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El peligro de la sangre gay

Publicado: 2012-08-26

Apuntes rápidos para repensar la absurda prohibición a lesbianas, trans, gais y bisexuales para donar sangre en Perú

PRONAHEBAS señala que se debe diferir la donación de sangre 12 meses después de un tatuaje, haber sido encarcelado o haber tenido contacto sexual con una persona con VIH o “si su comportamiento aparenta ser de alto riesgo de infección por VIH” (http://bit.ly/NPBnmC página 66). Sin embargo, ¿qué es el riesgo?

El formulario para donantes responde que los “grupos de riesgo” somos los homosexuales, bisexuales, promiscuos y prostitutas (http://bit.ly/NPDoiD página 23). Es decir, quienes tengan una sexualidad fuera de las sacrosantas normas morales son/somos de riesgo inevitablemente. Sin embargo, este enfoque (el del riesgo personal) ha sido ampliamente cuestionado y reemplazado por el de la vulnerabilidad social.

¿La vulnerabilidad frente al VIH es inherente a la orientación sexual, depende de la cantidad de compañeros sexuales o del ejercicio del trabajo sexual? No, responde a las estructuras sociales de violencia, opresión y falta de ciudadanía que influyen directamente en el autocuidado. Es decir, en el uso correcto y consistente del condón. O en su omisión.

En un país con déficit de donantes de sangre, nos damos el lujo de rechazar la de lesbianas, trans, gais y bisexuales con carteles y normas discriminadoras que olvidan que toda la sangre es y debe ser analizada por pruebas de laboratorio (que cada vez son más sensibles) para tener certezas sobre su seguridad. Y que, en todo caso, la eliminación previa de candidatos a donantes debe responder directamente a sus prácticas y nivel de exposición, y no al prejuicio sobre un grupo social.

A no ser que el Estado pretenda guiar sus políticas de salud pública en los prejuicios, debe eliminar inmediatamente también la mención a la “promiscuidad”, término que sanciona el libre ejercicio de la sexualidad. ¿O desde cuántos amantes en qué periodo se recibe el título de “promiscuo”?

Un dato adicional: los índices de VIH en trabajadoras sexuales son muy similares a los de la población general y que la mayoría de trabajadoras sexuales se infectó con sus parejas y no con sus clientes.


Escrito por

Gio Infante

Activista marica, periodista sadomasoquista y antifujimorista.


Publicado en

Gio Infante

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