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Cesar Vallejo. La expresión de nuestro tiempo

CESAR VALLEJO. SU VIDA Y SU LEGADO

Publicado: 2012-04-14

VALLEJO EL POETA QUE NO SE CANSÓ DE SER SU VIDA

Por JULIO YOVERA B.

1.- TRILCE: LA LIBERTAD DEL CREADOR

A finales de la década del veinte del siglo pasado, Vallejo decide ir a París. Antes de hacerlo, impulsado por una necesidad vital, retorna a su natal Santiago de Chuco. Añora y desea respirar en familia el olor de la tierra, sentir a flor de piel el amor y la ternura de su gente, recorrer sus calles, acaso también indagar y hasta mirar de soslayo a la “Andina y dulce Rita”, visitar la tumba de la madre que en 1918 había muerto y cuyos recuerdo e imagen afloran intensamente en su ser y por eso, con la veneración de buen hijo, le confiesa:

       Madre, voy mañana a Santiago,

      a mojarme en tu bendición y tu llanto

      acomodando estoy mis desengaños y el rosado

      de llaga de mis falsos trajines.

        (Fragmento del Poema LXV, de  Trilce)

      Su estadía en Santiago de Chuco, a mediados de Julio de 1921, coincide con conflictos que pudo ser uno de los tantos que suelen darse entre familias de provincia, pero que en este caso termina de manera lamentable. Se produce un incendio y mueren dos policías y un amigo de la familia Vallejo, Antonio Ciudad. Se le culpa a César de instigador.

      Señalan sus biógrafos que las “pruebas” con la que se le acusa no son más que referencias sobre la vida de un santiaguino rebelde, solidario y fraterno, querendón con la gente humilde y terriblemente sospechoso por su condición de poeta rebelde.

      Como empleado o como profesor, Vallejo llegó a conocer perfectamente la vida de los desheredados y fluye en él, desde sus raíces y de manera espontánea, el rechazo y la protesta contra un injusto estado de cosas. Ese “delito” lo hace culpable a los ojos de los gendarmes del sistema y es confinado desde el 6 de noviembre de 1921 hasta el 26 de febrero de 1922, a la cárcel, ¡112 días de injusta prisión!

       Oh las cuatro paredes de la celda

      Ah las cuatro paredes albicantes

      Que sin remedio dan el mismo número     

      (Fragmento del Poema XVIII, de Trilce)

      Gracias a la solidaridad de sus hermanos poetas, de los trabajadores de la cultura y de la colectividad progresista de La Libertad, del país y de América Latina, logra su libertad condicional.

        Sale con poemas fraguados en la cárcel. Con el alma herida vuelve a Lima y se inserta a su labor intelectual, pero convencido, ahora más que nunca, que debía salir del país. La cárcel marca a los seres que la sufren, pero marca más a los que inmerecidamente son confinados en ella.

      En 1922 publica con el apoyo del Grupo “Norte” su segundo libro de poesía, “Trilce”. La obra fue recibida con la más absoluta indiferencia por la crítica oficial. ¿Qué originó esta reacción? De un lado, el desprecio de las clases dominantes y sus representantes culturales con obras “raras”, sobre todo si son hechura de un creador revolucionario. De otro, la ignorancia de los aludidos sectores, que los hace levantar muros de indiferencia contra todo aquello que no coincida con sus gustos, mediocres en la mayoría de los casos.

      Trilce no fue entendido, la crítica literaria no estaba en la capacidad de entender un espíritu poético y un estilo que rompía todos las normas y pautas hasta entonces conocidas. De hecho, que la experiencia personal del poeta (la pérdida de la madre, su prisión, influyeron en su creación, pero, además, no olvidemos que el país experimentaba nuevas formas de dominación y que la humanidad salía de la experiencia de la gran guerra, que después se conocería como la primera guerra mundial. De manera que solo una voz solitaria saluda la aparición de Trilce, la de su amigo Orrego (1892 – 1960) quien advierte que “A partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verba” (Orrego: 2010). Este cala la esencia de una obra que no tenía antecedente en la poesía peruana y española. 

      En cambio, el crítico literario, Sánchez hizo un comentario en el que refleja su extrañeza y desorientación: “¿por qué Vallejo ha escrito Trilce?, “ha lanzado un libro incomprensible y estrambótico” (Sánchez: 1990).  En verdad, lo que él llamó “libro estrambótico” no es más que una obra que eleva al reino de la poesía los hechos cotidianos y convierte en símbolos poéticos a los seres modestos y a los objetos domésticos.

      ¿Qué se llama cuanto heriza nos?

        Se llama Lo mismo que padece

        nombre  nombre nombre nombrE?

        (Fragmento Poema II, de Trilce)

Vallejo logra, con la maestría del creador auténtico una permanente vibración íntima, articulada de pasión y con un desarrollo de pensamiento, que hace a un lado la lógica del texto para dejar que se exprese el espíritu. 

          Rechinan dos carretas,

          contra los martillos

          hasta los lagrimales trifurcas,

          cuando nunca las hicimos nada.

          A aquella otra sí, desamada,

          amargurada bajo túnel campero

           por lo uno, y sobre duras ájidas

           pruebas espiritivas.

       (Fragmento: Poema IV, de Trilce)

      Los poemas de Trilce carecen de expresiones y giros literarios retóricos y grandilocuentes. No tienen una redacción rebuscada. “Trilce” carece de acústica sonora, de metáforas coloridas. Es, eso sí, una fuerza íntima que golpea el pensamiento y arruga o eriza la piel, como si fuera una historia de apariciones, hecha en los umbrales de las casas rurales, a la hora que caen las primeras sombras de la noche.

  "Aguedita, Nativa, Miguel,

  cuidado con ir por ahí, por donde

  acaban de pasar gangueando sus memorias

  dobladoras penas,

  hacia el silencioso corral,

  y por dondelas gallinas que se están acostando todavía,

  se han espantado tanto.

  Mejor estemos aquí no más.

  Madre dijo que no demoraría."

  (Fragmento: Poema III, Trilce)

       “Trilce”, si se nos permite la analogía, es como el viento que trepa los senderos, el haz luminoso que desciende como la luz del sol a los abismos, como la lluvia que entumece los huesos pero que a la vez humedece la vida.

 Cielos de puna descorazonada

 por gran amor, los cielos de platino,

 torvos de imposible.

Rumia la majada y se subraya

 de un relincho andino.

                              (Fragmento: Poema LXIII, de Trilce)

       “Trilce” es tristeza intensa y dulce canto, es llanto y es fe, es condena y es esperanza, es una obra pulsada de cotidianidad que adquiere trascendencia. Sólo quien es capaz de traducir sus emociones personales desde una perspectiva estética intensa hace arte verdadero.

  “He almorzado solo ahora, y no he tenido

 madre, ni súplica, ni sirviente, ni agua,

 ni padre que en el fecundo ofertorio

 de los choclos, pregunte por su tardanza

 de imagen, por los broches mayores del sonido”

                                (Fragmento: Poema XXVIII de Trilce)

       “Trilce”, en suma, es la palabra desnuda de un poeta auténtico salido de un valle de la sierra del Perú, desde donde el dorso de la cordillera no roza sino desgarra el cielo. Vallejo, en definitiva, ha encontrado en la poesía la forma principal aunque no exclusiva de expresión; lo hace rompiendo todas las formas literarias conocidas hasta entonces. Su acto creador es de por sí un acto subversivo.

  Es de madera mi paciencia,

  sorda, vejetal.

  Día que has sido puro, niño, inútil,

  que naciste desnudo, las leguas

  de tu marcha, van corriendo sobre

  tus doce extremidades, ese doblez ceñudo

  que después deshiláchase

  en no se sabe qué últimos pañales.

  Constelado de hemisferios de grumo,

  bajo eternas américas inéditas,

  tu gran plumaje,

  te partes y me dejas, sin tu emoción ambigua,

 sin tu nudo de sueños, domingo.

 Y se apolilla mi paciencia,

 y me vuelvo a exclamar: ¡Cuándo vendrá

 el domingo bocón y mudo del sepulcro;

 cuándo vendrá a cargar este sábadode harapos,

esta horrible sutura

del placer que nos engendra sin querer,

y el placer que nos DestieRRa!

(Fragmento: Poema LX, de Trilce)

       En la poesía de Trilce se expresa una cultura cuya fortaleza se asemeja a las montañas tutelares, inmensa y consistente. Es una cultura que a pesar de sufrir cuatro siglos y medio de sufrimiento es capaz de cantar sin dejar de luchar. Vallejo como ningún otro representa a ese pueblo, a esa especie, y por eso Mariátegui, lo llama en los “7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana” el poeta de “una raza y de una estirpe.”

       2.- VALLEJO EN EL VIEJO MUNDO

       El 17 junio de 1923 en el vapor Oroya Vallejo va a Europa y no retorna más. Sin embargo, sus años de lucha y de trabajo en el viejo continente no lo desarraigan de su terruño ni de su patria. En sus obras y en sus trajines, y en general a lo largo de toda su existencia, hasta la hora de su muerte, porta el sello inconfundible de su espíritu andino.

       Francia es uno de los países vencedores de la guerra, goza del prestigio de ser la cuna de la democracia moderna. Por esos años emergen con fuerza las tendencias de izquierda. En 1924, hay un gobierno de centro izquierda presidido por Edouard Herriot (1872 – 1957). Se desarrollan políticas económicas que configuran un Estado de Bienestar; se atienden las demandas laborales y se garantizan los derechos básicos de la ciudadanía.

       París es una ciudad apropiada para la creación. La ciudad luz atrapa desde el primer instante. París es y seguirá siendo La Meca del arte y la inteligencia. El estudioso mexicano Miguel Arnulfo Ángel ha hecho un magnífico inventario de opiniones de intelectuales y artistas que en algún momento de sus vidas fueron tocados por París, él mismo señala que:

      “permanecerá con sus palacios, templos y galerías medievales, renacentistas y clásicos como la ciudad del arte y la política que supo acabar con el derecho divino para devolverlo a los ciudadanos”.

       Para el escritor ítalo francés Apollinaire (1880 - 1918):

       “La Torre Eiffel sobresale con el sabor antiguo, más bien religioso, como pastora de rebaños de autobuses mugientes e inmigrantes, mientras se anda solo entre la multitud”.

      El poeta chileno Huidobro (1893 – 1948 ) dice que:

      “París es Notra Dame, Montmartre, el Sena, el obelisco, las mismas calles que        atan al que se quiera marchar”

      En París Vallejo ejerce diversas actividades relacionadas con el periodismo. Mantiene comunicación con su familia. Por sus escritos se sabe que él suponía una permanencia corta pero, igual que otros, terminó atrapado por el encanto. Años después se convencería (¿acaso con nostalgia?) que París sería el lugar donde reposaría para siempre:

   Me moriré en París con aguacero

   un día del cual tengo ya el recuerdo

 (Fragmento: Piedra Negra sobre Piedra Blanca, de Poemas Humanos)

       En 1924 muere su padre. En 1925 trabaja en el periodismo. Se hace corresponsal de “Mundial” de Lima, Perú, cuyo director era Andrés Arumburú Salinas y que se convierte en la más importante publicación de su tiempo. Desde 1920 hasta 1931 fue una tribuna del pensamiento, en sus páginas aparecieron artículos de peruanos notables como el propio Vallejo, José Carlos Mariátegui, Jorge Basadre (1903 – 1980), Raúl Porras Barrenechea, (1897 – 1960) Aurelio Miró Quesada Sosa (1907 – 2000), Ángela Ramos (1896 – 1998), Magda Portal (1900- 1989), Dora Mayer (1868 – 1959), entre otros.

       Un año después aparecen artículos suyos en la Revista “Variedades”. Con estas publicaciones mantiene un lazo con su país, tiene un espacio para reflexionar sobre los problemas del mundo contemporáneo y los problemas estructurales del Perú. Al igual que Mariátegui, tiene la oportunidad de encontrar respuesta a preguntas medulares que se había hecho.

       Ese año se funda la empresa Los Grandes Periódicos Latinoamericanos, consorcio de las publicaciones hechas en los países de nuestra latitud; Vallejo es nombrado secretario de esa empresa.

       Viaja por primera vez a España. Su amigo Pablo Abril de Vivero le había gestionado ante el gobierno español una beca de 300 pesos.

       Mal que bien tiene un ingreso, pero la bella París no era la tierra prometida, ni el cielo que arrojaba maná, por lo menos no para los intelectuales y los artistas que se habían comprometido con la revolución, que son los que con frecuencia poseen talento y genialidad y los que, con frecuencia, el orden existente arroja del paraíso y condenan a la miseria.

        Algunos escritores y artistas vanguardistas y post vanguardistas que abrazaron la causa de los pueblos, terminaron asumiendo una militancia política que los convirtió ante los ojos de los grupos de poder en seres que despertaban sospechas.

       En 1926 conoce a Henrriete Maisse y se hacen pareja. Poco se sabe de ella, excepto que fue costurera y que amó a Vallejo. La relación concluye en 1928 (¿1929?)

       Además de Vicente Huidobro, tiene como amigos a personalidades del arte y la cultura: Juan Gris (seudónimo del pintor cubista español José Victoriano Gonzales Pérez (1887 – 1927), Waldo Frank, narrador y ensayista norteamericano (1889 – 1967), Marcel Aymé, dramaturgo francés (1902 – 1967), Antonin Artaud, escritor francés (1896 – 1948), Robert Desnos, poeta francés (1900 – 1945).

       En 1927 por un imperativo moral, renuncia a la beca que le otorga el gobierno de España y también a su puesto de secretario de la empresa La Gran Prensa Latinoamericana. Está cansado y dice: “todo esto no es ni yo ni mi vida” (Georgette de Vallejo: 1972)

       En 1928 cae en enfermo y suspende sus actividades.

       Su interés por la política revolucionaria, que al igual que Mariátegui la sentía como un postulado filosófico y religioso, lo lleva a militar en el APRA, lo hace cuando éste es un frente único que encarnaba la bandera de la justicia social. Por entonces aún permanecen juntos Mariátegui y Haya de La Torre. En los próximos años se bifurcarían las sendas y llegarían a ser dos proyectos distintos.

       En 1927 Vallejo, se une literalmente “para siempre” a Georgette Phillipart, y ésta se une al poeta “más allá de su vida y de su muerte.” Georgette se convirtió desde entonces en la ardiente defensora de su obra y legado.

       No todos los que la conocieron la apreciaron. Para el poeta Pablo Neruda, la compañera de Vallejo es “una francesa tiránica y presumida”. En cambio, para Octavio Paz, el poeta mexicano, era una mujer extraordinariamente bella y agradable. Como fuere, lo admirable es la pasión que pone la esposa en defensa de la memoria, el recuerdo, la trayectoria y la obra del hombre amado. Georgette, logró, con su esfuerzo, darle a Vallejo un lugar en el cementerio de Montparnass, donde alguna vez confesó que allí “quería descansar”. Cuando logró ese propósito, se vino a luchar y a morir en el Perú.

       Por esos años Vallejo vivía una actividad intelectual, cultural y política intensa. Las miradas de los militantes y amigos del socialismo, y también la de sus declarados detractores estaban puestas en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Vallejo va hacia allá, no como un propagandista apologético, sino como estudioso y reportero.

       La construcción del nuevo orden lo impresiona, más aún, cuando a pesar de las trampas y los sabotajes de las fuerzas conservadoras internas y del poder monopólico internacional, obtiene contundentes victorias.

       La revolución dirigida por los bolcheviques vivía momentos duros. Pese a que la guerra mundial había arruinado la economía del país y que en 1921, 5 millones de personas morían por efecto del hambre, pese a la crisis agrícola y a la ruina de la cosecha, a la natural convulsión que ocasiona una revolución; pese a todo ello, los pueblos de la URSS, bajo la conducción de su líder histórico, Lenin (1870 – 1924), traza una política de apertura económica, NEP, alcanzándose mejoras en la sociedad soviética. Hacia 1926, se vislumbra un ligero crecimiento de la economía, que llegó aparejado de importantes logros en salud, educación, vivienda.

       El reportero Vallejo pulsa la vida sencilla y cotidiana de la gente común y corriente. La revolución le da respuestas categóricas a las preguntas que se ha hecho siempre: las desgracias de los pueblos y de los trabajadores no tienen causas celestiales, tienen causas estructurales, históricas y políticas.

       La construcción del orden socialista es un desafío; tiene que hacer frente a fuerzas oscurantistas y retrógradas que tratan de socavarlo y derrotarlo. Trabajar por el destino de la humanidad como opción de vida, desde la condición de poeta o de artista, lleva necesariamente a una toma de posición.

       Así lo entiende Vallejo y está dispuesto a convertirse en un heraldo de lo que él considera la nueva anunciación.

       Cuando regresa a París rompe con el APRA y se afirma en el socialismo. En el Perú el Amauta José Carlos Mariátegui tiene un propósito declarado: “contribuir a la creación del socialismo peruano”. Con esa finalidad ha fundado en octubre de 1928 el Partido de los comunistas. Vallejo forma en París – ateniéndose a la cultura organizacional de los marxistas - la primera célula peruana en París.

       Desde entonces, Vallejo va a ser doblemente golpeado y excluido por el poder, ya no sólo por su condición de poeta rebelde, sino por ser un militante revolucionario y, por eso mismo, objeto de sospecha, víctima de hostigamiento y seguimiento. No se doblega. Continúa fiel a su causa, dispuesto a beber los cálices amargos, y no desviarse en lo más mínimo de esa causa.

       Escribe su ensayo “El Arte y la Revolución” y la obra de teatro “Moscú contra Moscú”, nombre que después cambia por el de “Entre dos orillas corre el río”.

        En 1930 vuelve a la URSS como invitado de los escritores soviéticos, asiste al Congreso de Escritores Solidarios con la Unión Soviética. Tiene la oportunidad de alternar con los trabajadores de la cultura, con la gente sencilla del pueblo; pulsa la política economía; los nuevos hábitos; la situación de las clases sociales; los placeres. En suma, habla no sólo de la ciudad, sino sobre todo reflexiona sobre lo que él llamó la sociedad del porvenir.

       El 2 de diciembre de 1930. Vallejo retorna a Francia, pero es expulsado por el gobierno de Tardieu (1876 – 1945). La sociedad cuna de los derechos universales del hombre y el ciudadano, de la libertad, igualdad y fraternidad, le cierra sus puertas en razón de su militancia política e ideológica, y es que ser marxista es ser también un anticolonialista consecuente y eso para la autoridad francesa era una herejía.

       El 30 de diciembre de 1930 Vallejo va a España. Se afilia al Partido Comunista. Hace amistad con Rafael Alberti, poeta (1902 – 1999), Miguel de Unamuno, ensayista (1864 – 1936) Pedro Salinas, poeta (1892 – 1951), Federico García Lorca, poeta (1898 – 1936).

       En 1931 se proclama en un ambiente de júbilo la República.

       Publica su novela “El Tungsteno” y su ensayo “Rusia en 1931”.

       César Vallejo había vivido un tiempo con el proletariado minero en los socavones del norte del Perú, en las minas del departamento de La Libertad.         Sus recuerdos le dan los elementos básicos para escribir una novela cuyo nervio argumental es vigente a la realidad actual: abuso, represión, violación de derechos humanos. Se trata de la explotación de una empresa norteamericana, la Mining Society, que se apodera con la complicidad de los Hermanos Marinos y de las autoridades políticas, policiales y eclesiásticas, de las tierras de los nativos: los soras, a quienes imponen un sistema de explotación que ellos desconocían. De otro lado, tenemos la representación de los trabajados, que encarna el líder Servando Huanca, andino que ha asumido la ideología marxista y que se dedica a organizar a los trabajadores para empezar una protesta. En la novela prevalece la concepción marxista que Vallejo ha asumido. La conducción de la transformación no será obra ni de la pequeña burguesía ni de los campesinos, será obra de la clase obrera. La novela nos muestra también el espíritu ladino de la burguesía intermediaria, encarnado en los Hermanos Marino, así como el rol de un cura cuya sotana está al servicio del poder imperial. La novela nos muestra –ello coherente también con la tesis marxista- el rol timorato de la pequeña burguesía, en la novela representado por el agrimensor Benites. Los vejámenes que ha sufrido el pueblo llegan a tanto que una noche de farra, los representantes del poder imperial y de sus socios menores, violan a una mujer de pueblo, que más allá del hecho narrativo es sobre todo una simbología del abuso y de la violación de los poderosos contra un pueblo aún débil. La parte final de la novela es una invitación a la acción: “el viento soplaba fuerte, anunciando tempestad”.   

       En la historia de la literatura peruana esta obra es la concreción inicial de la novela propia del realismo asumido desde una concepción socialista, que, valga la oportunidad para aclararlo, no fue en modo alguno una literatura panfletaria, como la crítica interesada ha pretendido calificarla. La obra de Máximo Gorki, La Madre, que es considerada como una obra de ese molde es una de las más grandes obras de la literatura universal.  En el Perú una obra de esa naturaleza fue “El Retoño”, la olvidada novela del escritor obrero Julián Huanay, donde se expresan desde el arte las contradicciones existentes en la sociedad,

       3.-  EL CUENTO PEDIDO Y RECHAZADO      

      Vallejo captó la vida de seres que pertenecieron siempre a su mundo telúrico y que afloraron en su espíritu a la hora sublime de la creación. Ya en Europa, evocando esa realidad, nos entregó obras sobre personajes y dramas que conocía perfectamente. 

       Su vena de poeta y escritor, que emanaba de manera natural, le permitió, además de crear un ambiente inconfundiblemente escolar, dar vida a un personaje infantil peculiar del Perú andino, que sufre la humillación de los niños cuyos padres ostentan poder. Por eso vemos a Paco Yunque humillado, sumiso y víctima de las agresiones del niño Humberto Grieve.

       La temática creada y narrada en Paco Yunque provenía de los recuerdos que acumuló a lo largo de su vida, desde niño, cuando aún sentía el  calor del hogar y concebía la vida como una expresión “de Pureza en falda neutra de colegio” (Vallejo: 2000, 65)

       Vallejo denuncia en su cuento Paco Yunque la marginación de la que son víctimas los niños del Ande, e invita a los peruanos honrados a ser solidarios con las víctimas de las prácticas excluyentes, golpeados y atropellos dentro y fuera del aula. . 

       Como sabemos, Vallejo, desde julio de 1923, se instaló  en París y no volvió más. Muchos de los recuerdos y evocaciones que solían aflorar en sus obras estaban llenos de las experiencias que había sufrido en nuestro país. La justicia del poder, por ejemplo, lo confinó de una manera arbitraria en una cárcel de Trujillo, y fue tan traumática esa experiencia que la llevó por siempre en su mundo interior:

     “El momento más grave de  mi vida

    fue mi prisión en una cárcel del Perú

 (Fragmento: poema el Momento más grave, Poemas Humanos)

      Paco Yunque fue escrito en Madrid, en abril de 1931 (Philippart 1978: 53). La editorial CENIT le solicitó a Vallejo un cuento para niños. Tenemos la certeza que el poeta identificó de inmediato la temática y que fluyó la creación de manera natural, como la lluvia persistente que se hace riachuelo Ande abajo.  Había acumulado tantas vivencias que solo le bastaba retrotraer las imágenes, afirmar los personajes y, con el manejo de la dialéctica, simbolizar las contradicciones de la sociedad peruana.

       Cuando Vallejo presentó su Paco Yunque a la editorial, ésta lo rechazó “porque  era muy triste”. Aquí quedó demostrada, una vez más, su honestidad y su ética. Si bien fue solicitado por una empresa para elaborar una obra literaria, lo que no constituye en modo alguno delito, el escritor, fiel a su obra, no renunció a la integralidad del cuento. Se conoce que Vallejo vivía tiempos difíciles, atravesaba  serias dificultades económicas; sin embargo, jamás pasó por él la remota idea de escribir sometido al dictado de algún grupo de poder. De manera que el texto quedó como él lo había escrito. ¿Qué pudo pasar si Vallejo le hubiera dicho a los editores

 -          ¿Cuál es la parte que hay que “mejorar”?- 

-Vallejo no sería lo que es y del cuento que conocemos no habría quedado ni el título. Paco Yunque llegó a nosotros como su autor lo concibió, pero no fue de inmediato. Hubo un largo silencio y recién en 1951 su viuda Georgette Philippart (1908 – 1984) pudo editarlo y desde entonces es uno de los textos más difundidos de la lengua española.

 Las clases dominantes han intentado ignorar y silenciar lo medular de la obra de Vallejo. Aceptan y difunden al Vallejo de los Heraldos Negros. Con el Vallejo de Trilce se sienten incómodos. Con el Vallejo de El Tungsteno y de Paco Yunque, de Poemas Humanos y de España, aparte de mí este cáliz, de El Arte y la Revolución y de Rusia 1931, se sienten indignados y lo acusan de “resentido”. Ahora mismo, una sociedad anónima llamada César Vallejo oculta la trayectoria de hombre y escritor comprometido con la lucha del género humano por un mundo nuevo y censura lo medular de su pensamiento.

       Paco Yunque es uno de los cuentos emblemáticos de la literatura peruana. El personaje pertenece al mundo de la ficción literaria, pero lo encontramos también, en otro contexto de tiempo y de espacio, en los Asentamientos Humanos, sufriendo los maltratos del sistema y el modelo. Paco Yunque representa simbólicamente a cada uno de los niños andinos víctimas de la marginación de todo el sistema social del país, incluyendo el educativo.

       Vallejo siempre estuvo en un intenso proceso de búsqueda creadora. En Europa, igual que José Carlos Mariátegui (1894 – 1930), hizo su “mejor aprendizaje”. Al asistir 1928 por primera vez a la ex URSS le impresionó lo que ahí ocurría y le impresionó tanto que al retornar se desligó del Partido de Haya de La Torre (1895 – 1979) y fundó la célula comunista de París, adhiriéndola al Partido que Mariátegui había fundado el 7 de octubre de 1928.  

       Asistió a la crisis de la post guerra del capitalismo, fue testigo del reacomodo y realineamientos de fuerza que llevarían al capitalismo a la segunda guerra mundial. Estuvo plenamente convencido que la humanidad avanzaba de manera inexorable hacia el orden socialista. Asumió el marxismo como ideología y como método de investigación, pero al igual que Arguedas, aunque en dimensiones diferentes, su marxismo no marchitó su ánima andina. 

       Su proceso de creación fue una evocación de la vida en “la sierra de un  Perú dentro del orbe”. Vallejo partió de la realidad para analizar el orden existente y tomó posición. Es decir, cuando escribió Paco Yunque no solo se limitó a la  recreación y a la descripción con fines de goce estético, Vallejo hizo algo más trascendente: creó una circunstancia literaria desde el interior del aula de un colegio del país. Lo hizo para cuestionar todo cuanto había de recusable en ella; pero, al mismo tiempo, valoró lo que halló de solidario. 

        Así, expone la actitud del niño Humberto Grieve, quien contando con la complicidad del maestro, con la nebulosa del director, hace y deshace a su antojo del clima social del aula. A la vez, releva la conducta desafiante del niño Paco Fariña, que configura un carácter que deja entrever a un futuro líder. 

       En el cuento están perfectamente definidos los personajes en términos de representación de clases sociales, que por lo demás no es una invención de la fantasía o de la irracionalidad, sino una deducción científica de la realidad que Vallejo transforma en arte. 

       César Vallejo tuvo oportunidad de observar como al interior del aula se reproducen las relaciones sociales que se dan en el país. Y es que la escuela, en cualquier latitud, es ni más ni menos que la sociedad en miniatura. En la escuela pública se concentran las contradicciones que se dan el país  y cada alumno representa un sector o una clase social determinada. Además, en el caso nuestro, refleja también las contradicciones y los choques étnicos y culturales.  

      "No es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política" (Mariátegui 2000). Cierto que los tiempos han cambiado. Cierto que esta tesis puede dar la apariencia de un pensamiento absolutamente ideologizado. Sin embargo, y no obstante las diferencias de época, del avance del conocimiento, del auge de un mundo globalizante; la polarización social existente sigue siendo una realidad y la educación no puede eludirla. No es arbitrario decir que la educación confirma su condición de superestructura, es decir, se parapeta sobre la base económica. 

       Los sectores y clases sociales durante muchos años de vida republicana estuvieron bajo el mismo techo de la escuela pública, incluso alumnos provenientes de los sectores andinos y nativos amazónicos; lo que no significó un proceso de democratización de la educación, pues, solo fueron lunares o solitarias golondrinas que no hacían verano. Ahora ya no es así. Hay una simple y poderosa razón que lo impide: los niños y jóvenes de los sectores acomodados, cuyos padres pueden pagar una pensión, estudian en los establecimientos privados.

       Cada familia, grupo o clase social tiene su escuela y su colegio, de acuerdo a sus posibilidades. El problema cultural y étnico encubierto bajo el laberinto de una sociedad “moderna” no se ha extinguido en modo alguno. Es obvio que ya no comparten los mismos espacios, como obvio también que miles de los hijos de las poblaciones menos favorecidas están aún fuera del sistema escolar, incluso hay quienes desertan porque se les impone la necesidad de trabajar para poder sobrevivir. 

       Paco Yunque va a la escuela no por un interés personal o familiar. No se percibe al menos el uso de un derecho, sino el acto de cumplimiento de una tarea doméstica, la de acompañar a la escuela al niño Humberto Grieve. Con ese objetivo había sido traído del campo. La madre del niño Humberto advierte a la madre de Paco que lo lleve temprano a la escuela, pues no es recomendable que en el primer día llegue tarde, pero, agrega la dama, desde el día siguiente tendrá que esperar a Humberto para que lo acompañe.

       El problema es que el niño Humberto acostumbra llegar tarde a la escuela porque se “queda dormido”, pero tendrá el “derecho” de llegar acompañado. No es éste el único derecho que tiene, también ejerce otros, como el de humillarlo y pegarle dentro del aula “porque es su muchacho”. ¡Y esto ocurría nada menos delante de un profesor que se hacía de la  vista gorda! 

       Paco Yunque es traído del campo y vivió en la misma casa del niño Humberto, pero en condiciones muy diferentes: el primero es el hijo de un campesino y de una doméstica. El segundo es hijo del poderoso señor Grieve, personaje que detenta poder económico y político.

       En el cuento Paco Yunque el protagonista sobresale en conocimiento y sin embargo el premio es para el niño Grieve, quien se comporta como un vulgar ladronzuelo de la prueba que ha resuelto el niño Paco; lo que nos deja una especie de Parábola. Los niños ladronzuelos de las clases dominantes, ya adultos serán los cómplices de los saqueadores de los recursos naturales.

       En el desarrollo de la personalidad el rol de la escuela es fundamental. Si los niños son víctimas de marginación en el mundo social y en el mundo de las relaciones escolares, podemos prever y deducir que la psicología de los marginados estará llena de temores, de desconfianza y de rencores escondidos.   

       Los docentes, tanto en la obra de Vallejo son seres “sin nombre”, lo que no parece que sea una simple omisión. Sus temores y cobardías los incapacita para imponer autoridad alguna en el aula. En los primeros años de la República y aún en pleno siglo XX, el docente fue cosificado e instrumentalizado por el poder y como carecían de formación profesional académica, se congraciaban con el cacique del lugar para acceder a una plaza docente.

       Ahora, el profesor es un servidor público y no pocos han asumido una posición contestaría que le ha ocasionado duros cuestionamientos del poder. Si los docentes no quieren ser émulos de los profesores de Paco Yunque no solo deben ser maestros prestos a la lucha por la exigencia reivindicativa, sino prestos también a la capacitación y la firme convicción de poner en práctica una pedagogía que les dé a sus alumnos dignidad y valores para servir a su país y a su comunidad. Las poblaciones escolares y el país en general, requieren de docentes comprometidos con el logro de una educación de calidad.

       Las prácticas excluyentes en los grupos de poder son un cáncer. Los sectores dominantes son incapaces de acercarse a las poblaciones nativas sin ofenderlas. Los grupos de poder apetecen las riquezas que guardan sus tierras y eso hace que la emprendan sin reparo alguno contra una cultura que quisieran desaparecer de una vez por todas.

       La literatura es creación, inventa; pero en todos los casos su insumo es la realidad. Y la realidad del Perú es la diversidad. La discriminación y la exclusión han sido pan del día en nuestro país. Hemos visto, no sólo en la literatura sino en la sociedad, a personas “cultas” burlándose o mostrando sus desprecios a peruanos como Paco Yunque. Una vez más la doble moral de los grupos de poder: cuando los marginados trajinan lejos de las escuelas y las aulas, los acusan de conformistas y de carentes de interés por educarse. Sin embargo, los representantes de esos mismos grupos de poder aumentan su agresividad cuando los marginados, desafiando todos los obstáculos,  van a la escuela.

       La escuela de Paco Yunque no fue nunca un espacio de realización, de encuentro y entendimiento, sino un espacio de tortura, de exclusión y de burla. Nos gustaría afirmar de manera categórica que esto es parte del pasado. No es así. En el Perú, el viejo drama de la desigualdad social, de los desencuentros culturales y étnicos, de los abismos entre escuela pública y escuela privada, de inversionistas privados y de comunidades afectadas, no solo persiste, se ha ahondado. 

       En un Perú que pugna por integrarse a la llamada la globalización, todavía no logra integrarse como sociedad. Los Paco Yunque todavía padecen la exclusión de un sistema. En el fondo, hay un tema central no tratado: ¿la inclusión es un derecho o una dádiva? Debería ser un derecho, pero en la sociedad actual más parece una benevolencia del poder.

       Esta es la herencia que dejó la casta invasora a sus descendientes! Es la “herencia  cultural” (Riviere 1996: 56) que esquilmó a una población cuyo escudo de sobrevivencia fue la cultura que encarnan los Paco Yunque.

       Ahora, volvamos a Vallejo. El 11 de febrero regresa clandestinamente a Francia. Será la última etapa de su vida. Según Georgette, los Poemas Humanos y Poemas en prosa, publicado bajo su dirección después de la muerte de Vallejo, nacen en la URSS y en París.

       4.- LA PERSECUCIÓN DEL SISTEMA CONTRA CÉSAR VALLEJO 

      En Francia vive de manera ilegal y con todas las privaciones inimaginables. El sistema lo golpea “duro con un palo y duro también con una soga”, era el precio que tiene que pagar por no haberse encapsulado en ninguna “torre de marfil”.

      Vivir en esas condiciones significaba exponer la libertad y hasta la propia vida, y cualquier mortal habría evitado el peligro, pero no Vallejo, que no es cualquier mortal, sino ser íntegro, ético y heroico; de modo que cuando en Francia los sectores más retrógrados empiezan a dar sus zarpazos contra los sectores populares y la izquierda, el poeta “asiste a las más peligrosas manifestaciones de aquella época contra las cruces de fuego (Partido de ultraderecha) con el riesgo de una nueva expulsión (...) o de su muerte por las balas fascistas en la Plaza de la Concordia” (Georgette de Vallejo: 1962)

      Han transcurrido casi cerca de veinte años desde que escribió:

                  “hay golpes en la vida tan fuertes... yo no sé”.

      Ahora confiesa que:

             “desgraciadamente, el dolor crece en el mundo a cada rato”.

      ¿Dónde está la diferencia?

      Ahora sabe que el dolor tiene una causa natural, tiene su origen en el estado de cosas que ha creado el sistema y que comparativamente “dada su intensidad” no tiene antecedentes con otros periodos históricos.

       La salud, igual de la educación, son derechos fundamentales de la persona. Es deber de quienes dirigen la sociedad garantizar su vigencia; sin embargo, en los hechos concretos, más allá de las declaraciones y las buenas intenciones, un sistema que polariza y discrimina, los elude y violenta.

       Los privilegiados que se fueron apoderando de los recursos y los bienes del mundo, tienen todas las oportunidades para acceder a una buena salud y una educación de calidad; en el otro extremo, los excluidos, los que tienen carencias, los que son vulnerables, viven condenados a los flagelos de la morbo mortalidad y cuando logran vivir se les condena a la ignorancia.

       En la parte superior de la pirámide el pequeño grupo, que se ha aupado sobre la masa. En la base de la pirámide, el pueblo estoico. Esa es la ubicación de clases sociales antagónicas, que hace exclamar a Vallejo:

             “Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal”.

      Emplaza a la autoridad del sector de una manera firme, y es que moralmente Vallejo es superior y, además, consciente que se ha convertido en un poeta trascendente:

      Señor Ministro de Salud: qué hacer?

    Ah!, desgraciadamente, hombres humanos,

    Hay, hermanos, muchísimo que hacer.

  (Fragmento: Los Nueve Monstruos, de Poemas Humanos)

      Vallejo es actual. Se universaliza por su esencia humanista y por su convicción revolucionaria y solidaria. Nos congrega a la acción en una obra que no se queda en la protesta panfletaria, sino que con su intensidad y con su voz nos hace hermanos de los que sufren y camaradas de los que luchan.

      A la vez que es universal es del Perú. Por eso habla de los mineros del mundo, de los hambrientos, de la esperanza, del día que vendrá, y todo su anunciación la hace desde ese pensamiento de marxista andino, que en Europa se convierte en poeta universal, anticipándose a lo que hoy algunos llaman la globalización.

     “¡ Sierra de mi Perú, Perú del mundo,

     y Perú al pie del orbe; yo me adhiero!”

 (Fragmento de: Telúrica y Magnética, de Poemas Humanos)

      ¿No es este un llamado a la globalización de la fraternidad y solidaridad desde el Perú de Vallejo?

       Vallejo es un poeta profundamente comprometido con el pueblo, metido hasta los huesos con el diario vivir - sufrir de la humanidad. Por eso es que trasciende. Finalmente el eje de su pensamiento marxista es el hombre. El hombre que ya no se duele de las desgracias, que lucha por un mundo mejor. Y lo más extraordinario es que lo hace sin olvidarse de su patria: el Perú.

       Vallejo es un poeta que escribe con el pecho herido y el “pómulo morado” y a pesar de todo no deja que la muerte se apodere de los sueños y por eso su llamado a enfrentar la injusticia.

       Su poesía se ha convertido en exhorto, en proclama, en llamamiento a la acción. Cuando se inicia la guerra civil española (1936), se convierte en un poeta militante, que da a los milicianos un soplo de vida y cuando los niños del sector republicano tienen que emigrar porque la muerte que se había hospedado en la punta de los cañones del fascismo, los amenazaba, Vallejo hace un llamamiento a los niños del mundo:

   Niños del mundo,

  si cae España -digo, es un decir-

  si cae

    del cielo abajo su antebrazo que asen,

 en cabestro, dos láminas terrestres;

 niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!

 ¡qué temprano en el sol lo que os decía!

 ¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!

¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!”

 (Fragmento de: España, aparta de mí este Cáliz)

      Los ideas para Vallejo, al igual que la esperanza, no mueren, aun cuando muerta la persona. Su poema Masa, traducido a todos los idiomas de la tierra, es un canto a la inmortalidad de la vida:

   “Al fin de la batalla,

  y muerto ya el combatiente, vino hacia él un hombre

  y le dijo: "No mueras, te amo tanto!"

  Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

  Se le acercaron dos y repitiéronle:

 "No nos dejes! ¡Valor!

 ¡Vuelve a la vida!"

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

  Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,

 clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"

 Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 Le rodearon millones de individuos,

 con un ruego común: "¡Quédate, hermano!"

 Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 Entonces, todos los hombres de la tierra

 le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;

 incorporóse lentamente,

abrazó al primer hombre; echóse a andar...”

 (Fragmento de: Masa, de España, aparta de mí este Cáliz)

      Porque llama a la acción a la humanidad progresista, sabe que los enemigos jurados de la justicia social van a tratar de levantar barricadas para atar sus sueños. La cárcel y la persecución son posibles, “un accidente de trabajo” diría, sereno, el Amauta José Carlos Mariátegui, Sin embargo, esa experiencia con la que los sectores del poder suelen probar a quienes osan enfrentarlos, no lo anula ni lo hace timorato; al contrario, lo afirma en sus convicciones, a sabiendas que ello significa exclusión y privaciones. A pesar de todo, no se queja ni lamenta. Su temple y su convicción doctrinaria lo llevan a afirmar su adhesión a un nuevo orden. No solo en términos ideológicos o doctrinarios, sino éticos y morales.


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