguo de históricos resplandores, quedó tomado frente a la pila de Voces para Lilith y ya abriendo el libro para darle una leída, me descubrió espiándolo -yo a él y él al libro- y para resolución de toda la incomodidad dijo: es que Usted es escritora. Lea tranquilo –sonreí- discúlpeme. Yo creo que en los cinco días que estuvimos alojadas, es posible que varios trabajadores y trabajadoras del hotel hayan avanzado en la lectura de los libros apilados el recibidor del cuarto. Eso ya daba cuenta de algo. Después nos miraban con respeto -que no es mirar con complicidad. Es que un libro había nacido en el Perú y el libro comenzaría su aventura en otros países. También, recuerdo que hablamos del futuro periplo con el barman de los piscos cuando nos preguntaron por qué tantos libros iguales. Finalmente había un espíritu celebratorio. Pero para comenzar algo, para comenzar las grandes gestas, a las cosas hay que explicarlas o más que explicarlas hay que hacerles lugar, espaciar el espacio, abrir, entrar. Al llegar al Hotel de Lima, nos ofrecieron habitaciones maravillosas, pero ya no sabíamos en qué idioma –dado que todos hablábamos español- decir que éramos pareja y queríamos una cama doble, matrimonial. Había algo que no cerraba, algo se forcluía, producía una presencia que no quedaba ni afuera ni adentro de la escena, y esto ocurría de manera repetida, con distintos botones, encargados, encargadas y te aseguro Rosana, que era enloquecedor, porque era el mismo idioma y el marco de la conversación era –siempre- el de la amabilidad; de repente lo grité ingles, lo balbuceé en japonés, en un japonés rudo e imposible que creía olvidado. En ese hiato, en ese abismo, en esa imposibilidad de representación para los otros, aun cuando regresé a mi lengua íntima en exilio – porque finalmente me senté en la cama single y le pegunté a quien me miraba, sí dormía con su pareja en camas separadas, o si prefería abrazarse por la noche, se me evidenció que en ese momento no había puente, no había traducción, que no era mala voluntad, ni siquiera la indolente discriminación. Simplemente éramos dos marcianas llegadas de un planeta raro y no se nos entendía la lengua. La escena fue larga, compleja; al cabo de rato otra persona fue requerida, tal vez un entendido galáctico o un iniciado en diversidad, quién sabe, y de manera clara, para ellos, posibilitó el entendimiento grupal y nos dieron una de las habitaciones más lindas. Luego ocurrió todo lo que te conté antes. Entonces, yo creo que esta Antología tiene que agotarse muchas veces, y tiene que re-editarse muchas otras; ese será su venturoso y amable destino; porque este libro es voz y es puente; para algunas personas será compañero de ruta, pero para otras será un modo nuevo de abrir una puerta que está cerrada, y que está cerrada porque aún no es puerta pues nadie ha llamado en ella. Y cuando la puerta llama, llama: después cada quién, verá qué hace”.
Jennifer Thorndike:
“Voces para Lilith es una antología que se perfila para quedar, para transcender, como un icono de la literatura lésbica latinoamericana. Melissa Ghezzi y Claudia Salazar han hecho un trabajo acucioso y fino de selección y por eso este libro no sólo merece ser leído, sino también analizado a profundidad para descubrir la formación de conceptos identitarios de la mujer latinoamericana con orientaciones sexuales distintas a la heterosexual. Ahora que se está presentando en varios países, su merecido proceso de consolidación se va haciendo más notorio” ¡Bien por eso!
Marianela Cabrera:
“Alguna vez escribí que éramos humildes las escritoras, en relación a este libro. Nuestra diversidad cultural fue conjugada en un secreto punto de la anatomía erótica de Latinoamérica. Confluimos todas en la defensa de esa parcela tan íntima que resultaba ser nuestro oficio y a la vez, la vida misma. Históricamente un monstruo (de once falos)1 se había tragado la llave. Era tremendo el silencio de nuestras voces y más aún la certeza de que así era. Existen muchas antologías, muchas escritoras, selecciones acertadas, y existe, las Voces para Lilith. De modo que ésta será una de las tantas reediciones que merece, un público lector inmenso allá afuera, coincide en la visibilidad de un género, de una propuesta, tal vez por primera vez, y de ningún modo dejaríamos pasar por alto tal ocasión. Ánimo a las antologadoras y a las antologadas porque en algún país del entusiasmo volveremos a coincidir”.
Rosario Aquím
“Creo que el impacto de Voces para Lilith se debe a que es la única publicación en su género en Sudamérica. Es un excelente trabajo el que han realizado las antologadoras Melissa Ghezzi y Claudia Salazar, en relación a la selección de los textos de las participantes. Los tres criterios en base a los cuales se hizo la selección: temática, autoría y percepción me parecen los más pertinentes para la consistencia del trabajo. Los lectores siempre están buscando nuevas formas expresivas y artísticas y la temática lésbica ofrece ambas posibilidades, ese es otro plus que uno puede encontrar en "Voces para Lilith".