"Se necesitará todo un siglo para la recuperación de Irak"
En diciembre pasado una mujer recién salida de una prisión iraquí decidió contactar con diversas cadenas de televisión del país para relatarles su experiencia en cautiverio. No ahorró en detalles. Relató el maltrato, las torturas, las humillaciones. Describió cómo la golpeaban a ella y al resto de sus compañeras. Contó cómo una de las prisioneras, en avanzado estado de gestación, dio a luz a un bebé muerto a causa de las torturas sufridas. “Besábamos los zapatos de los policías para que dejaran de pegarnos”, confesó. Su testimonio impactó a mucha gente. Un grupo de mujeres de la provincia de Anbar decidió organizar manifestaciones en varias ciudades para mostrar solidaridad con las detenidas y exigir un trato digno para ellas.
“Y de ese modo resurgieron las protestas que ya habían nacido en el año 2011, al calor de las revueltas en otros países árabes, pero que se habían apagado poco después”, relata Yaroub Alí, iraquí exiliado que colabora en la Campaña de Solidaridad Internacional con los presos políticos iraquíes. “Y así hasta el día de hoy. No hay semana en la que no se registren grandes protestas en diversas ciudades del país. Los viernes se celebran las más multitudinarias, con tiendas de campaña y todo”, añade.
Es lo que muchos llaman las revueltas iraquíes. Su importancia es tal que incluso el popular clérigo chií Muqtada Al Sáder las apoya públicamente. En ellas los manifestantes demandan la caída del Gobierno del primer ministro, Nuri Al Maliki, y reclaman libertad, dignidad, trabajo y electricidad, entre otras cosas. No son protestas de carácter sectario, y de hecho en ellas participan suníes y chiíes que denuncian la persecución política de activistas y la existencia de una discriminación oficializada en función de la confesión religiosa. Muchos de los participantes estuvieron presentes también en las manifestaciones que surgieron en 2011.
En las últimas semanas las fuerzas de seguridad han cortado carreteras para evitar que diversas marchas se unan, han levantado nuevos puestos militares para dividir barrios e incluso han disparado contra grupos de manifestantes, provocando la muerte de al menos diez personas.
Además cientos de iraquíes han sido detenidos por participar en las protestas, entre ellos Uday Al Zaidi, uno de los líderes de estas revueltas, y hermano de Muntadar al Zaidi, célebre por haber arrojado un zapato a Bush en 2008, un gesto por el que sufrió diez meses de prisión y torturas por parte de los agentes de seguridad de George Bush, según denunció posteriormente.
Desde 2011 Uday al Zaidi vive casi en la clandestinidad, cambiando continuamente de vivienda. No duerme más de tres noches seguidas en el mismo sitio. Ha sido arrestado en nueve ocasiones, y ha sufrido tortura por parte de las fuerzas de seguridad. De confesión chií, se ha erigido como uno de los grandes defensores de la comunidad suní iraquí, discriminada por el Gobierno.
Preside el Frente Popular para la Liberación de Irak, y acaba de ser premiado por el Brussels Tribunal por ser uno de los organizadores de las protestas desde 2011. Cuando su hermano arrojó el zapato a Bush, él fue despedido del Ministerio de Cultura, donde trabajaba como funcionario. Eldiario.es ha contactado con él a través de Skype. A continuación compartimos parte de la entrevista.
¿Cuáles son las demandas de la gente que está participando en estas protestas multitudinarias en Irak?
La gente está pidiendo derechos legítimos: una vida digna, con libertad, con seguridad. Queremos lo que cualquier pueblo del mundo querría. Queremos un gobierno que represente los intereses del pueblo iraquí, y no queremos a gobernantes que han llegado a través de los ocupantes estadounidenses, como es el caso actual. El Gobierno iraquí llegó de la mano de la ocupación.
¿Cree que estas protestas perdurarán o se irán diluyendo?
Seguro que las protestas van a continuar, porque estamos sufriendo mucho, con un líder de gobierno que ejerce prácticas dictatoriales, que dispone de poder sobre todas las instituciones del país, y que cuenta con un fuerte apoyo de EEUU y sobre todo de Irán. El Gobierno controla potentes milicias que cuentan con más armamento que el Ejército y las fuerzas de seguridad. Esas milicias son una herramienta que emplea para golpear a sus enemigos. Este Gobierno es tiránico y opresor, no será fácil deshacerse de él, pero hay mucha gente con voluntad de continuar manifestándose.
¿A quién representa el Gobierno iraquí, cuáles son sus intereses?
El Gobierno actúa con arrogancia y fuerza contra cualquier tipo de oposición, ya sea política o social. Quiere dividir Irak. Su objetivo es la partición de Irak y la toma de control de sus riquezas naturales más preciadas, para colocarlas bajo control iraní y de esa forma abrir una puerta trasera para que Irán pueda escapar de la sombra de las sanciones que le ha impuesto la comunidad internacional.
Usted ha dicho que de alguna forma la ocupación estadounidense continúa en el país. ¿De qué modo?
Quien diga que la ocupación estadounidense ha terminado está muy equivocado. La ocupación está todavía presente, y no exagero cuando digo que es incluso más fuerte, porque es más sutil y con menos que perder, porque ha pasado de ser una ocupación a través de fuerzas militares expuestas a la muerte, a una ocupación a través de los servicios de inteligencia y de colaboradores que trabajan en el terreno.
Cuenta además una fuerza militar que no ha desaparecido en la base de Taji, al sur de Bagdad, al igual que en la Zona Verde, además de decenas de compañías de contratistas que trabajan en Bagdad. Hay también 5.000 trabajadores en la embajada estadounidense con la que excusa de proteger al personal diplomático. Todos estos elementos están preparados para batallar si así se lo ordenan.
¿Cómo describiría la situación de Irak, la vida cotidiana?
Irak es considerado uno de los países más insoportables para vivir, de hecho millones de personas han emigrado, por la falta de empleo y de electricidad, y a causa de la terrible inseguridad que padece la población. Hay cada vez más gente que vive en la extrema pobreza.
A pesar de los enormes ingresos del país, no vemos resultados, porque la corrupción está instalada en la mayor parte de las instituciones. Irak retrocede en todo, en la agricultura, en la industria, en la educación. Se ha convertido en uno de los países del mundo con más problemas a causa del crimen organizado, del narcotráfico y del tráfico de órganos humanos. Las enfermedades se han extendido de manera dramática, especialmente entre los niños.
Proliferan las denuncias por torturas en cárceles de Irak y la situación de los derechos humanos es terriblemente frágil.
Irak se ha convertido en uno de los países con más impunidad del mundo, donde la tortura y las violaciones de los derechos humanos son habituales. La ocupación trajo a delincuentes de otros países para provocar desestabilidad, y recolectó a políticos que eran ladrones y asesinos, la mayoría de ellos pertenecientes a mafias islámicas que vivían en países vecinos. La ocupación impuso la tortura y los arrestos en función de la identidad de las personas, de su religión, de su etnia, de sus creencias, y lo hizo con la bendición del Estado.
¿Hay alguna similitud con las protestas que surgieron en otros países árabes?
El contexto es diferente. Pero hay demandas similares: la libertad, la dignidad, una vida digna. Todos los países escenarios de las revueltas tienen en común que luchan contra gobiernos déspotas, gobiernos mafiosos con partidos políticos interconectados que tienen las manos manchados de sangre. Su caída no es fácil, pero no es imposible.
¿Cuánto tiempo hará falta para que Irak se recupere de los efectos de la ocupación y la guerra?
Las heridas de los iraquíes no cicatrizarán fácilmente. Los trágicos resultados de la invasión afectarán a generaciones enteras, se necesitará todo un siglo para la recuperación de Irak, las terribles consecuencias durarán todo un siglo, porque nos ha dejado con millones de muertos y heridos, con millones de viudas y huérfanos, con una infraestructura prácticamente destruida, con la ignorancia y el analfabetismo expandiéndose por el país, que se ha quedado sin casi tejido social, sin posibilidad de ofrecer una buena vida a nuestros jóvenes.
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