¿Que son las patentes biológicas?
Los derechos de propiedad intelectual se han convertido en una herramienta para que algunas empresas multinacionales acaparen los recursos naturales de muchas comunidades indígenas, sobre todo de América del Sur, África y Sureste Asiático, que han visto cómo se han apropiado de sus ancestrales conocimientos curativos.
Esto es Piratería biológica. Así es como se conoce la práctica que realizan algunas multinacionales para patentar plantas, microorganismos, animales, procesos biológicos o segmentos genéticos procedentes de seres humanos. Las comunidades indígenas de algunos países se han rebelado contra este «expolio».
Uno de los casos más sonados fue el de la ayahuasca, una planta medicinal cultivada desde tiempos precolombinos y considerada «sagrada» por todas las naciones que integran la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Amazonas y el Ecuador, en la que se incluyen más de 400 nacionalidades indígenas que habitan la cubeta amazónica en nueve países.
Esta planta fue patentada por la International Plant Medicine Corporation de Estados Unidos, acción que fue calificada de «inmoral e ilegal» por diversas organizaciones humanitarias y ecologistas. Aquella patente movilizó a diversas organizaciones indígenas de nueve países sudamericanos, que consiguieron su cancelación por parte de la Oficina de Marcas y Patentes de EEUU.
La propiedad intelectual
Las protestas de organizaciones ecologistas y no gubernamentales no han podido frenar las prácticas de las multinacionales, que han inventado la palabra «bioprospección» para explotar la biodiversidad de las zonas donde los pueblos indígenas conservan conocimientos milenarios. Ese saber es recogido y patentado por los «bioprospectores» como si fueran hallazgos propios, obteniendo de esa forma grandes beneficios económicos para sus empresas.
El marco legal que favorece esta «piratería biológica» viene definido por los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el comercio, más conocidos como TRIPS por sus siglas en inglés. Este tratado asegura que los derechos de las patentes sean respetados por todos los estados miembros de la Organización Mundial de Comercio.
Un inmenso negocio
Detrás de estas prácticas de biopiratería se encuentra un inmenso negocio. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el valor de las plantas medicinales de países del Sur utilizadas por la industria farmacéutica de países desarrollados supera los 30.000 millones de euros al año.
El actual sistema de patentes y comercio está provocando además una concentración de estos recursos en unas pocas manos, ya que sólo diez empresas poseen una participación del 84% del mercado global de productos agroquímicos, y otras diez compañías (Monsanto, DuPont, Syngenta y Advanta son las más importantes) controlan casi un tercio del mercado mundial de semillas y prácticamente la totalidad del mercado de semillas manipuladas genéticamente.
Algunas comunidades indígenas están encontrando formas innovadoras para proteger su propiedad intelectual. Unos pocos países, como Perú y Panamá, han elaborado leyes en las que se reconocen los derechos de sus comunidades indígenas sobre plantas y procedimientos que vienen siendo utilizados de forma ancestral para realizar curaciones.
En el ámbito internacional, los derechos de las comunidades indígenas sobre sus recursos naturales están reconocidos por 170 naciones, que fueron las que ratificaron el Convenio Internacional sobre Diversidad Ecológica. Recordemos esto, «No puede haber patentes sobre la vida, porque no se trata de ningún invento»
Publicado en el Suplemento Nº 91 de Ciencia y Tecnologìa del Diario La Primera, Lunes 18 de Julio de 2011