#ElPerúQueQueremos

Foto: Rochi León

Andrea Fernández

Publicado: 2013-04-18

Actriz de teatro.

La visitamos en su casa, en Lince. Nos dieron la bienvenida los ladridos de Orión, un bichón habanero. Números reales, obra en la que ella actúa, se presenta en el Mali hasta el 6 de mayo.

Su actuación, afirma el editor de esta sección, es extraordinaria. La obra la escribió Rafael Dumett cuando tenía 25 años, si no me equivoco. En su momento causó furor en Lima. Hace 15 años la dirigió Alberto Ísola. Es un texto muy fuerte. Es un texto con una poesía bien particular porque agarra el tema de las matemáticas y lo usa para hacer metáforas de las relaciones humanas. El personaje del papá tiene una deficiencia para vincularse con su familia. Les habla a través de la matemática porque es su manera de ver el mundo, su filosofía. Aparte de eso retrata a nuestro país en un momento muy particular. Los ochenta, con la dificultad económica; la crisis que se vivía en nuestro país. La sensación que teníamos en esa época. Yo era pequeñita pero recuerdo la frustración de mi mamá, preocupada porque vaya a alcanzar la plata.

Yo tengo 34 años, así que soy más de los noventa. En esa época, si bien había necesidades económicas, para mi mamá y mi papá siempre había algún momento para llevarme a mí y a mi hermana al teatro. Yo tengo muchas imágenes de cuando iba y después me metía al backstage a saludar a los actores. Recuerdo una vez, tendría yo quizá 4 años, que fui a ver una obra de Carlos Alcántara. Recuerdo haberlo ido a saludar; yo no sé si él se acordará de eso, pero recuerdo que él me cargó y yo lo miraba y lo contemplaba. ¿Cuántos años tendría Alcántara? Habrá estado comenzando su carrera porque yo tenía 5, 6 años a lo mucho. Siempre tuve ese gusto por el teatro, desde pequeñita.

Esto se volvió más una necesidad cuando terminé el colegio y le dije a mi mamá ‘Mamá, quiero ser actriz’. Me dijo ‘Estás loca. Ni hablar. Te vas a morir de hambre’. En mi caso yo no tenía la suficiente –no sé si decir fuerza de voluntad o convicción– para convencer a mi mamá, y entré a estudiar periodismo. Estando en la San Ignacio encontré un taller de teatro con Marisol Palacios y fue como amor a primera vista. Dije ‘No, no puede ser. Yo me estoy engañando’. Ya había llevado siete ciclos estudiando periodismo en la San Ignacio de Loyola y lo dejé todo. Fue una decisión difícil pero yo sentía que si en ese momento no lo hacía no iba a ser nunca, y me salí. Al final mi mamá entendió. Se dio cuenta, cuando ingresé al TUC, de que el teatro era lo mío.

Lo que siento que fue un baldazo de agua para mí, a nivel de interpretación como actriz, fue cuando hice La mujer de arena. Justo en esa obra conocí a Leonardo Torres Vilar, que en Números reales es mi esposo. En La mujer de arena era como el hombre del cual yo me había obsesionado. Fue una obra tremenda a nivel emocional, a nivel construcción. Fue un proceso muy riguroso psicológicamente. Cuando me llamaron para esta nueva obra yo no sabía que trabajaría nuevamente con Leonardo. Cuando lo vi, él me miró y dijo “¡Ah, no! ¡La mujer de la arena!” Había sido una obra fuerte, en la cual había violencia física. Una relación amor-odio en la obra. Cuando nos vimos nos matamos de risa.

Ahora, esta obra nueva también es bien fuerte. El espectador termina un poco como en shock. Varias personas me dicen que sienten cansancio al final. Es una obra densa. De la mitad para adelante es frenética. No para. Es como un tren eléctrico que va directo a la locura.  (Rafael Gutiérrez)


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Revista Vela Verde

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