Acoso sexual callejero, el nuevo rollo de las clasemedieras
Mamacita hablemos de acoso.
Si tú creíste que ya habías leído, visto, escuchado suficiente sobre acoso sexual callejero, no fue así.
¿Por qué hablar de acoso sexual callejero? ¿Por qué prestarle atención a un drama de clase mediera neurótica que poca importancia tiene para los problemas sociales del país? ¿Pretendes acaso que la gente no interactúe en la calle? Claro, como eres feminista seguro todo es acoso para ti. ¿Acaso a los hombres no nos acosan? ¿Acaso a las mujeres no les gusta que las piropeen? ¿Qué es lo que defiendes, el derecho a vestirse como les da la gana? ¿No te parece poco relevante? Gente de crítica aguda, dice.
Comencemos por partes. El acoso sexual callejero es el “fiu fiu”, el “mamacita”, el “amiga que rica estás”, el “que buen culo”, el “estás para darte”, los testículos que te rozan en el micro, la mano que termina en tu muslo, pierna, trasero, la persecución con el paso o con el carro más el claxon, la mirada que le lanzan a dos flacas agarrando esperando ver una escena porno, el “machona” con pretensión de insulto, el grito de maricón de mierda o el escupitajo por besarte con un chico, la frase de la flaca que cree que salda las veces que la acosaron porque le hace lo mismo a un chico. Comencemos por eso como para no ponernos muy académicos. El acoso sexual callejero es mayoritario en las mujeres (http://textos.pucp.edu.pe/texto/Boletin-IOP-PUCP-Marzo-2013---Acoso-Sexual-Callejero) pero NO, no es exclusivo ni de ellas, ni de los heterosexuales, ni de los más bonitos o de los más blanquitos. Tampoco lo es de los cuerpos más esbeltos, ni de “los distritos populares”.
Como para complejizar un poco más hablemos de quién acosa. No, decir acosador no es sinónimo de cobrador de combi, obrero o guachimán. Quien acosa es una persona que nació, creció, vivió y vive en un lugar donde, si tienes pene o vagina, debes comportarte de maneras distintas y hasta opuestas la una de la otra. La estructura de género en nuestra sociedad te asigna a ti amigo que seas rudo, viril, autoritario, protector. Mientras que a ti amiga que seas dulce, delicada, regia, madre, etc. Y bueno, si no cumples con el rol como es debidamente asignado a tus genitales, te lo hacen saber con violencia. La violencia de género no es solamente la violencia hacia las mujeres amigo, es la misma violencia que te enseña a comportarte como un macho pendejo y te celebra lo bacán que eres por eso, mientras que a mí me dice puta.
Ahora bien, la cosa no queda ahí. Ayudémonos de un concepto chévere para problematizar el asunto: interseccionalidad. Básicamente este concepto nos ayuda a aproximarnos a un fenómeno tomando en cuenta cómo afectan diferenciadamente las variables de clase, orientación sexual, género, etnia/raza, religión etc. Hablemos del caso peruano. No es lo mismo ser una mujer afro, estereotipadamente hipersexualizada, y ser acosada sexualmente en la calle. No es lo mismo ser acosado por ser un cabro de San Juan de Lurigancho y ser un Jaime Bayly. Tampoco es igual que una flaca te meta la mano porque eres hombre y la tienes que tener grande o te tiene que gustar. Ni que decir en el caso de que seas lesbiana y existan quienes creen que necesitas un correctivo para volver a la heterosexualidad.
Pero ¿por qué? El acoso sexual callejero es la punta del iceberg. Es la expresión cotidiana y más tangible de la violencia estructural hacia aquellos que somos considerados desviados, subordinados o inferiores. Hablar de acoso sexual callejero abre la puerta a la reflexión sobre esta estructura opresora de identidades que no respetan un parámetro binario, heterosexual, machista. El responderle al sujeto que te acosa como pan de cada día es una de las tantas formas de sublevación diaria a dichos parámetros. No, amigo no puedes volver esta sociedad una más justa sin hablar de la cuestión de género, no es un roche de un montón de afanadas clasemedieras. Y no, no basta con decir nosotros creemos en los derechos de la mujer, se trata de una cosa de todos los días, tan básico como que parte de tus reclamos por la justicia en este país sea un verdadero estado laico. En mi historia el feminismo me ha nutrido de un valor inmenso para enfrentarme al día a día y a la estructura. Agradezco este espacio. Me manifesté.