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LA TRAICION DE UN BELAUNDE EN LA GUERRA DEL PACIFICO TRAICIONO A BOLOGNESI Y LUEGO FUE CONGRESISTA CON PIEROLA

Publicado: 2011-08-20

Fuente:     http://hcmujica.blogspot.com/2008/02/la-batalla-de-arica-la-traicin-de.html

Historia, madre y maestra

1-2-2008

La tragedia del 79, Alfonso Bouroncle Carreón, Studium, Lima

Anexo 28 La batalla de Arica. La traición de Belaunde

Sin embargo, últimamente se ha reaccionado en nuestra patria en el

sentido de no permitir que nuestra historia continúe siendo objeto de

adulteraciones de parte de ciertas personas que han tomado a su cargo

tan ingrata tarea, "contribuyendo con esta conducta torpe y criminal,

a embrutecer al pueblo en todas sus condiciones sociales y a mantener

corrido el velo que cubre las traiciones, fraudes, crímenes y

cobardías de los hombres responsables de nuestra ruina y humillación,

conquista y desprestigio".

Así se expresaba El Abate Faria (don Manuel Romero) en una carta

abierta al director de "El Tiempo" de Lima, señor Pedro Ruiz Bravo (*)

a propósito de un editorial que este periodista publicó llamando la

atención sobre la necesidad de escribir la verdadera historia del

Perú, y manifestando que "tiene razón El Tiempo al lamentarse de que

las generaciones pasadas hayan sido engañadas y que las presentes y

futuras, a sabiendas, también lo sean".

Y agregaba en su patriótico empeño de que la verdad resplandezca al

escribirse nuestra historia:

"En el Perú el que ha sufrido y sufre terriblemente la inconciencia de

algunos escritores e historiadores que, desde las redacciones de los

periódicos y de sus gabinetes de trabajo, han cometido la ruin tarea

de embrutecer a tres generaciones de peruanos' .

'"Puedo garantizar a Ud., señor, que hasta hoy no se ha escrito la

verdadera historia del Perú y que casi todos los textos que en

escuelas y colegios se estudian, son amplias narraciones vulgares, sin

ningún valor histórico, escritas casi en su totalidad por hombres sin

valor moral o incapaces, semianalfabetos, plagiadores y copiadores de

historiadores que yacen en la tumba y no pueden protestar".

Nosotros creemos también como El Abate Faria y con el director de "El

Tiempo", que no se ha escrito aún la verdadera historia nacional, cual

lo ha sido ya en Chile por el infatigable Barros Arana, y en otros

países de Hispano-América.

En un artículo histórico que el que esto escribe publicó ha pocos años

en "El Comercio" de esta capital, nos dolíamos también de esta omisión

propia de nuestra psicología.

Nota discordante en el Consejo de guerra.— El jefe del "Cazadores de

Piérola" deserta en presencia del enemigo.— Cobardía de dos jefes

chilenos.— Un historiador de la misma nacionalidad los estigmatiza.

Como sucedió en las filas sitiadoras, también hubo nota discordante en

las nuestras, es decir, en la junta de guerra que acabamos de

historiar; pero nosotros, siguiendo consejo de un militar amigo y

codepartamentano, hemos estado a punto de no consignarla en estas

páginas, para no amenguar la solemnidad y trascendencia del acuerdo

que adoptó la junta precitada, en la que, como antes hemos visto,

todos opinaron como el coronel Bolognesi, menos uno, acaso, por

ignorancia, falta de patriotismo o porque el miedo se adueñó de su

ser, ya que se trataba de un jefe improvisado elevado a la categoría

de tal, como mando de cuerpo, por el favoritismo político. Nos

resistimos a estampar su nombre, pero nos manda imperativamente

hacerlo nuestro deber de escritores verídicos y el hecho de que

tampoco faltaron jefes cobardes en las filas chilenas, dos de los

cuales se resistieron a asaltar las baterías peruanas. Estos militares

chilenos fueron don Ricardo Castro y don Luis José Ortiz.

El jefe peruano que discrepó de la opinión de sus compañeros de armas,

fue el coronel de guardias nacionales Agustín Belaunde, jefe del

batallón "Cazadores de Piérola", formado casi en su totalidad de gente

colecticia tacneña. En el consejo de guerra este individuo fundó su

voto en favor de la capitulación, alegando que, habiéndose perdido

toda esperanza de auxilio, sea de Leyva, o de Montero, era pueril

creer que las escasas tropas de que se disponía, fueran capaces de

contener el empuje de las orgullosas legiones invasoras; que no era

acción de cobardes capitular ante enemigo tres o cuatro veces superior

en número, haciendo antes "tabla rasa" de Arica y sus fortificaciones;

finalmente que no hacerlo así, era sacrificar, a sabiendas, tanta

juventud en flor; era llevarla al matadero (textual).

Es de suponer la indignación que causaría a los presentes tales

declaraciones; todos protestaron de ellas, atribuyéndolas a cobardía.

Fue ésta, en efecto, nota triste, discordante, en momentos tan

solemnes, en que la imagen bendita de la patria flotaba en la amplia

sala, ensangrentada, envuelta en los pliegues vaporosos de nuestra

bicolor enseña, clamando venganza por las ofensas que el enemigo

acababa de inferirle en el Campo de la Alianza.

Pero Belaunde no paró ahí; al saber que, por razones de orden

disciplinario se había decretado su arresto, a bordo del monitor

"Manco Cápac", no esperó la notificación del caso: desertó de su

cuerpo en circunstancias que el enemigo asediaba a la plaza.

Cuando el oficial encargado de notificarle el arresto se constituyó en

el cuartel del "Piérola", Belaunde ya había consumado su acto indigno

y vil; hacía rato que se hallaba de fuga, camino de Arequipa, dándose

trazas para no caer en poder del enemigo, que a la sazón merodeaba por

los alrededores de Arica. Esto sucedía el lo. de junio.

No tardó en hacerse del dominio público la acción criminal de

Belaunde, tildándosele con los más acervos y merecidos calificativos.

Fue un cobarde desertor; su nombre será en todo tiempo execrado, como

lo es en Chile el del comandante Castro, jefe del 3o. de línea.

Belaunde a punto de ser pasado por las armas

Cuando aquél huía desatentado del teatro de su hazaña a esconder la

vergüenza de su acción, la justicia estuvo a punto de caer inexorable

sobre él. Sin pensarlo se encontró en el camino a Tarata con el

prefecto de Tacna, doctor Pedro Alejandrino del Solar, que se dirigía

a Arequipa, después de la derrota del Campo de la Alianza.

Belaunde no pudo disimular la contrariedad y el temor que experimentó

por tan inesperado encuentro. 1 como no pudiera justificar su

presencia en ese sitio, ni dar noticias concretas de la guarnición de

Arica, hizo sospechar que había desertado de las filas de Bolognesi;

por lo que el doctor del Solar lo redujo a prisión, salvando

milagrosamente de ser fusilado por no haberse encontrado en esos

momentos oficiales de alta graduación para formar consejo de guerra.

Las patriotas placeras tacneñas castigan al desertor.

Dos o tres años después de la ocupación de Tacna por las armas de

Chile, Belaunde regresaba de La Paz (Bolivia) a la primera de las

ciudades citadas. Un buen día se le antojó visitar la plaza del

mercado; pero nunca lamentará lo bastante la hora en que tal hiciera.

Lluvia de coles, cebollas, patatas, etc., arrojaron sobre él las

patriotas placeras tacneñas, la mayor parte de las cuales lloraba la

pérdida de un deudo o amigo suyo muerto en el combate de Arica.

Así castigaron la cobarde acción del que desertó de las filas que

comandaba, en circunstancias que el enemigo de la patria se hallaba al

alcance de los cañones del puerto.

Belaunde diputado a Congreso

El dictador Piérola pagó con creces a Belaunde— a quien estaba ligado

por los vínculos del compadrazgo— los servicios políticos que le

prestara en sus pasadas revoluciones.

Olvidó el agitado caudillo demócrata que este mal peruano llevaba en

su frente el 'Inri" infamante de cobarde y desertor; y haciendo

escarnio de la vindicta pública, que a gritos reclamaba el castigo del

réprobo, le prestó eficaz apoyo en su gobierno (1896), a efecto de que

fuera elegido —como lo fue— diputado a Congreso por la provincia de

Tayacaja no obstante haber protestado de ello los representantes

parlamentarios por Tacna libre, distinguiéndose entre éstos por la

vehemencia y calor con que trató el punto, el probo y patriota tacneño

señor Modesto Basadre.

Por habernos ocupado con más amplitud de la necesaria de tan

tristemente célebre personaje, nos abstenemos de comentar el error

político -por no calificarlo de capricho inconcebible- en que incurrió

el Sr. de Piérola, al apoyar la candidatura de este mal peruano;

atribuyéndolo a la desorganización política de la época, como

consecuencia de la revolución coalicionista que puso término a la

segunda administración del general Cáceres.

VARGAS HURTADO, Gerardo "La Batalla de Arica", Lima, Col. Documental,

1980, p. 62-5 y 70-1.

(*) "El Tiempo" de Lima, de 28 de setiembre de 1919.


Escrito por

Enrique Jesús Flores Velásquez

Psicólogo Clínico Jurídico, perteneciente a la II Promoción Año 1983 "Felix de Valois del C.E.P. Santísima Trinidad-Lima-Perú.


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