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Javier Torres Seoane: Un día para el olvido

Publicado: 2012-02-07

En los últimos días se viene hablando de una serie de iniciativas para enfrentar el retorno de Sendero Luminoso (SL). Se dice que no basta con el rechazo del JNE a la inscripción del Movadef como partido político, por lo que se han puesto sobre la mesa diversas iniciativas para “hacer memoria”. Una de ellas, propuesta por el exPresidente Toledo, a través de una de sus congresistas, ha sido la de declarar el 3 de abril como el Día Nacional contra el Terrorismo en memoria de las víctimas de la matanza de Lucanamarca por parte de Sendero Luminoso.

Como era de esperarse, el fujimorismo rechazó dicha iniciativa. El congresista Kenj Fujimori ha señalado que si hay que establecer una efemérides, debería ser el 12 de setiembre, fecha en que fue capturado Abimael Guzmán. Incluso anunció que presentará un proyecto de ley para declararlo como el Día Nacional de la Consolidación de la Paz y Condena al Terrorismo.

No es la primera vez que se habla de “hacer memoria” o de rendir homenaje a las víctimas del terror. Hace muchos años se construyó un parque de los derechos humanos en La Victoria que luego fue abandonado. La misma suerte corrió la piedra recordatoria de las autoridades asesinadas por el terrorismo que se colocó en la avenida Salaverry durante la gestión de Jorge del Castillo como alcalde de Lima. Mejor suerte corrió el memorial de las víctimas del atentado de Tarata en Miraflores, que incluso ha sido remodelado.

Pero también existe el poco visitado Memorial El Ojo que Llora,tan cuestionado por los críticos al informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Asimismo el exministro de Defensa, Ántero Flores Aráoz ha informado que ya existe un Día de los defensores de la democracia, que por cierto nadie recuerda. A lo que se suma el proyecto del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (estos dos últimos términos agregados durante este gobierno). Y, en fin, un sinnúmero de memoriales en ciudades, pueblos y comunidades que son prácticamente desconocidos.

Sin duda, todas estas iniciativas podrían tener un impacto en la opinión pública, si tuvieran un correlato en las políticas de Estado, pero al ser solo gestos simbólicos terminan convirtiéndose en “saludos a la bandera”. Por ello, mientras no se repare ni se haga justicia a quienes fueron víctimas de la barbarie del terrorismo, y de la política represiva del Estado peruano durante aquellos años, ni se implemente una adecuada política de exhumación de sitios de entierro y fosas comunes, no servirá de nada que tal o cual fecha lleve un pomposo nombre que, en todo caso, solo hará recordarnos que el olvido es la apuesta de la clase política peruana.

(Diario 16)


Escrito por

El Arriero

Javier Torres Seoane: Antropólogo de profesión y comunicador de oficio.


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