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Arboricidio en Pantanos de Villa, qué horror...

Publicado: 2011-04-10

Este fin de semana, mientras los limeños ocupábamos nuestro tiempo en discernir por quien votar, operarios de la municipalidad de Chorrillos se tiraron abajo el bosquecillo de "molles brasileños" que por tanto tiempo caracterizaron la berma central de la autopista que divide en dos el Refugio de Vida Silvestre Pantanos de Villa. ¿Los recuerda? Estaban al medio de la vía, añosos y verdes, exultantes, una murallita natural que nos hacía sentir que estábamos en un área natural protegida, a punto de dejar la caótica Lima y enfrentarnos al aire libre. Dentro de unos días las maquinarias del inefable alcalde Miyashiro rellenarán las zanjas de la vía con tierra vegetal y después el grass -que consume a chorros el  agua que tanta falta nos hace- transformará el espacio arrebatado a la naturaleza en una suerte de jardín de los Maldini (la familia in de Al fondo hay sitio) que llenará de orgullo –presumo- a sus electores. ¿Y las autoridades del SERNANP?, ¿Dónde estuvieron, sabían del arboricidio que se estaba preparando?. ¿Y los grupos ecológicos que tan tesoneramente trabajan en éste y otros espacios naturales de Lima y alrededores, tenían noticias del estropicio? ¿Y la alcaldesa de Lima, que habló tanto de protección ecológica y de una ciudad saludable y para todos, fue notificada en algún momento de la decisión de la comuna chorrillana? El colmo, verdaderamente el colmo.

Lo increíble del caso es que el arboricidio que se acaba de cometer ha sido perpetrado dentro de lo linderos de una de las tantas ANPs del sistema a cargo del SERNANP, institución que se bate en defender la intangibilidad de las áreas bajo su jurisdicción en zonas altamente sensibles como Madre de Dios pero que no dice mucho cuando se trata de defender los fueros de los espacios a la vuelta de la esquina de una ciudad cercada por la contaminación, la explosión demográfica y las pandemias mil. El Refugio de Vida Silvestre Pantanos de Villa fue creado en el 2009 sobre un área de 263,27 ha precisamente para conservar una muestra representativa de los pantanos del Desierto Pacífico Subtropical, incluyendo muestras vegetales así como la avifauna migratoria y residente con algún grado de amenaza. No para que se convierta, de la noche a la mañana y por decisión edilicia, en un jardín decorado por los burócratas de una oficina municipal que cree que la belleza de un área silvestre se mide en metros cuadrados de grass comprado en un vivero de la vecindad.

Que el alcalde Miyashiro no sepa que Pantanos de Villa es un sitio RAMSAR, bueno y pase, pero que sus ideas de progreso se impongan sobre el criterio científico de los responsables del área a cargo del MINAM es un sinsentido de marca mayor que no terminamos de entender. Lo razonable, lo que espero se dé en estos días de fárrago post electoral es una respuesta pronta (y una toma de decisión apropiada) de las autoridades competentes y, desde luego, un repliegue de la municipalidad de Chorrillos: un reconocimiento público del error cometido. Y que los mismos operarios que destruyeron el bosque de molles que todos los días admirábamos, siembren de nuevo un columna de árboles de la misma especie que, al verlos crecer, haga que olvidemos tremenda falta de respeto. Más de cien árboles destruidos en nombre de una visión del ornato público que deberíamos erradicar. Lima es una ciudad en el desierto, El Cairo o Piura, no estamos para jardincitos que, tarde o temprano, serán tragados por la realidad.

por Guillermo Reaño


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Solo para Viajeros

Boletín del Grupo Viajeros dedicado a caminantes, turistas y viajeros por el Perú y América Latina...


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