Latinoamérica al borde de la locura
Desde que se iniciaron las primera repúblicas independientes, Latinoamérica ha sido famosa por sus delirantes gobernantes, especialmente por sus extravagantes dictadores. Como no podía ser de otro modo, tal vocación latinoamericana ha quedado magistralmente plasmada en la literatura. Obras famosas como "Yo el Supremo" de Augusto Roa Bastos, "El otoño del patriarca" de Gabriel García Márquez y "La fiesta del Chivo" de Mario Vargas Llosa, entre otras, han retratado perfectamente al típico dictador latinoamericano. Es curioso que García Márquez haya sido tan amigo del dictador cubano Fidel Castro, a quien prácticamente retrata y parodia en diversos pasajes de su obra citada. Pero Latinoamérica está repleta de estos contrastes.
Otras obras interesantes sobre el mismo tópico son "El Señor Presidente" de Miguel Angel Asturias, "El recurso del método" de Alejo Carpentier y "Oficio de difuntos" de Arturo Uslar Pietri. Pero el padecimiento de los pueblos también ha sido retratado. Por ejemplo, Eduardo Galeano, quien de tanto escribir a veces escribe algo bueno, decía que los argentinos se dividen en aterrados, encerrados, enterrados y desterrados.
Aunque los tiempos parecen haber cambiado y las dictaduras se ven como malos recuerdos del pasado, lo cierto es que hoy mismo no estamos libres de los delirios y de las extravagancias de nuestros gobernantes, quienes en muchos casos se conducen como auténticos dictadores disfrazados de demócratas. Un caso emblemático de este tipo de gobernante es el inimitable Hugo Chávez. La extravagancia hecha hombre. Pero ya no está solo. Chávez ha logrado una comparsa de gobernantes que se mueven a su lado con el mismo resplandor del delirio idealista, que discursean con la misma ideología distante de la realidad y disfrutan de las mismas arbitrariedades disimuladas de "justicia".
En la reciente cumbre del Mercosur se han juntado gobernantes que padecen casi del mismo delirio, además del propio Hugo Chávez han estado Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner y el ex terrorista José Mujica como anfitrión. Este último se ha llevado los titulares al proponer saltearse las normas del MERCOSUR para que la tan alargada incorporación plena de Venezuela al bloque comercial sea una decisión de los presidentes y no de los parlamentos. Así de simple. En otras palabras propone tirar al tacho las normas que rigen al bloque para beneficiar a un "amigo". La incorporación de Venezuela ha quedado entrampada por la negativa del Senado paraguayo.
Además de esto, la reciente cumbre ha decidido subir aranceles para protegerse de la crisis. Algo que solo conviene a Brasil y Argentina, pero no a los socios menores Paraguay y Uruguay que no tienen prácticamente nada que proteger, pues su industria es incipiente. Este bloque económico se conformó en 1991 sobre la base de dos hechos reales: la conjunción de su comercio alrededor del Río de La Plata y la dependencia económica y comercial entre ellos. Es decir, no se trata de un bloque ideológico ni político del tipo que le gusta a Hugo Chávez. Por ello, su ingreso sería perturbador.
Pero quizá lo más delirante que ha salido de esta cumbre sea la decisión de impedir que los barcos que llevan la bandera de Las Malvinas (Falklands, en realidad) toquen puertos de los países del bloque. Esta es una decisión política que adoptó José Mujica de motu proprio y luego acab de ser admitida por todo el bloque. Esto es lo que pasa cuando los gobernantes dejan a un lado el criterio económico y convierten las cosas en idealismos políticos. En este momento, sin el ingreso de Chávez pero con su sola presencia sumada a la de Mujica y Cristina, el MERCOSUR ha dejado de ser ya un bloque económico para convertirse en político, y de una política ideológica que tiende a ser reconocida como izquierda, aunque no se trata de la misma izquierda de antes. De todos modos, las izquierdas son siempre delirantes.
Sin ninguna duda, esta medida política de impedir que los barcos de Las Malvinas toquen tierra tendrá serias repercusiones. Por lo pronto, ya un pesquero español con rumbo a las Falklands acaba de ser asaltado por un barco de la armada argentina en plenas aguas internacionales. Esta absurda medida política del bloque de países del MERCOSUR no hace más que incrementar las tensiones y poner en peligro las relaciones internacionales. Por lo pronto uno de los afectados será España que tiene inversiones en la zona y navega con bandera de las Falklandds.
El concepto de Mujica para adoptar esta medida es simple: bajo su mentalidad de guerrillero izquierdista del siglo pasado piensa que las Falklands son un enclave colonial británico y, junto con los argentinos, cree que esas islas le pertenecen a Argentina, pese a que están bajo el dominio británico desde hace casi doscientos años, es decir, desde las épocas en que no había más derechos que el de la posesión efectiva. Después de haber sido ocupadas y abandonadas repetidas veces por holandeses, españoles, franceses y británicos, fueron estos los que finalmente lograron fundar un establecimiento permanente, aunque los argentinos alegan que ellos pusieron el pie allí. Lo cierto es que en los hechos, que es lo que importa en este mundo, esas islas han estado habitadas por británicos, hablan inglés, se rigen por leyes británicas y tienen costumbres británicas desde hace siglo y medio. El resto es idealismo, romanticismo, capricho y manipulación política.
Pero los políticos latinoamericanos viven de la política y esta tiende a ser manipulación de voluntades. Para ello nada mejor que inventar cuentos, fantasmas y sueños. Con esta casta de nuevos políticos latinoamericanos que desprecian la realidad y actúan guiados por sus alucinaciones, ideologías, y caprichos, el mundo nunca dejará de ser un peligro. Ni siquiera para sus propios países que, como en el caso de Venezuela, se hunden cada vez más profundamente bajo el peso de la demagogia.