ya acabó su novela

Foto: Caldwell Linker

La Drag Queen que derritió el acero

Publicado: 2013-04-23

Ah, el “rust belt”, otro de esos curiosos productos de la época de Ronald Reagan… tanto como Rambo, el porno en videotape o Mr. Belvedere. Las ciudades que suelen incluirse en el “cinturón de óxido” no pertenecen necesariamente a una misma área, y son tan variadas como Cincinnati, Buffalo, Detroit y la ciudad que me sacó callos en el corazón, Pittsburgh. Esta ciudad es protagonista de lo que, de aquí en adelante, presenciarán: un delicioso carnaval de marginales –drag queens– que supieron, sencillamente, sobrevivir... El otro personaje es un muchacho nacido en 1981 en Newton, Iowa, bajo el nombre de Aaron Coady, pero que tomaría por asalto esta ciudad desde el escenario de un pequeño bar local, para luego arrasar con las pantallas de televisión enfundado en las mallas de su alter ego, la corrosiva y fascinante Sharon Needles.

ESCRIBE: FERNANDO TOLEDO

FOTOS: CALDWELL LIKER

Foto: Caldwell Linker

CUALQUIERA QUE SE ANIME A DAR UNA CAMINATA POR PITTSBURGH, sea breve o extensa, compartirá la misma desconcertante sensación: una ciudad en decadencia, que supo conservar la belleza que la industria del acero le inyectó, que convive con una personalidad de pueblo-chico-infierno-grande perceptible en la arquitectura de sus casas y en el marcado acento de los yinzers1… Cualquier cosa que pueda decirse de la ciudad, puede ser válida también para Sharon Needles2.

La primera vez que la vi no fue en su pequeño centro de operaciones, el Blue Moon, el acogedor bar de Lawrenceville. Esa noche asistí a un show llamado “A Thousand Nights of Bowie” en un bar hipster de nombre Brillobox, en el barrio italiano de la ciudad, Bloomfield. Sharon era la anfitriona. Yo estaba afuera del bar con un grupo de amigos de la universidad, esperando a que algunos de ellos terminaran sus cigarrillos cuando, a lo lejos, caminando por la avenida Penn y seguida por una troupé de seis o siete personas vi a la encarnación de la portada del disco Diamond dogs acercándose a paso cimbreante: desfiló frente a nosotros, saludando a casi todos los que estábamos en la acera, y entró en el bar. Era Sharon. Esa noche, además de estar frente a la mejor banda de covers de Bowie que he podido oír, disfruté del ácido sentido del humor de Sharon y, por breves segundos, de un baile con ella. Cuando no estaba divirtiéndonos desde el escenario, Sharon lo hacía en la pista, danzando con un público ya bastante estimulado, acompañada de su inseparable vaso, botella o lata de cerveza Pabst Blue Ribbon en la mano.

TRANS TV

Pero esto fue bastante antes de su estrellato, cuando el suyo aún era un acto marginal, mucho antes de ganar la cuarta temporada del único reality show que merece ser visto, un programa que en Perú transmite VH1 y que busca a la próxima estrella drag queen: “RuPaul’s Drag Race”. Porque, después de su victoria, todo cambió para Ms. Needles. Programa tras programa fue convirtiéndose en una estrella. El “equipo Needles” se volvía trending topic en Twitter cada lunes, día de emisión del programa; en el Blue Moon se oficiaban retorcidas fiestas para ver el show y hasta Lady Gaga tuiteaba pidiéndole en alquiler alguno de los atuendos usados en “Drag Race”.

El público estadounidense reconocía en Sharon una manera de hacer drag muy diferente a la de otras competidoras, incluso de anteriores temporadas. Sharon llevaba su performance a extremos, y nunca buscó el facilismo de la femineidad por la femineidad. Era muy consciente de la carga política de su acto, y al provenir de una escena marginal –dentro de una escena ya de por sí marginal– apostó por el gore o el regusto por la sangre, y por la subversión de la cultura popular. En este punto, la amplitud de su registro no tiene comparación. Recuerdo, por ejemplo, su antológica presentación en “Drag Race” como presidenta de EEUU, en la cual se opuso al resto de competidoras, que escogieron a Barbara Bush o Jackie O como inspiración: Sharon se presentó en escena como un alienígena, argumentando que solo en cien años una drag queen llegaría a la presidencia, y que para entonces ya habría extraterrestres entre nosotros. El público la adoptó como su preferida desde el inicio: obviamente, ganó.

Pero allí no termina el asunto. La ciudad tuvo un gesto enorme con su hija, antes marginada y ahora reconocida a nivel nacional.

HIJA ILUSTRE

En Estados Unidos, Pittsburgh es conocida por dos cosas. La primera, por haber sido la capital mundial del acero en el siglo XX. La segunda, por ser una ciudad de equipos deportivos campeones. Los Steelers, por ejemplo, son el único equipo en haber ganado seis Super Bowls en toda la historia de la National Football League, y son casi una religión que ha trascendido fronteras nacionales (un servidor es, además de crema, devoto de los “black and gold”). En hockey, los Penguins poseen tres Stanley Cups, y los Pirates… bueno, estos son como el Muni.

Foto: Caldwell Linker

Tras ser coronada la “Próxima superestrella drag de América” en abril del 2012, la municipalidad de esta ciudad, tradicionalmente obrera y devota de sus logros deportivos, tuvo el gesto de dedicarle un día a Sharon Needles, y con ella a toda la comunidad LGTB de Pittsburgh: desde el año pasado, el 12 de junio es oficialmente el Sharon Needles Day. El día en que recibió este homenaje, Sharon agradeció a la ciudad que la acogió cantando un tema del musical The Rocky Horror Show: “Sweet transvestite!” o “¡Dulce travesti!”. En su versión, el tema acabó llamándose “Cheap Transvestite!” o “¡Travesti barato!” (“¡Soy un travesti barato de Pittsburgh, Pennsylvania!”, cantó en las puertas del municipio).

“COMER NO DEBERÍA COSTARTE UN BRAZO Y UNA PIERNA. Si roer carne te da náuseas, ¿por qué no hacerte vegetariano?” Así reza este anuncio de People for the Ethical Treatment of Animals (PETA), que evidencia la popularidad de Ms. Needles en EEUU.

Es imposible no adorar a Ms. Needles. Quien la viera hoy diría que la vida ha cambiado mucho para el jovencito que escogió Pittsburgh como su hogar y a los yinzers como familia. Y es verdad, muchas cosas han cambiado, menos su casa en Lawrenceville (o “Larryville”, como les gusta decir a sus habitantes), su Pabst Blue Ribbon, el Blue Moon, sus amigos y su novio, Ms. Alaska Thunderfuck, también drag queen y actualmente concursando en la quinta temporada de “RuPaul’s Drag Race”.

Pero, para hablar de Sharon y su novio, debe hablarse de un colectivo que marcó –y continúa marcando– la escena underground de Pittsburgh: The Haus of Haunt.

LA CASA ENCANTADA

Referirse a la escena drag en Pittsburgh es como hablar del punk en Londres durante el 76 ó 77. Es lo más transgresor y estimulante que uno pueda presenciar. Ms. Thunderfuck cuenta: “En la primavera de 2011 el destino del núcleo duro de las artistas del Blue Moon parecía incierto. Con una antigua hermana yéndose a Nueva York, y con un creciente desinterés (y decreciente audiencia) en los shows quincenales, las chicas necesitábamos una forma de diferenciarnos y hacernos más marketeables. Uniéndonos alrededor de nuestro amor por la sangre, lo macabro y, sobre todo, nuestra sensibilidad punk rock, es que nació la familia conocida como Haus of Haunt”.

La vida diaria del colectivo viene siendo registrada por un amigo cercano, el fotógrafo Caldwell Linker, viejo conocido de la escena under en Pittsburgh y amigo íntimo de Needles y Thunderfuck, cuya muestra All through the night se expondrá en junio en el respetado Andy Warhol Museum de la ciudad. No hace mucho, Linker publicó un excelente libro que retrata el trabajo de las cuatro aguerridas integrantes del colectivo, “The Haus of Haunt: Watch Children”, del cual provienen algunas de las imágenes que ilustran esta nota. Linker retrata con sensibilidad de amigo y ojo cómplice el carácter lúdico del backstage y la radicalidad de las performances que dan forma a las presentaciones de The Haus of Haunt.

Tras el éxito que le sobrevino con su triunfo en “Drag Race”, Sharon no ha vuelto a actuar en el Blue Moon, pero sigue frecuentándolo para tomarse un trago o visitar amigos. Total, sigue siendo el mismo Aaron, el ácido y agudo muchacho del barrio que, convertido en Needles, hace lo que se le antoja. Sin embargo, ya no se le ha podido ver haciendo de Bruja mala del oeste en su versión delirante de El mago de Oz, o imitando a Amy Winehouse en pleno colapso la noche misma de su muerte (atención, hay video en YouTube de esta performance). Sus giras por clubes en Estados Unidos la mantienen ocupada. Hace unos meses hizo del asesino en serie Bufallo Bill en una adaptación de El silencio de los inocentes titulada The silence of the trans, y hace muy poco sacó a la venta un álbum de pop titulado PG-13, en el que incluye un cover del tema “(Every Day is) Halloween” de Ministry, y temas con títulos de tanto gancho como “Las chicas muertas nunca dicen no”, “Tomar hasta morir” y “¡Hail Satán!”. Todo un compilado de éxitos seguros.


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Revista Vela Verde

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