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Fuerza Natural: la música que escucharás en el futuro

Publicado: 2009-10-28

"Deja vu", primer sencillo de Fuerza Natural, la nueva producción musical de Gustavo Cerati,  ha sido lanzado al mercado con un videoclip bastante extraño, lisérgico, ciertamente autista y bipolar:  el cantante, con guantes de cuero negros, en medio del desierto, conduce un auto que bien podría remitirnos a las proezas de Meteoro. Súbitamente, en medio de la ruta, se encuentra  con un chica hermosa, casi una visión o invento del Diablo.  Cruzándola de cabo a rabo, un tren fantasma, plateado, pasa por ella. Corte. Otra vez música. Otra vez Cerati conduciendo. Una caja de madera sobre el asiento de copiloto destella luces y se calma. La canción acaba rápido, lo mismo que el trayecto, aunque entre el sol que se apaga, una misteriosa frase CONTINÚA le da aire de enigma.

Listo.

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Cerati no da truega y tampoco le interesa complacer a la masa. Incluso, los más fanáticos o fervoroso melómanos poperos, hinchas de su carrera deben reconocer que el videoclip de "Deja vu" es raro. Freak. Desconcierta. No calza del todo con el estilo de la canción (que suena algo a Strokes, algo más al Coldplay de "Viva la vida", todo ello mezclado en clave country y arreglos rockeros bien The Killers).  Además, claro está, las invocaciones sobre el lado futurista,  las advertencias del principio y el fin de los tiempos, las letras crípticas/metafísicas/para-el-bronce y el aroma de cuidadosa melancolía que corrompe cada obra del ex Soda Stereo.

Nunca ha sido fácil seguir a Cerati. Está claro, que los famosos que ya tienen una obra, pueden hacer lo que quieran. Lo que también es cierto que no siempre la atinan. En este caso, luego de abandonar la famosa banda que lo catapultó al megaestrellato (y de mantenerla viva en el recuerdo de millones de fans alrededor del mundo),  la carrera de Cerati como salista siempre ha estado signada por el fantasma de Soda. Evidententemente, le costó mucho tiempo, pero sobre todo le costaron una serie de experimentos musicales y apuestas riesgosas que desde lo formal y desde el uso extremado de la imaginería pop vanguardista le labraron un camino más allá de su pasado.

Cerati siempre ha puesto la valla alta, aún cuando pusiera en peligro a su evidente notoriedad. Claro, luego de Soda, muchos creían que no había nada más que demostrar, sin embargo, sus incursiones  han tenido siempre un espacio vital que lo impregna todo, que le ajusta las tuercas y dinamita lo ya expuesto. El psicodélico Amor amarillo (1993) es digno, pero aún experimental si lo comparamos con, por ejemplo, el grandilocuente, efusivo, sinfónico Bocanada (1999) y a éste, a su vez lo tomamos como  transicional en comparación con el sofisticado Siempre es hoy (2002),  o con el rockero y potente Ahí vamos (2006).  Ninguno de sus álbumes es igual al anterior, pero todos tienen un sello particular, descomunal, megalómano y afrentoso. Cerati nos dispara, directo al corazón, todo su ego, toda su brillante formación melómana, sus disparatados pero incesantes puntos de vista sobre la condición humana, pero aún más, su soledad y su persistencia.

Claro, solo a un persistente y, de paso, talentoso creador se le puede ocurrir reinventarse, más allá de las modas y tendencias mediáticas. Por momentos, Cerati se parece a David Bowie en la capacidad camaleónica para innovar y detectar los sonidos y las pulsiones del futuro. El artista se entrega a la idea de parir, y unir pieza por pieza la creatura frankesteniana que su cabeza y su alma son capaces de moldear. En el proceso de construcción, sin duda, recluta a su equipo, casi todos seres obsesos, talentos de orfebrería y sintetizador, de clásica sinfonía y radical avant garde, capos en su nota, que forman parte integrante, de la partitura perfecta que designa, cual Dios,  GC. La misión es simple: plasmar en un disco lo "inasible", grabar lo "ingrabable".

Fuerza Natural es un álbum excepcional porque no se parece a nada que haya grabado anteriormente Cerati. Pero tiene tantos guiños al pasado, no solo en el plano formal, sino incluso en las letras (que ahora, como antes, envanecen, con el adicional que se acercan peligrosamente a la confesión personal).  Fuerza Natural es tan posmo, pero paralelamente flirtea con el rock clásico, desde Dylan, Neil Young, hasta clásicos populares argentinos como Spinetta o las zambas/chacareras, sin dejar de lado los rasgueos hardcore o la instrumentación computarizada. En medio de todo, estaciones, días y noches, kilómetros transitados , plegarias cósmicas,   viajes espaciales, ausencia y apocalipsis. Lo importantes es que te quedas pagando, con la idea de que algo más vendrá en cualquier instante. No hay parangón en lo que acabas de escuchar (aunque te queden tantas ideas sobre los referentes).

Lo apreciable en el trabajo de Cerati ha sido, a la par de su instrumentación operática,casi perfecta (que en Fuerza Natural alcanza cumbres con la beatlesca "He visto a Lucy", la  pacífica y oceánica "Sal", la balada hippienta seudocountry  "Convoy" o la misma canción que da título al disco), la notable combinación de música con letras. Su capacidad para generar versos de primera es inigualable. En esta oportunidad, las colaboraciones incluyen frases que se te graban en la memoria. Aquí algunas:

Y los mèdanos

seràn tèmpanos,

en el vèrtigo

de la eternidad.

Y los pàjaros

seràn àrboles,

en lo idèntico

de la soledad.

(Cáctus)

Un compás de luz

el faro dibujó en el mar.

Con un beso azul

la espuma se convierte en sal.

(Sal)

Cuento hasta diez

y te escondes,

Dioses creados con diez nombres,

Alfa y Omega,

todo principio y final.

(#)

Puedo equivocarme

tengo todo por delante

Nunca me sentí tan bien.

Viajo sin moverme de aquí

Chicos del espacio

Están Jugando en mi Jardín.

Me dirán el azar con el viento

(Fuerza natural)

Fuerza Natural es un álbum melancólico, que se lo escucha en la ruta y se lo aprecia precisamente en el camino. Es el amor por el trayecto, sin intermediarios, y la búsqueda constante de experimentación, el aprendizaje de la vida. Pero al mismo tiempo es un espacio de madurez en el cual Cerati ha querido aplicar su mayor talento para el fuego de artificio y la capacidad de volverse volatil y entrañable.  Poner la valla siempre más alta a veces asusta a los creadores, porque los fuerza a desgarrarse, a sufrir, a probarse que aún son capaces de sorprender. Cerati demuestra que en la apuesta y el riesgo está la adrenalina, y por cierto, el valor. Si además de ello, se genera un producto poderoso, fresco y vanguardista (como  felizmente sucede aquí), estamos ante la música que escucharemos en el futuro y ante el artista como pionero y profeta.

El mejor disco del año en español, sin duda alguna.


Escrito por

Paco Bardales

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Publicado en

Diario de IQT

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