En contra de todos los pronósticos, la exmandataria socialista y candidata de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, no logró triunfar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales chilenas: obtuvo un 46,68% de los votos, y deberá competir nuevamente con la postulante de la derecha, Evelyn Matthei, el próximo 15 de diciembre.  

"Ganamos por más de 20 puntos a la otra persona que pasó a segunda vuelta", dijo Bachelet. Sin embargo, a pesar de que la socialista ha restado importancia al hecho de tener que pasar de nuevo por las urnas, ganar con suficiente margen era importante para dar impulso a su agenda de reformas. 

Entre sus promesas -que giran en torno a tres grandes pilares: reformas en la educación, el régimen tributario y una nueva Constitución-, la líder de la oposición propone la gratuidad universal en la educación universitaria en un plazo de seis años y el fin del lucro en todo el sistema educativo que use recursos públicos. 

Por ello, el domingo estaba en juego la lucha por el control de un Senado que pudiera impulsar el programa reformista de Bachelet y demostrar así su capacidad para canalizar la energía del malestar civil hacia un movimiento para un cambio sostenible.

Sin embargo, los resultados del domingo suponen una victoria a medias para la exmandataria. La centroizquierda obtuvo la mayoría simple en la Cámara de Diputados y en el Senado. Nueva Mayoría alcanza así el 58% del hemiciclo, cifra que, aunque le permitirá materializar cambios en las leyes orgánicas constitucionales, no le permitirá realizar reformas constitucionales. 

Uno de los temores de muchos chilenos es que, si Bachelet no obtiene una mayoría holgada, el gobierno quede paralizado. Precisamente, para llevar a cabo sus mayores reformas necesitará contar con dos tercios en el Congreso y el Senado -el acuerdo de otros diez legisladores adicionales-. Sin esos márgenes, es muy posible que otros sectores bloqueen o frenen sus propuestas. 

¿Las elecciones traerán un cambio real?

Una de las preguntas que más suena ahora es la perspectiva de cambio real que se abren tras las elecciones. El entorno de la expresidenta sostiene que el cambio hacia la izquierda se realizará gradualmente mediante un paquete de reformas profundas, sin renunciar a acuerdos políticos con la derecha en el Congreso. Es más, sus colaboradores cercanos afirman que la socialista quiere evitar escenarios de polarización.

Ramón Briones y Hernán Bosselin señalan, en una columna del El Mostrador, que “la derrota de la derecha política, estrepitosa como algunos la anuncian, no significa el fin de un sector de la sociedad conocido y vertebrado y extremadamente poderoso, como es la llamada derecha económica, que a nuestro juicio es la más poderosa de todas las que se conocen en la historia republicana”.

Por su parte, el sociólogo Alberto Mayol plantea que "si el segundo mandato de Michelle Bachelet se deduce de su primer periodo (2006-2010) habrá algunos cambios sin afectar la continuidad de lo esencial", señala en El País. 

Y es que incluso desde el entorno de Bachelet, indican que su programa no contempla socavar de economía de mercado heredada del régimen de Pinochet que conforma el modelo chileno. Bachelet indica que las protestas de 2011 mostraron el cierre definitivo de un ciclo político para dar paso a la búsqueda de una mayor equidad. Por ello, las políticas de Bachelet buscarían fortalecer el Estado y aumentar la protección social, como los países nórdicos. 

Consulta aquí los resultados de Senadores y Diputados.

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