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Woody Allen: "Soy la antítesis de Stanley Kubrick"

Publicado: 2011-06-28

La Nación se sentó a conversar con Woody Allen teniendo como excusa su nueva película, Medianoche en París, la cual se presentó el primer día de Cannes durante abril.

El film, décimo que el director ha presentado en el festival francés, ha recogido ovaciones alrededor del mundo y apunta a volverse la película de mayor recaudación de Allen.

Durante la entrevista, Allen se mostró relajado y comentó que con esta nueva película sentía que estaba saldando una deuda con el publico francés, que lo ha apoyado de modo constante durante su carrera. Por otro lado converso sobre su fijación con los años 20, década que ha albergado a algunos de sus personajes favoritos y de próximas locaciones donde quisiera realizar filmes.

A continuación la entrevista:

-¿Qué sintió al haber trabajado finalmente en el cine francés?

-Desde mi más temprana formación cinéfila, siempre tuve una gran admiración por Godard, Resnais, Truffaut, Clair o Renoir. Mientras en los Estados Unidos se hacen películas sólo para ganar plata, en Francia se mantiene desde siempre un enorme respeto por las posibilidades del cine como arte. En esa tradición traté de inscribir mi carrera y a este nuevo film. Además, y no es un dato menor, me permitió vivir durante tres meses en París. Pero la película ya es historia.

-¿En qué sentido?

-Una vez que estreno una película, para mí ya es historia. No me gusta vivir en el pasado, sentarme en mi casa y decir: "¿Te acordás cuando hicimos Manhattan? No soy nostálgico; no vivo de recuerdos. Jamás veo mis películas anteriores; me parece una forma de vida poco estimulante. A menudo me llaman de una universidad para que vaya con los actores de, por ejemplo, Annie Hall, para charlar sobre aquella experiencia, pero nunca voy ¿Qué sentido tiene recordar si llovía? En cambio, sí disfruto de ver películas clásicas, a un Antonioni explicar cómo hizo Blow Up o a Godard analizando Sin aliento. O sea, me gusta que hagan lo que yo jamás haría -dice, y se ríe.

-¿Y cómo se siente en esta nueva era del cine digital en 3D y basado en efectos visuales?

-No tengo nada en contra de la tecnología ni de la revolución digital. He visto malas proyecciones en digital y en 35 milímetros.

-Scorsese, Bertolucci y Herzog están trabajando en 3D. ¿Se imagina filmando alguna vez una película así?

-Estoy maravillado con que directores de ese nivel hayan decidido trabajar en ese formato. Evidentemente, ellos saben algo o necesitan algo que el 3D les puede dar, incluso para un drama familiar como es el caso del nuevo largometraje de Bertolucci. Yo no tengo ideas que requieran el 3D. Seguiré trabajando a la manera old-fashioned, basándome en el contacto con los actores de carne y hueso.

-A propósito de los grandes actores que logra reunir para cada uno de sus films, ¿se involucra personalmente para convencerlos? ¿Cómo es el proceso de casting?

-Muy simple. Pienso en el actor o actriz que me gustaría para determinado papel y le pido a la gente de mi oficina que llame al agente de Penélope Cruz, Owen Wilson o Roberto Benigni. Preguntamos, por ejemplo, si Roberto está libre en el verano y si le interesaría trabajar conmigo. Si es así, se le manda el guión, lo lee y acepta o no, con nuestras condiciones. Nunca hablo con ellos antes del rodaje. En el caso de Owen, recién me encontré con él en París durante la prueba de vestuario. "Hola, soy tu director", le dije. Se probó la ropa, vimos qué le quedaba bien en pantalla y luego nos vimos en el primer día de filmación.

-¿Nunca ensaya o se encuentra antes con un actor para discutir sobre el personaje?

-Jamás. Nada de psicologismo, de elaboración intelectual. Si quieren hacer alguna pregunta sobre el personaje o determinada situación, encantado, pero eso ocurre muy raramente. Owen y Marion Cotillard llegaron al set y comenzaron a actuar, lo mismo que Carla Bruni. Convoco a intérpretes profesionales, talentosos y confío en sus instintos. Si tienen una idea completamente errada de la escena o si hablan muy rápido o fuerte, obviamente se lo digo. Soy la antítesis de Stanley Kubrick, un perfeccionista que hacía muchísimas tomas. Lo mío es mucho más relajado. Siempre les digo a mis actores que si no les gusta el guión, lo tiren a la basura; si no les convence un diálogo, que lo cambien y usen sus propias palabras. Sólo necesito que la escena funcione.

-¿Realizó alguna investigación histórica sobre los años 20 en París?

-No, es algo que aprendemos desde niños en la escuela. Todos saben qué fue de Hemingway, Cole Porter o Picasso en París. Y si cometo algún pequeño error histórico, no me molesta. Es una fábula, un cuento de hadas; no pretendo nada realista.

-¿Siempre le interesó esa época?

-Sí, muchos de mis héroes intelectuales de la juventud estuvieron en París en esos años, pero mi período favorito sigue siendo la belle époque con los Champs-Elysées sin oficinas ni negocios. De todas maneras, prefiero la actualidad. Podés ir al dentista o tomar un antibiótico. Además, antes se vivía muchos menos años. [Se ríe.] De todas maneras, me encantaría viajar a la década del 20 por un día, cenar en Maxim's. La fantasía de la máquina del tiempo me parece genial.

-Nueva York, Londres, Barcelona, París y ahora Roma. ¿Sigue con la idea de ir filmando en todas las grandes ciudades del mundo?

-Sí, y podría ir a tu ciudad. Buenos Aires es un gran centro cultural y sé que allí tengo muchos fans. Pero ahora viene Roma, que nos ofrece una de las principales herencias de la humanidad y una excelente gastronomía. Sólo espero que no sea demasiado calurosa durante el verano -dice, y se ríe-. No me siento un director neoyorquino, sino un neoyorquino que hace cine por el mundo.


Escrito por

Jimena Rojas Denegri

Antropóloga y redactora de lamula.pe


Publicado en

Redacción mulera

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