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SENDERO ES MARCA PERÚ

Publicado: 2012-08-30

El negacionismo propuesto por el gabinete Jiménez, obvia un asunto fundamental que nos guste o no es así: Sendero Luminoso es un producto peruano, lleva la marca Perú incrustada en lo profundo de su gestación, desarrollo, declive y revitalización. Algunos hablan de este asunto como si los miembros de SL y su terrorismo habrían llegado al país en un OVNI, que se incrustó en una realidad de la que no podía emanar una violencia tal. Si la bruta ley hubiera estado vigente hace unos años de seguro se habría juzgado al propio Ollanta Humala por sus declaraciones sobre SL en Madrid (editadas malamente), en las que se haría un paralelo entre SL y Robin Hood.

Otra de las preguntas que este debate obvia es: ¿por qué el Perú es el único país de la región en el que se incubó un fundamentalismo de izquierda del que emanó una violencia casi sin límites? Por un lado la responsabilidad evidente e inmediata de ello está en los que organizaron ideológica, política y operativamente a SL; pero por el otro lado, el que merece ser analizado justamente para no repetir, están una diversidad de elementos, prácticas, situaciones, procesos sociales, religiosos (sí, religiosos: leer Profetas del odio), económicos y demás, que SL logra aglutinar para hacer que su predica encaje en una realidad que además se desplegaba en otro sentido. Es decir, SL fue contra el tráfico de la historia, pero se alimentó de las señales que en esa carretera social se mantuvieron durante siglos.

Guerra hoy no ayer

Se indignan algunos cuando se denomina correctamente lo sucedido en los ochenta e inicios de los noventa como un conflicto armado interno, a pesar de que luego de ello se establezca sin dudas quién lo originó, quién inicio los actos terroristas y se describa al detalle la arbitrariedad, crueldad, verticalidad de la inviable dictadura que propuso SL. Pero éstos mismos indignados sí llaman guerra al enfrentamiento que hoy el Estado ni sus gobiernos pueden resolver frente a un grupete de fantoches sicarios del narcotráfico en el VRAE. Ahí, donde no se puede controlar a cien delincuentes sí hay una guerra, pero donde hubo miles de peruanos engatusados y/o convencidos  por SL matando por doquier, y enfrentados a una política en muchos casos brutal de militares y policías donde la población fue carne de cañón, ahí no hubo guerra.  

Es decir, la torpe propuesta del negacionismo no sólo busca repoblar las cárceles de aquellos que absurdamente niegan la naturaleza de SL, sino y sobre todo busca negar la realidad actual, desviar el debate y la responsabilidades del Estado y concentrar el peso de los asuntos irresueltos en algunos desubicados que siguen creyendo en el pensamiento Gonzalo. Ese es el eje de la cuestión, el desvío, la estratagema para tener la excusa apenas un brote de inconformidad social enfrente decididamente (como este año hemos visto en Cajamarca y Espinar) a los que sí niegan la realidad contrabandeando en un discurso de progreso y modernidad lo más arcaico de la organización social peruana.

País moderno censura arcaica

La paradoja resulta casi risible; el país “modelo” de crecimiento y desarrollo económico centra sus debates no en la redistribución de ese crecimiento ni en la reorientación del modelo, sino en reprimir y hacer todo lo posible por imponer una verdad oficial. La apuesta es clara, seguir desgarrando y echando sal a las heridas de una violencia irresuelta, mientras ese mentado crecimiento económico mantiene intactas sus estructuras excluyentes (pesca, minería, agroindustria, servicios, medios de comunicación, Estado no laico, banca, AFP, etcétera). Y sí eso no se denuncia y combate la involución es obvia. En este como en otros temas a veces da vergüenza compararnos con otros países de la región. Hasta el derechista Santos ha aceptado que para evitar más dolor, muerte y división social de su pueblo, hay que comerse sapos, tomar decisiones y arriesgar.

¿Será este texto uno calificado como negacionista por los fiscales y jueces?, ¿de estar vigente la bruta norma se me citará por sostener que para resolver nuestros nudos hay que entender de dónde se originaron?, ¿qué haremos con los libros y trabajos de Portocarrero o Degregori y otros que profundizan en las razones y causas de la violencia extrema? El sólo hecho de hacerme estas preguntas evidencia hacia dónde nos estamos conduciendo: la libertad de expresión y de pensamiento (y por defecto la grita del MOVADEF), tan recortada y denigrada por el poder político, mediático y económico, es finalmente lo que está en cuestión, porque duele asumir que SL es una marca peruana.

Alexandro Saco


Escrito por

Alexandro Saco

Corredor, activista por el derecho a la salud.


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