#ElPerúQueQueremos

La situación actual del Museo Afroperuano

RP 455: La Clausura del Museo Afroperuano

Publicado: 2013-04-22

Hace unas semanas, realicé un recorrido por el Centro Histórico algo inusual: los promotores de una comunidad terapéutica me pidieron que llevara a pasear a un grupo de jóvenes.   “Mientras ellos dejan su adicción a las drogas, nosotros buscamos que mejore su relación con su entorno social”, me explicaron.

Eran aproximadamente veinte, todos varones, y comenzamos la visita en la antigua Estación Desamparados, donde desde el gobierno de García funciona la Casa de la Literatura Peruana.  Los chicos nunca habían entrado allí y les sorprendió que el ingreso fuera libre, como también el acceso a la biblioteca y la hemeroteca o inclusive a los baños.   Se divirtieron mucho cuando les propuse tomarse fotos con los cuadros y las fotos de Lima antigua, como si uno hubiera viajado en el tiempo.

Pasamos luego al Museo Bodega y Quadra, que resulta impactante para cualquiera, porque los arqueólogos de la Municipalidad han logrado desenterrar los restos de una antigua casona colonial.

-Aquí quiero venir con mi familia –me comentó uno de los chicos, mientras recorríamos las excavaciones.

Seguimos por la primera cuadra del Jirón Ancash, pasando ante las casonas que antaño estaban tugurizadas y han sido restauradas por las últimas gestiones ediles.   Sin embargo, lo que más les llamó la atención fue el condominio donde ahora viven las personas que habitaban esa cuadra.   Como saben quienes me han acompañado por allí, aunque es una construcción de cinco pisos, ha sido construida de manera que no altera el entorno.

-Yo he pasado por acá decenas de veces y nunca me había fijado –comentó uno de los promotores.

Es interesante que para la mayoría de limeños resulta sorprendente que la Municipalidad haya invertido en viviendas para las personas pobres.   Para mí, es una de las mejores obras de tiempos de Castañeda y la actual gestión está planificando una obra similar para el barrio de Monserrate, muy cerca de la avenida Tacna.   Precisamente, en una de las casonas restauradas funciona Emilima y allí pude enseñarle a los chicos la maqueta.

Seguimos por el Parque de la Muralla, para tomarnos una foto encaramados en el monumento a Pizarro.   Pasamos ante las piletas, que últimamente no tienen agua, y desde lo alto de las escaleras apreciamos el panorama completo del parque y el Malecón del Río.

-Cuando salga, voy a venir aquí con mi flaca –dijo entonces uno de los jóvenes, más alto que los demás.

-Si sales –le dijo otro, para bajarle el entusiasmo.

-Ya, no se hagan esas bromas –tercié yo.

Mientras avanzábamos hacia la avenida Abancay, los promotores me explicaban que a un varón le es más fácil enfrentar la adicción que a una mujer, puesto que muchas chicas suelen caer en la prostitución para obtener dinero y las consecuencias son peores.

Cruzamos Abancay e ingresamos al Museo Afroperuano, que funciona en la antigua Casa de las Trece Monedas.  La guía parecía tan nerviosa al ver a mis acompañantes, que me ofrecí a ser yo quien mostrara el museo.  Pasamos ante los cepos, las fotografías antiguas y y el acta de libertad de un esclavo en tiempos de Castilla.   En la sala de música, los muchachos se pusieron a tocar por turnos el cajón, la cajita, el checo y la quijada de burro.   A mí siempre me ha gustado que el museo tenga este carácter interactivo y esa sala parece un espacio para que aflore la ascendencia africana que muchos peruanos tenemos.

Terminamos la visita en la Plazuela de la Buena Muerte, recientemente remodelada.   Allí nos despedimos y les insistí que todo lo que habíamos visto era gratuito y estaba a su disposición.

En los siguientes días, me llamaron de la comunidad terapéutica para agradecerme por el paseo.   Los muchachos habían redescubierto el centro de Lima con atractivos impensables, al alcance de todos y habían regresado a los mismos lugares con sus familias.   Me sentí muy contento, porque yo busco siempre que los limeños sientan que la ciudad es suya… pero era especialmente importante que lo sintieran jóvenes con tantos problemas.

Epílogo

Hace unas semanas, cuando me tocaba llevar a mis alumnos al Centro, me enteré que el Museo Afroperuano había sido clausurado.   Me pareció increíble que el Congreso de la República no hubiera asignado la partida correspondiente para mantenerlo funcionando, como si hace con el Museo de la Inquisición, que también le pertenece.

De hecho, los problemas del Museo Afroperuano empezaron en julio del 2011: se redujo el presupuesto y el museo tuvo que estar cerrado los fines de semana, precisamente cuando más gente podía llegar.  Ahora ha cerrado del todo y los hermosos salones de la mansión colonial están sellados con cinta adhesiva amarilla.  La carroza, la estatua de Pancho Fierro, las reliquias de San Martín de Porres, que fueron entregadas en junio, se encuentran olvidadas.   Recuerdo como precedente la pretensión de cerrar la Casa de la Literatura, también por este gobierno, que no se concretó debido a las fuertes protestas.   En este caso se trata de una pésima actitud de los congresistas hacia la comunidad afrodescendiente y hacia toda la ciudadanía… y una pena que los chicos que llevé aquel día a pasear no puedan regresar.

No necesariamente la clausura del Museo Afroperuano puede ser considerada un acto de racismo, pero se le parece tanto...


Escrito por


Publicado en

Reflexiones Peruanas

Sobre el país en que vivimos y queremos vivir