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Richard Hidalgo, el peruano que desafía las alturas

Publicado: 2012-04-22

Richard Hidalgo Jara, el montañista peruano más exitoso, nos cuenta sobre su pasión de escalar y estar cerca del cielo, con el mundo a sus pies.

“Estuve en el CIII a 6,300 más o menos. Hoy bajé al CB, donde pretendo descansar por lo menos 3 días, hasta esperar la nueva ventana de tiempo, que será el 25 aprox. La ruta está de verdad muy peligrosa. Mucha avalancha. Ayer por la noche nos cayó una avalancha de nieve en el CIII. Mucho susto, mucho estrés de todos los que estábamos allí, pero felizmente no le pasó nada a nadie. Ahora mismo hay 2 americanos y un chino con sherpas intentando la cumbre. Veremos cómo les va.” (April 19th, 2012 / Annapurna 2012)

Hasta hoy domingo 22 de abril, este es el último posteo del blog de Richard en medio de su nueva travesía: ascender a la cumbre del peligroso Annapurna (8,091 msnm), en la cordillera del Himalaya, en Nepal. Fiel a su estilo de pureza técnica y ética, nuestro compatriota escala sin tanques de oxígeno ni porteadores de altura.

Cuando a Richard Hidalgo Jara (Lima, 1970) le preguntaron –aún adolescente– qué quería ser de mayor, respondió: “militar”. Sin embargo, con el paso del tiempo, se animó a estudiar ingeniería industrial, sin imaginar que dos años después perdería la motivación para ello. Así, empezó a viajar por el Perú, y cuando un día leyó un aviso en un diario limeño sobre un curso básico de montañismo, sintió curiosidad y se inscribió. Desde entonces han transcurrido más de veinte años y hoy es el peruano que ha domado las alturas de Huaraz y del Himalaya.

Richard cuenta que de joven tenía un espíritu aventurero, porque salía de campamento y le gustaba pescar, y tal vez eso influyó para que al leer el aviso no lo dudara y se inscribiera en el curso. “Yo no sabía que existía el montañismo”, confiesa sonriente. El curso duró un mes y allí aprendió a hacer nudos, a hacer campamentos, caminatas en altura, escalada en roca y luego a pequeñas montañas (en Ticlio, por ejemplo). Era el inicio.

¿Qué vino luego de este curso básico?

Empecé a viajar por el Perú, y el contacto con el país, con la gente, con los turistas, y el practicar el montañismo con otros montañistas hizo que mis aspiraciones personales cambiaran. Me puse a estudiar administración de empresas turísticas, pero luego me di cuenta que lo mío no es estar entre cuatro paredes, mi oficina está en las montañas.

Así que hice un curso internacional muy duro, que es reconocido a nivel mundial, y que me permite trabajar en cualquier país. Es el curso de carrera, dura tres años y lo llevé en el Centro de Estudios de Alta Montaña, en Huaraz. Es el primero en Latinoamérica, tiene ya como 30 años. De allí salí como guía internacional de alta montaña, con un certificado avalado por la Unión Internacional de Asociaciones de Guías. Tener esa credencial pesa mucho, casi todos los gremios de guías de montañas de Europa, de Estados Unidos y Canadá pertenecen a esta asociación. Si yo quisiera podría trabajar guiando en esos países, pero a mí me gusta el Perú.

CORDILLERA BLANCA

La Cordillera Blanca es el destino obligado para los montañistas, y para Richard es su segundo hogar. “Al principio empiezas a buscar montañas fáciles, no muy altas, de 5,500 msnm más o menos, y empiezas a conocer a montañistas de otras partes del mundo. En un inicio, me quedaba 15 días, pero luego mi estancia se prolongaba a un mes, y después a mes y medio o dos meses. Hay muchísimo por hacer en la Cordillera Blanca, que es la más bella del mundo, y tenemos muchas montañas para escalar, pero todavía no escalo todas las montañas, falta tiempo. Allá no tuve dudas de que el montañismo era lo mío, y mucho más guía de montaña. Aprendí que uno puede ser montañista pero no guía, pues uno debe tener paciencia”.

¿Cuál fue tu primera subida en Huaraz?

Lo primero que subí en Huaraz fue la quebrada Ishinca, a 5,550 msnm. Era una ascensión, una pendiente suave para principiantes, pero todo es nuevo, caminar en la nieve, cómo usar las botas, los crampones. Luego te das cuenta de que así sea una cumbre pequeña el paisaje que ves es increíble. Ahora con los años, he subido a muchas montañas, pero también cuando vuelvo a la misma montaña, cada vez es distinta, yo nunca me aburro. El amanecer, el atardecer, el hecho de estar subiendo o escalando la montaña, las condiciones de la nieve, el hielo, las nubes, tienes que saber apreciarlo. Yo he ido seis veces al Himalaya, es grande y las montañas son enormes, de 7,000 u 8,000 metros, pero no hay lagunas de aguas turquesas azules como la 69, o marrones, de colores distintos como acá. Allá es muy árido. Aquí tienes la combinación de todo: vegetación, lagunas, montañas, la accesibilidad es fácil. Creo que estas son las grandes ventajas de la Cordillera Blanca.

Debe haber montañas que te han marcado...

Indudablemente el Alpamayo, es la montaña más bella del mundo. Todos hablaban –y hablan– de ella, entonces sentía que debía subirla en algún momento. Recién a los 2 o 3 años de haber empezado a hacer montañismo fui, hicimos cumbre con mi amigo Ernesto, y ya no es una ascensión normal, ya es escalada, implica usar los dos piolets, tienes pendientes de 65 o 70 grados. La cumbre es cumbre, te paras y el otro baja, no pueden estar los dos juntos.

Luego de eso, hay gente que hace montaña y a veces no quiere arriesgar mucho, y hace rutas sencillas o normales. A mí me empezó a interesar incursionar en rutas técnicas, más complicadas, con paredes de 70, 80 o 90 grados de inclinación, roca, hielo mixto. Por eso, tengo las primeras ascensiones peruanas en la Cordillera Blanca. Otra que me marcó mucho fue Cayes, por ejemplo, una montaña que no es tan alta, tiene 5,723 msnm, es una pared que no había escalado ningún peruano. Tenía roca, hielo mixto, nos quedamos a dormir a mitad de la pared colgados con cornisas. Es bien técnica, pero al final fue una gran satisfacción, pues es considerada una de las más difíciles de Sudamérica. Luego hicimos en Ocshapalca, a 5,888 msnm, que tiene una pared bien larga, de unos 600 o 700 metros de entrada, y que también es muy difícil. Otra inolvidable, que fue una de las primeras rutas en solitario que hice, fue Cashan. Fui con un amigo que se sintió mal en el campamento base, y entonces tuve que subir solo, y lo hice por la pared y bajé por otro lado, fue una ruta integral. Y me gustó porque ir solo es otra cosa, no puedes cometer ningún error, nadie te va a dar ayuda. Me tomó más de 20 horas la escalada, a la ruta le puse Mati Matías, el nombre de mi hijo.

En tu condición de montañista y asiduo visitante de Huaraz, eres testigo de los efectos del cambio climático.

Efectivamente, como guía, voy a una misma montaña en el mismo año. El cambio lo ves de una temporada a otra. Si lo comparamos con hace 20 años, es mucho más. Pero por ejemplo, yo voy en mayo y en setiembre la misma montaña es otra. En mayo cae nieve fresca, está todo blanco, pero se va rápido. Ya no hace suficiente frío para que los nevados se mantengan, es muy grave. Eso hace que ahora sea más peligroso escalar.

Con el cambio climático hay un retroceso de los glaciares, que se da poco a poco, pero también se da dentro de los glaciares, se están formando huecos en las montañas, que están colapsando. En el Yanapaccha hace unos años vi un hueco, y tú estás caminando por arriba sin darte cuenta. Eso en cualquier momento puede colapsar. El cambio climático está trayendo estas consecuencias, no sólo el retroceso normal, sino dentro de las montañas. Hay avalanchas más continuas, hay afloramiento de roca en las paredes donde antes todo era hielo. Da muchísima pena.

DEL PERÚ AL MUNDO

Para todo montañista hay retos y objetivos, y para ellos hay muchísimas cordilleras en todo el mundo: en los Andes, Alaska, Patagonia, los Alpes y el Himalaya. Y Richard no es ajeno a ello. Él ya había dominado cumbres en Bolivia y Ecuador cuando en el 2006 fue invitado a participar en una expedición al Himalaya, junto con dos compatriotas. Fue la primera expedición peruana en hacer un 8 mil en el Himalaya: el Shisha Pangma (8,027 metros). 

“Hay temor, no sabes cómo va a reaccionar tu cuerpo a esa altura. Yo he decidido subir sin oxígeno suplementario, porque es más ético. Considero que ir con un tanque de oxígeno es como hacer trampa. Respeto a quienes lo hacen, porque tienen sus limitaciones o quieren asegurarse, pero nosotros vamos sin oxígeno y sin porteadores, nosotros mismos cargamos nuestras cosas. Es un alpinismo más puro, más ético”, explica.

Y así, este peruano esquivó el congelamiento, enfrentó el frío y el viento, así como los lógicos temores, nerviosismo, estrés y tensión. Y logró su cometido. La imponente montaña demandó más de 50 días de mucho esfuerzo pero tuvo sus frutos. “Es una satisfacción distinta, el primer 8 mil sin oxígeno. Pasé por una serie de circunstancias, problemas, pero nunca dudé de que lo podía hacer. Eso es importante, porque si estás con la duda, ya no la haces. Tenía que dar todo de mí. Y obviamente a veces no haces cumbre por algún motivo, como por el clima. Sólo dos llegamos a la cumbre esa vez, Jorge Gálvez y yo; Ernesto Málaga no pudo hacer cumbre porque tenía mucho frío y ya no sentía los dedos”.

Eso fue el inicio del proyecto ‘14Ochomiles’...

Sí, me gustó y quise volver. Al año siguiente, en el 2007, fui al Cho Oyu, la sexta montaña más alta del mundo (8,201 metros). Fui solo, igual sin oxígeno y sin porteadores, y también hice cumbre. Y desde allí he ido todos los años en forma consecutiva, llevo seis expediciones al Himalaya, acabo de regresar (en octubre) de la última, Manaslu, e hice cumbre. Digamos que vamos empate con el Himalaya, tres a tres, pues de las seis expediciones he hecho tres cumbres.

En el 2008 me propuse subir las 14 montañas más altas del mundo, que están arriba de los 8 mil metros. Me lo propuse como un reto, para ser el primer peruano en hacerlo. Y tengo una fecha límite, el 2021, el año del bicentenario de la independencia del Perú. Por eso voy a distintas montañas. Hasta el momento he hecho una expedición por año, pero a partir del 2012 planeo hacer dos 8 mil por año. Si puedo hacerlo antes del 2021 mejor. Confío bastante en mí.

¿Y después del 2021?

Algo que voy a seguir haciendo, en paralelo o quizás cuando acabe las 14, es hacer las siete cumbres de cada continente, luego están los polos Norte y Sur. En montañismo, llamamos el Grand Slam completar estos tres objetivos. Luego que haces el Everest, que es la montaña más alta del mundo, el resto es más fácil. No hay jubilación para el montañista.

PROFESIÓN

Es imposible hablar de montañismo con Richard y no contagiarse de su entusiasmo. Es su pasión y su profesión, a la que se entrega todos los días, esté en Lima, Huaraz o Nepal. Su entrenamiento físico es diario, a la vez que su preparación espiritual y personal, ya que es una persona que no se duerme en sus laureles y aprende de sus logros, los canaliza, y es que “el montañismo requiere de mucha planificación y estrategia para decidir en qué momento se avanza o se detiene”.

Antes de despedirnos, le preguntamos qué le ha proporcionado su profesión y nos responde que mucho, que casi todo lo que es ahora se lo debe al montañismo. “Te da muchas lecciones de vida. Todo lo que ocurre o nos pueda pasar en nuestra vida cotidiana, lo experimentamos en el montañismo. El estrés –porque tienes que hacer cumbre–, la búsqueda de auspiciadores, la toma de decisiones, miedos, perseverancia, motivación, retos, objetivos, compañerismo, trabajo en equipo. En el montañismo hay que estar muy atentos, absorber todo conocimiento, no dejarlo pasar y aprender bastante. He conocido a mucha gente buena de diferentes partes del mundo, y he aprendido mucho como persona gracias a esta linda profesión”.


 

RÉCORD MUNDIAL

En febrero del 2010 Richard Hidalgo marcó un nuevo récord mundial del Andes Challengue Non Stop!, en el marco de una campaña para llamar la atención sobre las consecuencias del cambio climático y para organizar una cruzada por la forestación en Ancash. En 20 horas bajó desde los 5,686 msnm hasta los 0 metros sobre el nivel del mar. Así, desde el abra del nevado Vallunaraju inició una escalada ascendente en solitario que finalizó cuando el deportista extremo, coronó la cumbre. Al bajar el nevado, se montó a una bicicleta de montaña con doble suspensión para descender en downhill hasta la ciudad de Huaraz. Luego subió trotando por la Cordillera Negra hasta el abra de Punta Callán, a 4,200 msnm. Una vez allí, tomó nuevamente la bicicleta para bajar por el oeste de la Cordillera Negra. Finalmente llegó a Casma y cruzó 6 km corriendo a través del desierto hasta la playa Tortugas. Durante su recorrido, las comunidades de la zona lo recibían con plantones de árboles donados por el Parque Nacional Huascarán, entre 5,000 pinos y queñuales, resistentes a las temperaturas y condiciones de los distintos climas del lugar, que fueron plantados como parte del proyecto de reforestar la Cordillera Negra.

ALPAMAYO

“El Alpamayo se escala en siete días: dos días te demoras en llegar al campamento base, otro día al campamento alto, otro día es la cumbre, y luego dos días más de regreso. El día de cumbre sales de madrugada, 2 o 3 am, y regresas a las 4 o 5 de la tarde, poco más de 12 o 14 horas de actividad. Y luego sientes cansancio. En ese momento no sientes tanta emoción, igual me sucede ahora cuando hago cumbre en otras montañas, porque estás tan cansado. Pero sí sabes que has completado una de tus aspiraciones. Lo que pocos saben es que la bajada es a veces más complicada que la subida, tienes que prestar mucha atención, pues ocurren muchos accidentes. Después que regresas a la ciudad y estás bien, ahí sientes la verdadera satisfacción.”


Escrito por

ALBERTO ÑIQUEN G.

Editor en La Mula. Antropólogo, periodista, melómano, viajero, culturoso, lector, curioso ... @tinkueditores


Publicado en

Redacción mulera

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