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La estatura mental de César Hildebrandt

Publicado: 2010-10-10

Cada vez que me sorprendo leyendo un artículo de César Hildebrandt, ya casi a la mitad me pregunto ¿a qué me metí a leerlo? ¿Puede acaso decir algo diferente a su cháchara habitual y consabida? ¿Será acaso capaz de escapar de sus delirios mentales, eludir su obsesión paranoica, superar su cansina tesis de que todo lo que ocurre en el Perú se debe a la maquinación orquestada de un poder oculto que actúa desde Palacio, o de la derecha, o de los EEUU, o directamente de la CIA? ¿Podrá César Hildebrandt decir algo diferente a lo que ya le conocemos hasta el hartazgo? Pues es evidente que no.

Como sabemos, César ha pasado por todos los medios y canales de TV, solo para ser despedido de todos ellos, siempre por su impertinencia y soberbia, gracias a ese complejo suyo de jerarca dueño de la verdad y de la moral, y sabelotodo. Después de tanto tumbo, al final recaló en esa caricatura de canal de TV que es el 11, donde tampoco pudo hallarse a su gusto y terminó afuera, con una mísera columna en una de las peores cloacas mediáticas de la izquierda: el diario La Primera. Un diario que se da el lujo de escribir lo que le da la gana, sabiendo que nadie lo lee.

Hoy César Hildebrandt es un alma en pena que escribe desde su propio semanario, al que -obedeciendo su megalomaniaca vanidad- ha decidido llamar "Hildebrandt en sus trece". Desde allí sigue despotricando contra todo el mundo, escribiendo sus columnas hepáticas con tinta de hiel, acusando a medio mundo de conspirador y confabulador, de inmoral y lobista, de mercenario y vendido. Nadie se escapa. Salvo él.

Revisando lamula.pe me hallo con un artículo suyo. Otra joyita de la esquizofrenia paranoide típica de César Hildebrandt. Esta vez le tocó el turno al sistema electoral. Por supuesto, es un sistema dirigido desde palacio, diseñado genialmente por Alan García, quien habría medido al milímetro cada acción, adivinando incluso que tacharían a Kouri y que la Villarán treparía desde el 3% al 38%. El mago y adivino Alan García ya sabía que esto iba a pasar. No solo eso, el gran poder casi divino de García habría logrado que se observen justo las actas de los distritos en que la Villarán habría ganado. No sé cómo sabe esto Hildebrandt. Pero lo sabe y lo asegura, con la misma tosudez con que escribe todo lo demás.

Con el mismo arte novelesco con que sabe adornar sus argumentos, nos dice que el día en que se publicó el nuevo reglamento del JNE, o sea, el 27 de agosto, la Villarán ya tenía 22% y con tendencia a subir. Y esto, por supuesto, fue una respuesta directa a esta subida de popularidad. Vaya. Que genio. Olvida o ignora (aunque lo más seguro es que se haga el loco) que el JNE se tomò la santa paciencia para elaborar ese reglamento desde meses atrás. Y que solo para publicarlo se tomaron diez días. Y que en los dias previos, los días iniciales de agosto, o sea, cuando el bendito reglamento ya estaba elaborado por una junta de viejitos que piensan que aun están en el siglo XIX, y que todo tiene que estar visto y visado, la Villarán no llegaba ni a 10%.

El inefable César Hildebrandt dice todavía son soberbia estupidez que "habría que estar lobotomizados para no dudar de la limpieza de este proceso". Al contrario. Me parece que algo así debe ocurrirle para vivir dudando y sospechando de todo, todo el tiempo. Pobre hombre. Y se da incluso el lujo de criticar al personero de Fuerza Social por no dudar del proceso en el que están presentes día y noche. ¿Se puede ser más creído? O sea que César Hildebrandt no cree que la estupidez existe, no conoce la mediocridad de nuestros funcionarios, no sabe que estamos en el Perú y que acá los planes precisos no funcionan nunca porque el Perú es impredecible. No, nada de eso existe para César Hildebrandt. Todo es una maquinación perfectamente orquestada desde Palacio por un increiblemente poderoso Alan García. Vaya...

Al final Hildebrandt escupe nuevamente sobre la Villarán y su personero por no dudar como él de este proceso, por no denunciar el fraude, por no hervir en aceite a Margarita Chu, por no salir a quemar llantas y pedir nuevas elecciones. Bueno, supongo que esto también pretenderá. Creo que una vez más, Hildebrandt demuestra seguir siendo más de sí mismo. Y creo que ya debería darse cuenta de porqué nos tiene hartos con su mediocridad intelectual, que alguna vez sirvió de algo, antes de caer en el foso de la rutina paranoica y esquizofrénica, desde donde todos se ven como enemigos y sospechosos de manipular hasta sus pensamientos más íntimos. El pobre César es un caso perdido para la prensa peruana. Y es una lástima que así sea, porque alguna vez fue un sujeto brillante que prometía mucho. Yo aprendí a apreciarlo desde sus días de entrevistador en CARETAS. Me encantaba su lucidez y la soltura con que podía entrevistar a cualquier personaje por más intelectual que fuera. Pero aquel Hildebrandt terminó, no sé si lobotomizado por alguna experiencia traumática, pero es tan solo un recuerdo.


Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social