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esta y todas las Fotos de este post son del lente de raúl "el avión" garcía

Una jornada rockera

La segunda edición de LVR intenta demostrar que cederle el espacio público al pueblo rockero es también hacer obra. 

Publicado: 2013-09-09

Los organizadores de Lima Vive Rock han calculado en 25 mil personas la asistencia al Parque de la Exposición el día sábado 7 de setiembre. Al día siguiente, la feria Gastronómica Mistura cerraría su voluminosa caja con 42 mil boletos cortados. La indigestión la sufren los accesos a la Costa Verde.

aullidos

Durante su presentación en Lima Vive Rock Ysabel Omega -ligas mayores del reggae local-, disparó directo al centro de gravedad del nacionalismo gastronómico. La Babilonia mítica recurrente en la retórica roots está al pie del acantilado de la ciudad, marca 25 soles el peaje y se llama Mistura. Para Omega, Lima, en el centro de un país que no ha resuelto el hambre, es una sociedad que celebra públicamente la gula. 

A las seis de la tarde su público estaba en la pausa. Desde media mañana compactas tropas de negro cumplían la guardia, atentos al desempeño de las bandas. Pulcras TaxMan y Rayban, llegadas vía voto popular. Moldes, que dejó claro que juega de media tabla para arriba y hacia allá apuntó reversionando Fugitivo de Alcatraz, tema del centro de atención de la fecha: Saicos.

mediodía rockero en el parque de la exposición

Varsovia compensó las dudas sobre su temprana inclusión en un cartel de estas características plantando temas punzocortantes, casi pancartas en una marcha del centro de Lima. Locomotora gustó, aunque apareció en la arenga del frontman algo desbordada por la emoción de montarse en un escenario de gran voltaje. 


Área 7 es una banda tan curtida ya, que casi no resintió el relativamente poco público de las dos de la tarde, quizá el más difícil de un festival de tranco largo. La chiquillada respondió comulgando con los irreductibles gestos rockeros, reivindicados por las Área: sacude la peluca, levanta el puño, estréllate contra el prójimo como contra ti mismo. Los jiposos y sus mantitas inician el retiro táctico. Las madres toman de la mano a sus hijos. Se acabó la pastrulada, arrancó el rock.

pelucas con área 7

Las canciones de Tres al Hilo en horario infantil son un desafío para el cuerpo colectivo. A sus fieles, habituados a las noches más doom y los finesdefiesta, les resulta difícil orientarse con tanta luz. Hay mucho espacio para poguear. El aire es muy limpio, los pulmones responden como pueden. La posta la toma Psicosis, que hace suya la consigna de sostener el baile y agitar el sentimiento anti-taurino. 

Psicosis tiene un número cuidado. Sus vientos arrastraron con fuerza al público ocasional: familias que llegan sorprendidas por la actividad en el parque, que toman el postre, que se preguntan si "ahí" -cerca del escenario- también es todo gratis. Sí, es gratis, les responden serenos y encuestadores de la Municipalidad de Lima. Un sereno le dice a su compañera que él ya ha escuchado a los Psicosis. Fuera de acá- le responde ella. Si tú eres chichero.

tres al hilo

"no somos amigas..."


De vuelta a Omega, la aparición de Macha Aeropajita para una versión de Resistencia fue un gesto efectivo al punto de duplicar -sí, duplicar- en pocos segundos al público frente al escenario. No se trata solo de la probada popularidad de Macha, sino de la ansiedad por los ritmos sucios y beligerantes que propone el rock y que quien armó el cartel no supo -o no quiso- leer. 

manganzones felices

Sorprende un poco que entre los criterios para armar los combos horarios no haya pesado el comportamiento de los públicos de los conciertos de cartel que sostienen lo que hay de masivo en el rock local. En la primera edición la cuña entre las seis y siete de la noche la formaron Voltios y Aeropajitas quienes -junto a Diazepunk- son los consistentes dueños del prime-time. Este año, el público melódico debió prestar a terceros su rondita. Los impresentables se recogieron cuando la cosa de puso onda Festival-Siete-Mares-bro.   

un par de angelitos

La oscuridad favoreció la propuesta visual de La Nueva Invasión y atenuó los excesos de una banda que se está esforzando demasiado por ser lo que los otros necesitan que sea: una unidad de recambio de la sucesión intestada que dejó la estela agustiniana de los años noventa. En su proyecto, la oferta musical no ha superado a la retórica de la auto-clasificación nacional-popular y todas sus referencias sin digerir, entre las que Arguedas pasa de Tótem a muleta ideológica. El rollo sobre la Lima Migrante los acerca más a Susana Villarán -a quien la banda le debe parecer maravillosa- que a la disonante aparición de Cachuca, la expresión libre de La Sonora o el diseño de marca de La Sarita. 

psicosis, ligas mayores

Perdonarán el by pass con las bandas a las que no atendí. En doce horas y con las demás posibilidades que ofrecía el Parque -feria de discos y camisetas, exposición de fotografía, mucha comida y muchos encuentros con los recurrentes militantes del rock- opté por cierta distancia estratégica y por una mezquina retirada tras Saicos, cuya accidentada presentación dejó algunos raspones al entusiasmo de la fanaticada que la banda ha reclutado -hasta ahora- sin arriesgar. La energía gratuita, casi incondicional, que brotaba del público y de la formación contemporánea de la banda (Alcalde, Valdivia, Valcárcel y Morate), no alcanzó para sellar en los hechos el mito más trabajado de la música peruana. 

los abuelos de la nada


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Redacción mulera

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