Con tardanza, pero aquí estoy. Supongo que se habrán fijado en este blog la cantidad de canciones colgadas de Joaquín Sabina. Y si no, ahí están para el que quiera buscarlas. Y eso es porque, uno, soy fan de Sabina. Y dos, lo soy porque el cabrón canta y compone como un endemoniado. Y encima es divertido y carismático. Y eso es, ya saben, algo rigurosamente cierto.

Por eso no quería que siguiesen pasando los días sin dejar de comentar agradecido que el concierto del pasado miércoles, en el Hipódromo, no defraudó. Y fue un exitazo. A diferencia de Dos pájaros de un tiro, la gira anterior de Sabina y Serrat, que fue muy buena pero más musical, esta fue largamente divertida.

Sin duda, la empatía de Sabina con el público limeño, ayudó mucho para que esa noche fuese bastante especial. Con momentos emotivos, como el homenaje a Chavela Vargas o cuando cantaron Esos locos bajitos. Pero los monólogos y los diálogos, por dios, superaron todas mis expectativas.

Con decirles que hasta de La Haya hablaron. Pues la verdad es que no sé de qué carajos me sorprendo, si estamos hablando de Sabina y de Serrat.