Entre el fanatismo religioso y la paranoia política
En menos de dos días se han censurado dos exhibiciones artísticas, cada una por diversas causas y de diferentes modos. En la galería Luis Miró Quesada Garland, por ejemplo, el director Luis Lama fue despedido de su puesto por la obra de Cristina Planas, mientras que en otra, cuya curaduría estuvo a cargo de Karen Bernedo, se retiraron más de diez imágenes de Álvaro Portales, Juan Acevedo y Jesús Cossio por orden de la Ministra de Justicia, Eda Rivas, y la Ministra de la Mujer, Ana Jara. Estos actos, que por casualidades de la vida han coincidido en el tiempo, muestra la lamentable situación de ciertos sectores de la sociedad limeña -sobre todo la del sector político- que carecen de criterios para interpretar una obra de arte pero sobre todo que dejan al descubierto su lado seudo-moral, fundamentalista e intolerante.
De acuerdo a las declaraciones de Karen Bernedo, la censura de la muestra que estaba dirigida a pobladores de Villa El Salvador y San Juan de Miraflores habría sido por ordenes de la ministra de Justicia Eda Rivas. En su muro de Facebook, Bernedo publicó lo siguiente: «La ministra de justicia mandó a retirar 12 imágenes de la muestra después de inaugurada y habiendo aprobado con anterioridad toda la informaciòn que iba a ser expuesta, las imágenes corresponden a toda la parte de los 20 años de La Captura de Abimael, entre las que se han retirado los archivos de prensa y las gráficas de Álvaro Portales, Juan Acevedo, Jesús Cossio y la que corresponde al proyecto ‘Un dia Día Enla Memoria’ de Mauricio Delgado Castillo».
Bernedo, además, dirige las causas de la censura también al fujimorismo, dado que Marta Moyano manifestó su descontento de la exhibición por usar el término violencia en vez de terrorismo en algunos de los textos. Lo cierto es que Ada Rivas fue quien ordenó el retiro de las imágenes para el desconcierto de los organizadores y los artistas. Tal es el caso del historietista Jesús Cossio, quien a parte de señalar cierta presión de la Ministra de la Mujer, Ana Jara, manifestó lo paradógico del tema: «Mi dibujo y el de Juan Acevedo eran críticas a Sendero Luminoso y a Abimael Guzmán. Vaya estulticia y paranoia censora».
¿Pero qué habría ocurrido si la ley del negacionismo, que promueve el partido oficialista de Gana Perú, estuviese vigente? El retiro de las imágenes habría sido el primer paso, sin lugar a dudas, y el segundo quizá habría sido la denuncia penal. Pero lo alarmante -a parte del acto vergonzoso que toda censura acarrea de por sí- es que los propios políticos han dado muestra esta vez de que carecen de fundamentos para interpretar una obra artística y de criterio para discernir entre una opinión y un panfleto político. «¿Sabe Ana Jara qué ha censurado?», se pregunta Juan Acevedo, para responderse después. «No, no creo, es solamente una idiotez más».
Esta censura política ha cerrado el círculo de otra censura también preocupante, como ha sido el caso del despido de Luis Lama a cargo de la galería de Miraflores por motivos religiosos. Tras la presión ejercida por un grupo de fanáticos sobre la obra «Así sea» de Cristina Planas, la municipalidad decidió cortar «la cabeza del diablo en una bandeja para tranquilidad del vecindario». Si bien se decidió mantener la muestra artística, que según Lama fue a pedido suyo a expensas de perder el puesto, está claro que el alcalde Jorge Muñoz cedió a la presión de mil personas y derrumbó toda esa imagen de político liberal y progresista. Las críticas, enhorabuena, han sido inmediatas y contundentes. Se creó una lista abierta para firmar en contra de las censuras de obras de arte que, hasta el momento, ha recolectado ya alrededor de 700 firmas en menos de 8 horas.
Una semana complicada para el arte peruano, está claro, pero sobre todo para la libertad. Defender los valores democráticos debe ser un acto inquebrantable y sin opción a truega. Los fundamentalismos políticos y religiosos deben combatirse de manera firme y los ciudadanos deben alzar su voz cuando intentan amordazarlos y vulnerar sus derechos.
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