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Sea tu voluntad

Publicado: 2012-10-06

(Sea tu voluntad. Violencia y religiosidad. Por Cecilia Podestá, publicado en la sección cultural de Diario16, el 6 de octubre de 2012)

Cristina Planas enfocó sus obsesiones bajo la idea del fin del mundo y terminó hallándose entre las piezas que iba haciendo con el temor a su propia muerte. El miedo había regresado al mismo lugar en el que empezó a brotar, en sí misma, y su facultad de poder controlar las piezas que lo reflejen.

En un recorrido por la muestra de Así sea, la artista nos señala su primera escultura: La trinidad. En ella ha representado a sus tres hijos como el espíritu santo, excesivamente luminoso, además, entre la bruma que depara imágenes violentas, tristes y salvajes.

La trinidad refiere al acto de persignarse y lo usa como metáfora, ya que es lo primero que vemos antes de entrar a ese otro lado y donde, al parecer, realmente ocurren las cosas y terminan de encontrarse. El solo hecho de estar ahí nos convierte ya a la comunión y a la ceremonia y nos habremos persignado aun sin mover un solo músculo o sin la posibilidad de creer que nos santificamos.

¿Eres una persona religiosa, Cristina?, pregunto. Ella duda observando la pieza con los rostros de sus tres hijos.  “Tengo mis dudas; sin embargo esta muestra trata de la necesidad de creer en algo. He tratado de entender qué hay con la muerte. ¿Qué viene después? Es válido preguntar. Y mi trabajo en estas piezas se basa en la religiosidad y la violencia. Van juntas”.

Los jinetes arremeten

Y después de la persignación estamos ya ante los paraísos de la duda o el infierno, concebido como un simple lugar posterior a la muerte y no como el eterno castigo para quienes cometieron faltas abominables. Estamos frente a los jinetes del apocalipsis y todos llevan el mismo rostro de Cristina, representan el hambre, la  muerte, la victoria y la guerra. Incuso nuestro contexto está exhibido. La violencia se ha vuelto inherente y todos pueden reconocer a los perros colgados de los brazos de la escultura, como los mismos perros que colgaba Sendero Luminoso, anunciándose en los postes con esa violencia que tanto nos redujo. Otro jinete carga cabezas más pequeñas “Reduje mi propio retrato y lo presenté como las mismas reducciones de los indios jíbaros. En esta pieza levanto mi propia muerte y decido interpretar todos los papeles  de los personajes del fin del mundo a ver si alguno depara mi salvación”. Otra Cristina carga un Perú que sangra, mientras hay una con un cuchillo en la mano. Ella comenta: “La trinidad es la única que se salva porque tiene la vida eterna. Los que la peleamos somos los demás”.

Los clavos eternos

La duda de no saber a dónde dirigirse nos regresa, creyentes o no, a la idea de un salvador, por lo que Planas expone una reinterpretación de Lección de anatomía de Rembrandt y nos arroja un Cristo desnudo sobre una mesa (acaso de disección) y en la que la luz que va trozándolo reta al creyente. Cristo está siendo escaneado meticulosamente.  Con esto se busca interpelar la religiosidad por medio de la ciencia bajo una pregunta: ¿cómo el cuerpo muerto de un hombre halló creencia, devoción y divinidad por los siglos de los siglos? Amén.

Seré entre las fosas de tus ojos, nuevamente mis ojos, oh, Señor

Y la muerte y la política, al igual que la religión y la creencia, también pueden ir juntas. Otra de las piezas es Fosa común. Lo primero que vemos es la caída de una mujer sobre los otros cuerpos muertos. “La que cae soy yo” Sí, Cristina como los personajes de su propia muestra decide morir y en sus propias palabras  “esperar a que si me tiran sobre ellos, esa pueda ser la solución para no morir finalmente”.

Pero cada pieza que exhibiste en tu muestra La migración de los santos, está aquí, junto a tu propia representación y caída; ¿regresas a ellos?, pregunto.  “No. Están de otra manera, pero el tema es recurrente en la medida en la que los necesito. Espero que de morir me arrojen en esta misma fosa y, sí, porque aquí están mis propios santos”.

La cabeza de San Juan Bautista desprendida ya de su cuerpo en esta reunión macabra de cuerpos, es la de un shipibo; la santa Rosa de la exposición anterior ahora está desnuda al igual que los demás, y además están marcados por el dolor de su propia tortura y exhibiendo sus heridas y la sangre que brota de ellas como debió hacerlo el miedo al momento de su ataque. Sin embargo hablan entre ellos, después de muertos, y todos terminan rezando el padrenuestro. “Me entregué a mis propios miedos”, vuelve a comentar Planas.

Y una última pieza nos regresa a ese límite entre la muerte tangible y el hombre bajo la producción de  sus creencias. La pieza Cementerio de Pucallpa resalta una foto que dice Paz. “Me pareció interesante que se dijera paz en un último paraje o destino. Y en la distribución de la muestra es el último lugar  o pieza a la que recurrir.  Aquí acaba la muestra o el mundo”

El  Así sea de Cristina Planas es, finalmente, una oración compartida, desesperada por momentos, y entre la reflexión sobre la  gracia o desgracia de ser un creyente, rodeado de la divinidad, que es igual a decir muerte. Y esta nos ronda, es inminente, y nos alcanza junto a todas las promesas, miedos, junto a todos los pecados y, entre ellos, la gran vergüenza por nuestros propios actos.

EL DATO

ASÍ SEA

Exposición individual de Cristina Planas. Esculturas y fotografías. Del 4 al 25 de octubre

Sala Luis Miró Quesada Garland

(Av. Larco con Diez Canseco. Miraflores)


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Dinosaurios de latón

Prensa cultural