#ElPerúQueQueremos

Creciendo juntos

Publicado: 2013-02-11

*Santiago Carrillo

He pensado muchas veces escribir algo sobre Santi, mi hijo de un año y nueve meses. Pensé escribir sobre diferentes temas, desde lo extraño que es ver a papás que no cambian ni un pañal y jamás bañan a sus hijos hasta la preocupación que sentimos por qué colegio o nido elegir. Sin embargo, después de darle algunas vueltas, he decidido escribir sobre aquello que está clavado dentro de mí como padre, de esos sentimientos que algunos podemos tener y que son tan complicados de hablar, de contar. Para mí sí que es difícil, pero qué mejor manera de cerrar el año con un tecleo liberador: a ver si, quizá escribiendo, logro que mi psicóloga me dé de alta más rápido.

Me he preguntado si soy un buen padre. Me he preguntado si mi hijo me quiere como yo a él y si me necesita del modo en que yo quiero que me necesite. Desde que nació ha sido mi prioridad absoluta en términos de tiempo, esfuerzo, dedicación y pensamiento. Incluso antes de que naciera. Lo veo crecer, aprender, convertirse en un ser humano cada vez más independiente y se me pone la piel de gallina. Lo quiero como jamás he querido a nadie; lo cuido como jamás he cuidado a nadie. Es mi hijo.

Entonces, ¿por qué tenía temor sobre qué sentía él hacia mí? Creo que la respuesta puede estar en ese sentimiento de culpa que algunos padres podemos tener por no estar todo el día con nuestros hijos, por dejarlos con la persona que los cuida cuando debemos trabajar o por querer que se quede dormido cuanto antes porque no jalamos más. La culpa puede ser la peor de las mochilas que uno puede cargar y muchas veces la simple racionalización de los hechos no cura.

Sin embargo, con el paso del tiempo he aprendido a descubrir que a veces calidad es más importante que cantidad. He entendido que media hora de “gol” en el patio puede durar para siempre, si la compartimos juntos, y que quizá nuestra rutina del baño cada noche, de cada día, nos una un poquito más.

Y así, Santi me da, cada día con más claridad y lucidez, con palabras y caritas nuevas, manifestaciones de afecto que apagan la culpa. Voy aprendiendo a recibirlas. Vamos creciendo juntos.

*Papacito invitado

Papá de Santi y Ale (ya sale). Aliancista de corazón.


Escrito por

mamacitas

Cuando uno es mamá o papá aprende a reconocer que no puede sola/o y que necesita el apoyo de muchas personas. Por eso nace MAMACITAS. Para que compartas lo que hiciste para resolver los mil y un retos de la maternidad. Para que cuentes eso que nadie cuenta.


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