"Chimango" y danzantes de tijeras conquistaron Francia
Delegación de música tradicional peruana participó en el Festival de las Culturas del Mundo.
Tijeras, arpa, violín y coloridos trajes. Temples de las cuerdas, sincretismo de sonidos agudos y graves que acompañan las movimientos acrobáticos de los danzaq. Danzantes que si bien cumplen con los ritos de iniciación muchas veces bailan en contextos distintos del origen de ‘la danza de las tijeras’ o –como se le llamaba en el siglo XVI– Supay Wasi Tusak (danza en la casa del diablo).
"[Las tijeras] Son hojas de acero sueltas. Las engarza el danzak’ por los ojos, en sus dedos y las hace chocar. Cada bailarín puede producir en sus manos con ese instrumento una música leve, como de agua pequeña, hasta fuego: depende del ritmo, de la orquesta y del ‘espíritu’ que protege al danzak’. Bailan solos o en competencia. Las proezas que realizan y el hervor de su sangre durante las figuras de la danza dependen de quién está asentado en su cabeza y su corazón…”, José María Arguedas en La agonía de Rasu Ñiti.
No hay danzantes de tijeras sin arpas ni violín, los requieren, son un todo. Y si ese violín es ejecutado por Andrés ‘Chimango’ Lares (uno de los protagonistas de la película Sigo Siendo), el arpista y los danzaq se dejan llevar fácilmente. Y así ocurrió recientemente en la edición 2013 del Festival de las Culturas del Mundo que se llevó a cabo en Francia.
Allá, junto con delegaciones de más de 20 países, de los cinco continentes, ‘Chimango, el arpista Jaime Quilca y los danzantes Jorge Luis Astovilca (‘Yanapaccha’) y Randy Tueros (Cusi Cusi) deleitaron con un atipanacuy (competencia de danzantes) al público europeo, sudamericano, asiático y africano, demostrando por qué la danza de las tijeras es considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La delegación peruana formada por estos cuatro artistas obtuvo el tercer lugar en este famoso festival que cumplió 40 años. ‘Chimango’ ¡Sigue Siendo!
“La Danza de las Tijeras es un modo de aparición clandestina, enmascarada, del culto a los Wamanis o Apus, a las Huacas. Comenzó – probablemente – en la ciudad de Huamanga, después de 1565, como una de las posibilidades de desarrollo y continuación del ‘Taki Onqoy’, aquel 'canto y baile de la enfermedad', surgido como primera respuesta a la invasión española”, Rodrigo Montoya, prólogo del libro Los Dansaq, de Lucy Núñez.
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