#ElPerúQueQueremos

Ordeñarte en el baño

Publicado: 2013-05-09

Sí, esa ñ es correcta. Y no me refiero a la de "baño".

Esta semana regresé a trabajar. A pesar de que es mi segundo hijo, es la primera vez que paso por la experiencia de ir físicamente a una oficina y dejar a mi cría durante horas. Claro, soy una privilegiada porque solo voy por las mañanas y no todos los días, pero pienso que si yo tengo que hacer malabares para mantener la lactancia, cómo será de difícil para el resto!!

Para empezar: llevar y traer el mamotreto que es mi sacaleches en un bolsón en el Metropolitano, dando sacalechazos a todo el mundo y terminando con el hombro molido (ni hablo de cómo se me debe ver a mí, toda chiquita con tremendo bolsón).

Después: Dónde diablos guardo la leche cuando me la saco!! ¿me voy a la cafetería y le digo que me la guarde? JA! Felizmente que el filtro de agua que hay en mi oficina tiene abajito un minúsculo cajoncito refrigerado. No me he preguntado a cuántos grados está porque no quiero sufrir pensando en que mi leche no está refrigerada lo suficiente.

Sigo: Rogar porque no salga sol para que la leche no se caliente en el camino de regreso y que el mototaxi no se mueva mucho para no terminar dándole un milkshake a mi enana.

Lo peor: sacarte la leche. Creo que solo quienes estamos en este tema podemos entender la dimensión del asunto. Claro, lactarios no hay, no lo exige la Ley, no es pertinente, me imagino, porque no se usaría nunca, pero cuando una pregunta dónde se puede sacar la leche, muy pero muy amablemente todas te ofrecen su baño (que tiene llave, que tiene enchufe, que tiene privacidad). Privacidad my ass!! Tratar de poner la base del aparato en equilibrio sobre el lavamanos (no hay mesitas en el baño, claro) sin que se te vaya a caer ni tocar nada porque el lavamanos no es solo donde se lava las manos, sino los dientes, se escupe, se queda la cochinada del jabón sucio, etc. Luego, colocarte los aparatejos en las tetas y pensar "diablos, y ahora con qué mano lo prendo!!". Bueno, hiciste el malabar y lo prendiste. Comienza la faena. Cierras los ojos y tratas de pensar en tu bebé, en su sonrisa hermosa, en su manito aferrándose a tu teta para tener seguridad... de pronto la leche comienza a salir (es mágico, todo está en la mente), pero por allí te distraes y abres los ojos... ¿QUIÉN PUSO ESE ESPEJO JUSTO ALLÍ??? Te ves parada, incómoda, con fondo de locetas blancas, con dos aparatos en las tetas y con los ojos totalmente rojos por las tres horas que, con las justas pudiste dormir anoche. Clac! se corta la leche. Tratas de concentrarte otra vez y alguien trata de entrar al baño. "Un ratito", dices. La impaciente espera 40 segundos y toca la puerta. Te quedan 10 minutos por delante. No respondes nada, pero te quedas pensando en que hay alguien afuera esperando para entrar y hacer algo en ese lugar que no tiene nada que ver con el idilio de amamantar a tu bebé y mirarlo a los ojos.

No, señor, ordeñarse en el baño no es la voz. Y nadie lo entiende.


Escrito por

Soy

Lleva dos tallas de pañales cada vez que hace las compras. Da teta a una y luego juega loboestás con el otro. Se despierta cuatro veces en la noche: dos con cada uno.


Publicado en

Dos al Hilo

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