Gisela Cárdenas: "Soy madre de todas mis obras"
Es una mujer que busca su camino, y lo hará hasta el final de sus días. Gisela Cárdenas es una talentosa directora peruana de teatro reconocida en la meca del arte, Nueva York. Vive el presente, y el personaje entrañable que interpretó en la telenovela “Los de arriba y los de abajo” en los 90 no le cortó las alas. Hoy dirige “La Cocina” en el Teatro Británico que va hasta junio.
Tiene la certeza de ser una directora de teatro que hace lo que quiere.
¿Qué le ocurrió para lograrlo?
Fue un proceso de encuentro conmigo misma. Lo veo así. Es como una escultura, uno va sacando lo que sobra para ir encontrando la forma que uno tiene. Y es un proceso que continúa.
¿Y qué fue sacando?
Miedos, inseguridades, una serie de maneras de pensar absolutas. Fui conectándome más con mi centro en el sentido de reconocer mis amores y “quereres”. El camino es personal.
¿Y qué absolutos tuvo, que ya no son?
“Las mujeres no dirigimos” “voy a morir siendo actriz en escena” “nunca voy a dejar el Perú” “no entiendo para qué diablos hablo inglés” “voy a tener un hogar tradicional con marido e hijos”…
¿Ya no tiene absolutos, o tiene nuevos?
…uhmmmm…no sabría responderle categóricamente (risas)… no lo sé, pero sigo en una búsqueda constante. Los años me han traído menos certezas, en el buen sentido, y un placer en la búsqueda.
¿En la búsqueda de qué?
De lo que me interesa, me da vida. Los seres humanos no somos objetos, me rehúso a serlo por eso me pregunto siempre cómo conecto mi mundo interior con el afuera que tiene que ver con lo que vivo, la edad…
¿Cuántos años tiene?
Voy a cumplir 43 en agosto…
¡Esta regia, no parece!
Tiene que ver con mis genes. Mi abuela tiene 93 y ella está pilas, su cerebro está mejor que el mío (risas)…
¿Y su papá y mamá?
No tengo una relación cercana con ellos, fui criada por varias mujeres, y amo a mis madres que fueron tres. Todo el mundo se confunde.
¿Le desagrada?
Lo considero una bendición, soy muy suertuda por tener estas mujeres maravillosas que me hicieron quien soy adentro, en el alma.
¿Usted dice en una entrevista que se enganchó con la obra de Beltroch Brech, “Jungla”, por la propuesta del autor de lo vital que es “conectarse” con el alma del otro. Lo comparte?
Uno busca la humanidad del otro. Pero por la cultura, por estar prendidos de absolutos, uno se construye paredes. Y no es una propuesta sólo de esta obra, en el teatro siempre se habla de estos temas y está allí para estar en contra de esas paredes.
¿Lo ha logrado dirigiendo?
Si. Ahora. Antes de irme en 1999, empecé dirigiendo actores en universidades. Cuando me fui a Nueva York dirigí con más frecuencia a músicos, gente que hace videos, bailarines…
¿Baila?
¡Bailo la vida!...me encanta bailar… A Mirella Carbone la amo con locura. Tomo sus clases. Ella es un genio, en otros países financiarían su trabajo. Cuando salí me di cuenta que gente como Yuyashkani, Alberto Isola, Mirella serían valorados en otros lugares porque reconocen que los artistas son aquellos que imaginan lo posible, y que ayudan a acercarlo a lo real. Por eso los financian el Estado y la empresa privada.
¿Con qué frecuencia viene al Perú?
Antes de estrenar “Medea” dejé de venir durante 10 años. Vine poco. Después de la obra vengo una vez al año. ¡Pero yo tomo desayuno con mi abuela todos los domingos! Prendo mi computadora, programo el Skype y hablo con ella. A veces me pongo a cocinar y le pido consejos, le enseño la olla…
¿Su abuela la conecta con la tierra?
Es un ser muy importante en mi vida. Es uno de esos amores que van más allá de la relación sanguínea. Es todo. Es mi hija, madre, hermana. Significa mucho para mí. Estoy muy conectada a ese ser. Ella me ancla a la tierra.
¿Le costó alejarse del personaje de Constitución de la telenovela “Los de arriba y los de abajo?
No, para nada. La gente que me conoce sabe que solo vivo en el presente. No hablo de amores pasados ni historias pasadas. Fue lo que fue en su momento y se acabó. Constitución dejó cosas positivas en mi vida como otros personajes que interpreté también. Lo que pasa es que la gente se apega a lo que vio en la televisión.
¿Explora algo nuevo en “La Cocina”?
Es multivocal. Lo primero que exploro es esta sinfonía de 16 seres humanos en escena interactuando unos con otros. Dirigir para mí es como conversar. Esta propuesta es diferente porque indago sobre la diversidad. Pero también porque busco acercarme al espectador pero con otros sentidos, como el olfato.
¿La dirección la está alejando de la actuación?
Siento que ya cerré esa etapa. No sé si se vuelva a abrir, pero como lo que fue, que también fue feliz, no lo sé. Yo tengo muchos intereses, por ejemplo tengo afición por la edición y la animación en computadora. La tecnología me fascina.
¿Le interesa ser mamá?
Soy madre de todas mis obras. He pensado ser mamá pero no lo soy porque no ha ocurrido. Tengo proyectos de adopción eventualmente. Todo creador tiene un lado muy egoísta y muy maternal. Sea hombre o mujer.
¿Qué le recuerda que es peruana cuando está en Nueva York?
Mi color de piel, que me encanta. El olor del ají amarillo.
¿Se siente orgullosa de serlo?
¡Claro! Siempre lo digo. Es más mi biografía dice “directora nacida en el Perú”.
¿Con qué palabra se definiría?
Curiosidad.
¿Con qué color?
Rojo
¿Olor?
El olor fuerte de los ajíes, del café, del té.
¿Textura?
Terciopelo, supongo
¿Cuál es su ideal?
Me confundo con la idea de un sueño. Soy una mujer de profunda fe, no sé si soy idealista. No soy católica pero soy muy espiritual. Creo en el ser humano.