ENRIQUE VERÁSTEGUI: "HE TERMINADO CON LA POESÍA"
Entre la novela y el ensayo, nos deja en los extramuros. Afirma que sus asuntos con la poesía terminaron. Busca además editor para su novela.
El poeta peruano que remeció los setenta hace esta sorprendente revelación y nos confiesa una escritura desesperada, en una conversación marcada por su siempre intensa y muy propia lucidez, en momentos en los que se espera la reedición de En los Extramuros del Mundo por Caja Negra Ediciones, para variar, una editorial independiente.
¿Abandonar la poesía es optar por el exilio?
No. He estado alejado de los periódicos y las revistas que no es lo mismo. He asumido de la crítica o de la novedad literaria un hecho de incomprensión hacia mi trabajo. Me siento leído y admirado por Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro y Alfredo Bryce Echenique, sin embargo poco reconocido por los comentadores de libros, que no son la crítica peruana. Pero el paso al costado lo dan ellos. Yo sigo en el mismo sitio y haciendo lo de siempre, escribiendo.
¿Cómo ves en retrospectiva tu obra poética?
Se acabó. Ya termine de escribir mi obra poética, que en la parte conformada por la tetralogía ha dejado de llamarse Ética para adquirir el nombre definitivo de Splendor. Ahora me interesa publicar el resto de mi obra, novela y ensayo. La poesía ya cumplió.
¿Cómo se llama tu novela? ¿Y qué nos puedes decir sobre tu ensayística?
Una primavera de occidente. Pensamiento, acción, intriga, sexo y sobre todo libertad. Si de algún modo hay un argumento, planteo la teoría de Mijaíl Bajtín o al mismo Bajtin desarrollándose como personaje múltiple dentro de mi narrativa. Es el crítico de moda o lo era durante una época. Ahora es parte de mi novela. La ensayística tiene como tema el amor, la libertad y el objeto de ésta.
¿Dónde te sitúas ahora después de tanto lenguaje y tanto tiempo?
Estoy viejo en mi locura. Tendré un fin parecido al de Dante, Lucrecio, Georg Cantor. Rocé la locura, sigo haciéndolo. Pero ya cumplí mi destino, me falta gozar la vida. Olvidé vivir por escribir poesía. Mi lucidez está en mis textos, ¿para qué más? Y he tenido momentos importantes a través de mi obra completa en poesía. Para escribir mi novela y ensayo uso la misma energía que tenía a los diecinueve años.
Trae un recuerdo grato
Paris. Llegue en la navidad del 76 con mis amigos, todos poetas peruanos. San Marcos y los bares del Centro de Lima se habían mudado a Paris, era increíble. Todos habíamos jurado llegar a Paris en algún momento de nuestras carreras. Y ahí estábamos pasando la navidad juntos: José Rosas Ribeyro, Elqui Burgos, Elías Durand, Yulino Dávila, Vladimir Herrera, Cármen Ollé. Tomé el tren desde Barcelona para llegar. Acababa de ganar la beca Guggenheim, por un proyecto de escritura que no se dio y Europa estaba ahí.
¿Qué puedes decir de los extramuros del mundo, 41 años después?
Los extramuros fueron escritos entre las calles y el Centro federado de la Facultad de Ciencias económicas de San Marcos. Yo era un universitario que solo leía y puedo decir que hasta ahora no he salido de San Marcos. Los extramuros pertenecen a San Marcos, es un libro además que no leía hace cuarenta años, pero al volver a hacerlo encontré algo interesante y es la presencia absoluta del mar en mi obra poética. Eso me causa asombro porque lo escribí a los diecinueve años y creo que recién ahora me reconozco sin quererlo como un costeño ya que también soy el primero en la poesía peruana en tener referentes de la sierra.
¿Qué dejó tu paso por Hora Zero?
Actualmente Hora Zero se considera vigente y lo está. Yo entré al mes de estar fundado y es el único grupo al que pertenecí. Creo que he sido un militante consecuente de la poesía y por eso creo que falta teoría para enrumbar a nuevas generaciones. Falta preparación de los que vienen. Yo si la tuve.
¿Y el amor?
Reconozco una debilidad por las mujeres inteligentes, admiro mucho eso, pero me basta el amor de mi hija y el de mis hermanas.
¿Cuándo el miedo y tu lenguaje fueron juntos?
Temí a pocas cosas o quizá a ninguna. Pero siempre asumí que moriría joven y llevé la vida de esa manera. Me quedaba únicamente escribir con locura, con desesperación. Pero no he muerto joven y sigo escribiendo, solo que ya cerré mis asuntos con la poesía.
Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.
tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura donde jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente pegada a mí a mi
De Datsibao.
Por Cecilia Podestá, publicado en la Revista SIETE N13, del 12 al 18 de febrero del 2012.