Nos siguen pegando abajo: la renovación del contrato de Telefónica
Perú condenado a seguir creciendo lento y con precios altos en banda ancha
Carlos Paredes, Ministro de Transportes y Comunicaciones (MTC), informó a la ciudadanía el resultado final del dilatado proceso de negociación con Telefónica del Perú (TdP), por la renovación de su concesión por un horizonte total de 20 años.
El Ministro Paredes informa que TdP decidió “aceptar en forma incondicional” los términos planteados por el Estado Peruano, que el mismo Estado ha valorizado en nada menos que 3 mil millones de soles.
¿Cómo podemos sentirnos los peruanos ante tal anuncio? ¿Impresionados? ¿Sorprendidos? ¿Algún peruano bien informado podría, incluso, quizás sentirse algo ofendido en su inteligencia?
En cualquier caso, poco probable que exista razones para sentirnos reconfortados, por las siguientes razones:
Los términos del acuerdo exacerban la evidente concentración en el mercado de telecomunicaciones;
Derivado de lo anterior, el acuerdo trae abajo la potencia del modelo de la red dorsal como vehículo para impulsar firmemente la banda ancha en el país; y,
La cifra de 3 mil millones es difícil y onerosa de controlar por el Estado Peruano (o sea, genera un uso de recursos innecesario, que nos cuesta a todos los peruanos que pagamos impuestos)
A continuación, detallamos cada una de estas razones.
El meollo de la madeja: más cobertura y más competencia
En artículo previo comentamos que el mercado de telecomunicaciones en Perú enfrenta una severa situación estructural de baja cobertura y baja competencia, con un impacto muy tangible en el mercado de banda ancha, que cuenta con un bajo nivel de penetración y precios altos para el estándar en Sudamérica.
Es decir, la competencia no es importante tanto por sí misma, sino por ser un vehículo para promover la eficiencia en el mercado, y por lo tanto lograr mejores precios con una mejor calidad de servicio, en beneficio del acceso al servicio por los usuarios y en forma rentable para los operadores (no para 1 operador).
En ese sentido, las cifras presentadas sugieren que si el nivel de competencia mejorara, los precios podrían bajar, y por lo tanto la penetración de la banda ancha podría subir, para acercarnos a aquellos mercados donde la penetración se ubica no en 4% como Perú, sino en 10% o más, como Chile.
El modelo de la red dorsal nacional de fibra óptica (RDNFO), en su concepción original, tiene la gran bondad de abordar ambos temas críticos (baja cobertura y baja competencia), a través de una combinación de inducción de demanda desde el Estado (a través de servicios de gobierno electrónico en zonas rurales del país) y de un subsidio al operador dorsal, hasta el día en que dicha inducción de demanda lo haga innecesario.
Esta potencia del modelo de la RDNFO es menoscabada severamente por el resultado de la negociación de la renovación, por las razones que a continuación exponemos.
Los términos del acuerdo: ¿hay lonche gratis?
Milton Friedman, economista propulsor de las fuerzas del mercado, acuñó una frase sencilla pero muy elocuente: “no hay lonche gratis”.
El sentido de esta frase es que en la economía, todo tiene un costo, con lo cual introduce el concepto de “costo de oportunidad”, que significa que ir al cine implica, por ejemplo, asumir el “costo” de descansar en casa menos tiempo. En buena cuenta, “todo en la vida cuesta”.
Decimos esto a la luz de los compromisos que recogemos del anuncio oficial de hoy, a saber:
Tarifa social (mitad de precio) en telefonía móvil, para 1 millón de beneficiarios de programas sociales y servidores públicos en áreas rurales
Acceso gratuito de internet (satelital) a entidades públicas de localidades rurales
Acceso gratuito a internet a entidades estatales en localidades actualmente sin fibra óptica
Expansión de cobertura en 409 capitales de distrito, con lo cual el país llegaría a 100% de cobertura en capitales de distrito
Expansión de cobertura a 37 distritos fronterizos, con lo cual el país llegaría a 100% de cobertura en distritos fronterizos
Expansión de cobertura en la selva, a través del Proyecto de Integración Amazónica
Como vemos, compromisos que combinan expansión de cobertura y precios bajos o gratuitos.
Como en la vida todo cuesta y no hay lonche gratis, nos preguntamos exactamente qué gana Telefónica con estos compromisos aceptados en forma seguramente “resignada” además de “incondicional”.
Nuestra respuesta es una sola: retira del camino a todo otro interesado en ser postor en el concurso de la red dorsal.
La razón es muy simple. Mencionamos líneas arriba que uno de los ejes de este proyecto consiste en un subsidio a aquel postor que salga ganador en buena lid, en el concurso que en su momento convocará PROINVERSIÓN.
Con el acuerdo anunciado hoy, ese subsidio ya fue tácitamente entregado a Telefónica.
Tácitamente, porque el Estado Peruano ha valorizado esos compromisos en 3 mil millones de soles sin que medie ningún desembolso inmediato, lo cual equivale a que Telefónica desembolsara ficticiamente ese monto, y hoy mismo el Estado se lo otorga como subsidio, por asumir los citados compromisos.
Esto viola lo normado por la Ley 29904, Ley de Promoción de la Banda Ancha (junio 2011), específicamente respecto a su Disposición Complementaria Final Primera, artículo 3, acápite 7, que a la letra dice:
"... Son recursos de FITEL:... recursos de fuente contractual que el Estado obtenga como resultado de los términos y condiciones que sean pactados en los contratos de concesión de servicios públicos de telecomunicaciones. Estos recursos... serán destinados exclusivamente al financiamiento de redes de transporte de telecomunicaciones".
Es decir, el Estado abandona su rol promotor de la expansión de cobertura de telecomunicaciones [rol cumplido a través del Fondo de Inversión en Telecomunicaciones (FITEL), entidad conformada por un equipo de profesionales reconocidamente solvente], para conceder un virtual monopolio de la expansión de cobertura a un solo operador. Inentendible.
Pero ahí no queda la cosa.
¿3 mil millones de soles? ¿En serio?
El Ministro Paredes no explicó hoy la metodología para llegar a la citada cifra. Seguramente lo hará en los próximos días, en el entendido de que la norma legal que finalmente selle el acuerdo no puede bajo ninguna circunstancia ser consagrada, promulgada ni publicada, con apenas la información hoy divulgada.
Más allá de cualquier metodología, el solo hecho de “valorizar compromisos” arrastra los siguientes inconvenientes:
Quien conoce el negocio es Telefónica, no el Estado. Esto es natural y no es ofensivo para nadie, porque como en cualquier negocio, nadie conoce mejor los costos que el propio dueño. Sólo para empezar, es evidente que los precios que paga Telefónica por cualquier componente de su infraestructura de red, no es ni de lejos el precio de lista, por su naturaleza de operador global de gran escala. Y como ocurre en tantos negocios, todos conocemos el precio de lista, sólo quien compra conoce los precios que realmente paga. Por lo tanto, ¿nos resulta sencillo a los peruanos comprar la idea de que el costo incurrido por TdP ascenderá a los 3 mil millones en cuestión?
El Estado debe asumir un oneroso dispendio de recursos por 20 años para “controlar” a TdP. ¿Por qué los peruanos que pagamos impuestos debemos aceptar eso, si la alternativa era que FITEL concurse proyectos similares o mejores en sana competencia, a través de PROINVERSIÓN? Todos quienes de alguna forma estamos cerca de la industria, conocemos que Telefónica es el operador que pone más obstáculos al momento que Osiptel cumple diligentemente su rol fiscalizador.
Es decir, no sólo Telefónica ya no paga por el espectro radioeléctrico, recibe un subsidio implícito por 20 años, y además obtiene un virtual monopolio por la expansión de cobertura de banda ancha (recurso crítico para el desarrollo del país) por los próximos 20 años.
¿Podría haber pedido más?
Conclusiones: una gran oportunidad perdida
Según las enseñanzas cristianas, la soberbia es el sétimo pecado capital.
Una lástima que TdP caiga en ello como primera reacción luego del anuncio oficial de hoy, a través de una nota de prensa tristemente titulada “Telefónica Móviles acepta duras condiciones exigidas por el MTC para la renovación”.
¿No suena acaso esta frase similar a la aparentemente dura afirmación del ministro Paredes sobre la “aceptación incondicional” de Telefónica a las exigencias del Estado Peruano?
¿Puede la soberbia enceguecer a TdP de caer en la cuenta que los peruanos sí nos damos cuenta de las implicancias de los términos anunciados en su beneficio, por los próximos 20 años?
Por supuesto, el problema de fondo no es quien se beneficia, sino quien pierde, los peruanos, que veremos con cada vez más distancia como países vecinos que comparten mucha estabilidad económica, política y de negocios (Colombia y Chile), se alejan cada vez más de Perú en un acceso democrático, realmente inclusivo no en discurso sino en hechos, cifras y experiencias de vida reales, a los grandes beneficios de la banda ancha para propósitos de desarrollo personal, económico y social.
Para concluir, una frase que escuché decir ayer al ministro TIC Diego Molano ahora que me encuentro en Colombia: “Nuestro país tiene ahora los precios más bajos de computadoras en Sudamérica; antes nuestros compatriotas buscaban amigos y familiares que se las trajeran de EE.UU., ahora ya no; ahora las computadoras con mejores precios están acá. Pero eso no es aún suficiente, porque aún quedan colombianos de escasos recursos, que aun así no pueden acceder todavía a internet, así que tenemos que ir por más”.
Qué lejos estamos en Perú de conceptos como ése.
Carlos Huamán Tomecich, MSc
CEO DN Consultores
cht@dnconsultores.com
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