Un callejón de novias ajenas
Hay quienes venden todo lo que hemos perdido y ante ellos buscando lo que nunca más hallaremos, nos convertimos en ladrones pasivos de historias ajenas, en cómplices de los que también se roban las nuestras. Y es que el mundo es un apacible infierno circular.
Desde hace algunos años recorro puestos de anticuarios y de cachivacheros buscando las cosas que perdí en una mudanza: una caja llena de mis cuadernos adolescentes, de fotos, álbumes y cartas a extraños personajes, reales y no. Algunas eran actos dolorosos pero voluntarios, otras solo reclamos a personajes de novelas que me obsesionaron. Entre ellas lo que más lamento es la pérdida de las cartas eróticas que escribí a los apóstoles de Jesús.
Fue así, buscando todo lo que me había deslumbrado y que convertía en textos, collages y fotos propias, que me convertí en coleccionista de cosas increíbles, volviendo a tener lo que había perdido, pero solo llenando mi casa de objetos robados a otras personas. Ahora todo es mío.
La semana pasada encontré un montón de mujeres en una fuente oxidada que además sostenía botellas de colección. Se veían felices dentro de las fotografías viejas, descoloridas, con el amarillo comiéndose los bordes como dientes y con sellos en la parte trasera de casas de revelado que desaparecieron antes de que naciera o perdiera mi caja llena de latidos y obsesiones.
Las encontré en un puesto de callejón techado en el Centro de Lima. Eran fotos de novias en el mismo día de su boda hace más de cincuenta años en algunos casos, según sello trasero.
A dos meses de casarme, es lo único que he comprado como novia, es decir, a otras novias. Quizá no haya forma de saber de ellas, si están vivas o muertas, si fueron felices o no, si maldijeron o amaron a sus maridos. Lo cierto es que en sus imágenes aun se pueden escuchar voces, música, ruidos de conversaciones y cubiertos contra el plato, consejos, risas y más. Esta es una galería de esas novias.
Si alguien se reconoce en estas fotos, no me quedará más que devolverlas, así como espero que alguien alguna vez pueda entregarme parte de mi caja perdida. Solo que deberá dar algo a cambio y es la historia de la foto en la que aparece.